domingo, 29 de enero de 2012

ROLANDO GABRIELLI

Poeta, escritor y periodista chileno, radicado en Panamá, colaborador en Arte y Letras desde hace ya algunos años, ha enviado a la Redacción, el siguiente texto. Lo publico tal cual los colores de su Blog. Para leer más sobre su obra, clic aquí

"En cumplimiento de mi tarea de poeta de brindar una palabra al mundo y mirar al universo con ojos nuevos y descubrir la verdad oculta en el lenguaje y todas esas cosas, acabo de crear mi primera palabra." Marina Kogan

Quizás el mítico sobreviviente beat, Lawrence Ferlinghetti, allá en San Francisco, en su City Lights, incline aún su antigua cabeza, pero no sus palabras, ante la poesía. ¿Nadie da hoy un cinco, ni un diez por un poema? Es probable que ya exista un callejòn vacío para las palabras y una imagen luminosa y engañosa  desafíe al màs osado calígrafo de nuestra época. No todos pueden estar en la jugada de la poesía, es cierto, la era digital manosea la imagen y corrompe la palabra. Es un signo de nuestros tiempos, qué palabras para un locutor convencido de la frivolidad de su filosofía.
El poema es màs viejo que la Coca Cola y permanecerá, digo a mis discípulos, oyentes callejeros, en bares de la ciudad. Escuchan  atónitos, atontados, como si un murciélago revoloteara por sus cabezas y polinizara con sus neuronas otras vidas. Las verdaderas palabras siempre encontrarán su sitio, o al menos lo intentarán. Las que me persiguen en las noches insomnes, son tercas, tenaces, arbitrarias, rabiosas, dulces viajeras sobrevivientes de  todas las migraciones. No tranzamos ni un maravedí, florín, rupia, o la màs depreciada de las monedas. El poema conoce mejor que nadie sus palabras. Sabe su propia receta, que nunca es la misma.
Sigue siendo un misterio como la poesìa sobrevive en la mesa de cuidados intensivos. Editoriales, agentes, el mercado, la manosean y exhiben como una anorèxica en el mundo de las letras.
En este pequeño libro, como las viejas portadas clàsicas del Libro Rojo de Mao Tsè  Tung, Ferlinghetti dice algunas cosas. Poesìa es estar de pie, todo un mensaje al mercado, esa mano invisible que ordena y saca las cuentas a su manera en unos cuantos bolsillos. En una palabra, no bajar el velo invisible de la palabra. "Sè un cronista del espacio", apunta el poeta norteamericano autor de esta Poètica como Arte de Insurgencia. Dar una mirada al mundo fuera de nosotros, reinventar la idea de la verdad y la belleza. Cuestiona a los tipos que representan a Dios, a los intermediarios, pareciera, de la fe, nos dice Ferlinghetti en su lenguaje. "Un poema debe cantar y volar contigo" Las palabras deben salvarte, fertiliza nuevamente la imaginaciòn. El poeta quizàs, tù, como un pàjaro que canta y no una cotorra. Nos insta a mirar la eternidad, no  la noche estrecha.
La vida es un sueño real. Cada època tiene la poesìa que se merece.
  • La Poesía es una santa, la última resistencia

La poesìa erecta en sì misma  y tiene un fin, para este cronista de su tiempo, poeta pùblico y provocador. Nos habla de un Poeta total, portador de eros y libertad, de una poesìa que describe lo establecido, y critica, sin duda, lo reinventa y pone al servicio de la imaginaciòn. Para Ferlinghetti, compañero de ruta de Ginsberg y Kerouac, siempre he pensado que la poesìa es una santa, y por eso el poeta es un bàrbaro subversivo.

Asì escribe Ferlinghetti desde  San Francisco y su religiòn es el compromiso con las palabras comprometidas con el hombre. "Compromètete con algo que no seas tù mismo", sostiene el viejo beat. No destruyas el mundo, a no ser que tengas algo mejor para reemplazarlo. La poesìa, enfatiza y advierte Ferlinghetti, es la ùltima resistencia.

Ferlinghetti  tiene 93 años y sigue disparando con el mismo ruido que hace el polen de los abetos cuando cae en los rìos. El mundo, a decir verdad, por las crònicas màs optimistas, por las aficiones de los jòvenes a monologar con las màquinas, a suspenderse  en la inocencia de una mata de marihuana o pincharse una dosis de heroìna, a no leer màs de dos o tres frases y escribir còdigos màs complejos  que los hombres de las cavernas, no tiene en su agenda ni la frase menos poètica o tonta del dìa. Ha muerto una falsa Mona Chita en pleno siglo XXI, descendamos de la rama con cierta elegancia. La poesìa es una empresa inùtil, que lo digan las editoriales, los agentes, escaparates, los medios impresos y virtuales, las televisoras, las conversaciones habituales, los foros, universidades, las radios, cualquier parlante o amplificador de palabras. ¿Y las redes sociales, dónde las dejas? Inútil para quienes adoran las generosas  plusvalías de los Best seller. Y otros, levantan un altar a la trivialización, al ritmo absurdo de los 45 caracteres, rinden culto a la banalidad  y han entregado  todas sus energías, conocimientos  a la fuerza de sus dos pulgares a lo peor del   mundo digital.
Lo que no vende no lo sostiene el escaparate del mercado. ¿Esta situaciòn la podrìa entender el Dante, Shakespeare, Rimbaud, Francois Villon, Donne, los clàsicos poetas chinos que sostenìan el mundo con las palabras? ¿Y Mallarmé, dónde lo dejamos? ¿Hay tanta prisa por abandonar la  realidad? Nada puede seguir siendo igual aunque utilicemos el mismo horno. Un espejo roto no vuelve a encontrar su imagen aunque   le busquen repuesto a su fachada. Los anónimos, clásicos inmortales, no entraron en este juego de vanidades. Decidieron suscribir  todos los silencios, como si el papel blanco les representara  e inmortalizara en la voz de los que seguimos repitiendo sus hazañas contadas a través de los tiempos. He compartido por décadas el anonimato, primero inédito, y después como escritor fantasma. Si algún día me les aparezco como una sábana, queridos lectores, ese puedo ser yo en uno de mis tantos trajes. Sobrevivir, es un oficio de carne y hueso. La otra carne a la carne. La última carne, para el gusano, es un acto natural, inevitable, si  no prefieres las cenizas.
¿Sylvia Plath, decidiò asfixiarse en un horno y no seguir esperando que la poesìa cambiara nada? La lista es tan larga como la historia de la poesìa, de quienes sucumbieron a la realidad de sus propias palabras y al mundo que les rodeaba. El vaso de cicuta de del que solo se que nada se, fue realmente un acto poético. Pienso en quienes como Serguei Esenin se cortaron las venas por la poesìa, su època y vida, o Alejandra Pizarnik que se despegò del aire que la sostenìa. Y Mayakovski que se disparò en el corazòn. Celan, se lanzó desde el Puente Mirabeau en París. Alfonsina, ahora vive en el mar. En Chile, Pablo De Rokha, Alfonso Alcalde; Argentina, Lugones; Asunciòn Silva en Colombia. Poetas asesinados como Martí, García Lorca,  Roque Dalton.  Autodesterrados como Vallejo y la Mistral. Poetas que murieron en la adolescencia de su poesìa, y  todos recorrieron casi un mismo camino: escribieron. Arrinconados algunos porque las palabras no dan para tender una cama, sino el volátil mantel de la poesía. Todo esto es historia, pero se repite. ¿No hay un  callejón que tenga una salida?. El túnel siempre nos engaña con su  luz al final  de la luz màs oscuridad. La palabra no tiene  sòlo un sentido y cada època marca su propio destino. Poetas exiliados como el Dante, Brecht,  Machado,  Gelman;  poetas exiliados dentro del Chile exiliado, poetas de la diáspora. Casos inclasificables como E. Pound. Poetas  que desaparecieron en la noche de la poesía como el Conde de Lautremont.  Artaud, Tralk, Blake, vivieron sus propios sueños como tantos otros y los compartimos en bares,  la universidad, en los pasillos y cuartos de pensiones deplorables y adolescentes. Los poetas cargan sus ruinas y victorias, saben de batallas interminables, por eso la poesía es tenaz como la velocidad indescifrable de un colibrì. El poema también se sostiene en el aire, es   moneda de uso corriente y destino incierto. ¿La palabra como una broma que no tiene precio en el mercado?

  • Un aire de familia en las palabras

Poetas de la Corte, descorteses, ninguneados. Poetas del establecimiento. Poetas de culto y ocultos. Poetas de palabra y sin palabras. Poetas de fondo y que tocaron fondo. Poetas taciturnos y de turno. Poetas convidados de piedra y bajo las piedras de Chile.

Artaud me impactó siempre por su oscura lucidez transparente dolorosa, un artista nacido de sus obras, no parido por su madre, afirmaba. Se perdía en su pensamiento, como cuando se sueña,  escribió en Fragmentos de un diario  del infierno, y consideraba que la vida es arderse con las preguntas. Decía que su pensamiento lo había llenado poco a poco una luz de fin de mundo. Una afirmación para este tiempo. Es como el árbol de su poema : "se come al corazón oscuro de la noche". Huésped de manicomios, su mente nunca dejó de pertenecerle. Le saluda mi pensamiento, se despidió una vez  en una carta de su doctor.

No todos los caminos conducen a la poesìa. Joyce, Bolaño,  muchos como Garcìa Màrquez, se transformaron en narradores cèlebres, abandonaron la  clàsica poesìa en tiritas de versos verticales como escaleritas sin  tierra ni cielo ni aire. El propio Borges  privilegió sus ficciones. ¿El mercado debiera estar agradecido de  estos "trànsfugas"? Comenzó la mayoría con tibios, pálidos poemitas en el verdor de la adolescencia, que no cuajaron.  Las razones tienen mucho de razones conocidas. La lista es larga, porque  inconmensurable es la tentaciòn de la poesìa. El paraíso pareciera màs cerca de las imágenes, pero está plagado de buenas intenciones, el que con certeza nos lleva al infierno. A los màs  grandes narradores se les nota el paso de la poesìa por su prosa. ¿Hay un aire de familia en las palabras? ¿Por qué se fue Adolfo Couve, ahora que pienso en este aire de familia, a vivir y morir en la marginalidad? Dice que le hubiese gustado ser poeta, él, narrador y pintor le otorga lo más esencial a la escritura poética.  "Yo no soy poeta y es lo que me gustaría haber sido, porque es lo más grande que hay. Es la musicalidad más grande que hay, es el contacto más grande con el misterio. Me encantan Eliot, Pound... Me fascina cómo Eliot, por ejemplo, mete el discurso cotidiano con los retazos de historia y cómo hace eso verídico. Yo me acerco con mi prosa lo que más puedo, y quiero llegar lo más cerca que sea posible de la poesía... me gustaría arrimarme a ella." No hay duda que fue y vivió como un poeta y debiéramos rescatar su obra, la elegancia de su trágico destino.
 Se le asigna toda la eficacia al lenguaje poètico, la revolución misma de la inefable palabra, y se le despoja de  toda importancia al mismo tiempo, festina, anula, y rinde algunas pleitesìas subalternas en juegos florales, concursos que llegan hasta el Nobel. En medio del smog literario, de las palabras discapacitadas, del lenguaje atronador y atroz de la farándula, siento escuchar cantos de sirenas auténticas en las márgenes del río Mapocho que nos recorre a aquellos que ya no estamos aquí ni allà. Esto es un asunto casi personal. No debe inquietar ni preocupar  a ningún lector, que no sepa de que estamos hablando o si de hecho lo hacemos. ¿La ropa sucia de la poesía se lava en casa? Inclusive, es recomendable que sea una casa tomada por la  poesía  y que sea juez y parte. Nada de medias tintas para lo que ya conocemos o estamos por develar. Es un río tinto de palabras cuajadas a borbotones, decantadas, fluidas, despiertas en las dianas y campanas y silencios màs precisos. Poesía de andenes, pensiones, bares, de noches sudadas, sedadas en la palabra, corregidas una y otra vez, con huella de mula tenaz sobre una misma huella que no puede borrarla ni el áspero invierno nevado. También se filtran las palabras en un reloj de arena que sabe solo de su tiempo y  a lo sumo abarca unos cuantos granos más que se convertirán en polvo de cronos. 

  • ¿Una palabra puede devastar el mundo?

La alquimia del poema y de la poesía es tan antigua como el futuro mismo del género. El oro del poema es su lenguaje, la relación de sus palabras nuevas para decir lo no dicho, trascendente, objetivo, popular, una chispa que no se había encendido, interpretar también una época, no alejarse de la humanidad del hombre y de las cosas. Ser parte esencial de la vida.

 T. Adorno, filósofo y esteta alemán,  elevó a la poesía a la categoría de una expresión humana tan superior, que llegó a decir, que ya no se escribiría más poesía después de Auschuitz, una frase con contenido de lápida, un absoluto verbal, una doble sentencia de muerte para el espíritu humano. El ser humano ya no merecía seguir escribiendo poesía, según Adorno, algo ya muy repetido y conocido. ¿Un mea culpa alemán? ¿Un exabrupto a secas? ¿Un reconocimiento a la poesía como arte mayor?  ¿Por qué la poesía debía desaparecer después de Auschuitz? ¿El ser humano carecía ya de sentimientos? ¿Adorno quizás quiso decir que si moría el hombre de una manera infame, también moría la poesía? Mientras exista un hombre en la tierra, no morirá la poesía, porque forma parte de su imaginario, es una manera de relacionarse  con el mundo, la naturaleza,  la cosas que lo habitan y que  él mismo ha construido.  ¿Vasta mirar hacia el cielo o caminar por la tierra para hacer un poema? Quizás no, pero ahí está la poesía en el olor al pasto recién cortado. ¿Es la razón de ser del espíritu? Una frase común: todo tiene poesía.  El viejo verso romántico intepretativo le asigna universalidad a la poesía cuando dice: Poesía eres tú. Singular y plural, la focaliza, pero somos todos o podemos serlo. La poesía es una pulsación constante, un fluir, es ese toque único y que hace  diferente al poema y la comunicación. No hay màs palabras para ese poema o texto. Alguien las rumió en el mar, la montaña o en la ciudad, en una biblioteca, en un cuarto, allí donde surge la pulsaciòn libre de cualquier otra intervención.

 En los campos de concentración nazi murieron  más de un millón de gitanos, comunistas soviéticos, parias, gente desconocida que nadie recuerda aún ahora. En la Segunda Guerra Mundial murieron 27 millones de soviéticos; 15 millones de chinos; 9.8 millones de alemanes; 500 mil norteamericanos; 6 millones de judíos; 3.5 millones de japoneses: 1.7 millones de yugoslavos; 1.5 millones de hindúes etc.etc. ¿Hiroshima y Nagasaki fueron un regalo de Dios? ¿El genocidio  español en América latina durante siglos cuántas vidas costó al joven continente americano? ¿La esclavitud  salvaje, despiadada, sin nombre de Àfrica, qué lugar ocupa en la historia de los genocidios?  ¿La Guerra Civil española?  J Stalin cargó con sus muertos incontables en Siberia. ¿Viet nam? ¿Los genocidios de las dictaduras latinoamericanas? ¿El genocidio de los pueblos indios de Estados Unidos?  ¿Palestina?  ¿Ruanda? ¿Irak? ¿Afganistán? Los daños colaterales saben a cuantos han muerto en casamientos, velorios, iglesias, vecindarios, sentados frente a su casa esperando alguna salvación.  Memoria, memoria, sin contar las revoluciones. Después de cada acto de barbarie del hombre es cuando màs debemos escribir poesía, registrar la historia para no olvidarla y humanizar la bestia que suele dirigir los destinos del hombre. La poesía no es un adorno, sino parte esencial del espíritu humano y de su vida cotidiana. ¿Cuánto pesa en la historia un gramo de poesía? ¿Un verso? ¿Una palabra? Puede vastar una palabra para devastar el mundo.

  • ¿Año Maya u Orwelliano?

Toda frase corre el riesgo de llevar y contener su propia retórica. Este es sólo un ángulo, a la poesía finalmente la alimenta el amor. Por cada tragedia humana, también existe un acto poético. La poesía es vida y atentar contra ella, es hacerlo también contra la poesía.

 Objetividad/subjetividad/este es mi Manifiesto/Todos a un mismo hueco/precedidos de un mismo polvo/Huesos, el camino es uno/lo bifurca infinitos pasos/de vivos y muertos/Mariposas revolotean/gusanos golosean/El poema es carne/palabra fértil/ seguirá al vivo/al muerto/parlando.

No nos hagamos cargo de la ausencia de  poesía. Es un error cargar los muertos que mañana cruzarán por nuestra puerta, como si fueran nuevos fantasmas. Nunca se está preparado para lo que viene, ni siquiera lo que fue. Casi todo sale y entra por alguna ventana. La poesía no es un círculo, ni un cuadrado, su forma es el contenido y la forma y viceversa. La poesía fue lluvia, sol, luna, oscuridad, animal, hombre, tierra, mar, sobrevivencia, fundación, señal, pueblo,  todos los elementos, una manera de vivir y respirar, sentir y nombrar el paisaje y  la vida, amor a todas  las cosas, palabras, palabras. La poesía convierte en creíble los sueños, los hace visibles, reales. Lenguaje, sin duda, siempre lenguaje.
¿Poesía, un gènero generoso que solo exige lápiz y papel? ¿Un rincón en algún cuarto de la casa? ¿La palabra como pasatiempo? ¿Tiempo con y sin palabras? ¿Palabras sin uso o nuevas? ¿Una inspiración vertical en una noche de desvelos?  ¿A quién interrumpe el verbo una noche cualquiera? ¿Al poema? ¿A la hoja en blanco? ¿A lo no dicho? ¿A la duda que se seguirà multiplicado en el tiempo y horas?
La poesía bate las lenguas de Babel, en su nueva versión, època y tiempo, asume su aquí y ahora, como si una coctelera animara la noche tropical. Poesía: ¿To be or not to be? ¿Seguirá siendo esa la cuestión?
Un mundo que ya está en el 1984 orwelliano en manos de cámaras, agentes, de un  hermano grande y poderoso, de ojos para verte mejor abuelita, y tener ademàs que depender de agentes literarios, intermediarios de la palabra y el mercado, el público, las editoriales, el negocio. A Bolaño lo descubrió un agente-editor en plena fama, después otra agente màs famosa lo perdió, pero antes los agentes de Pinochet lo detuvieron unos días sin saber quien era porque en verdad aún no era nadie màs que Roberto Bolaño. Un Chacal aparentemente lo recuperó. A Joyce le rechazaron 33 veces su obsceno Ulysses y se lo quemaron. A Borges lo premiaron a los 60 años, un premio compartido. Después en narrativa y toda su obra, volvió a compartir, esta vez el Cervantes. Y a tí, farandulero, todos los días te aplauden.
En mis tiempos de verdadera desesperación le escribí a editores, agentes, amigos con contactos, con tal de salir de Limbo City, indocumentado, sin trabajo, olvidado por todas las miserias -la personal es la más real- enviaba textos, mensajes, hacía consultas, recibía promesas, silencios, averiguaciones, contactos sobre contactos, recomendaciones, observaciones personales, simplemente no reparaba en esfuerzos. Me ilusionaba en el paisaje que recorrería con  una Musa volátil, alada de piernas y lejana de proximidades. Vaticinada, quizás, por dioses audaces y arbitrarios.  La palabra promesa  fue adquiriendo una fuerza bíblica y una dimensión de montaña inalcanzable y aplastante al mismo tiempo. Soñaba, deliraba, viajaba en la vigilia. Aviones, trenes, buses, aeropuertos,  estaciones sin vigías, caminos, un tiempo circular en el mismo lugar del sueño. Algunos truenos y relámpagos,  habituales en el invierno tropical, solían despertarme agitado, bañado en sudor con un mapa imaginario en la febril imaginación. Despertaba en Denver. Fueron años. Los cristales de los rascacielos de la ciudad crecían como hongos fosforescentes frente al mar, los nuevos  espejitos de la reconquista de una naturaleza que fue paraíso. Muros brillantes con luna menguante o llena, inquilinos que adoran el cielo y sustentan sus raices en el aire. En las noches de tormenta tropical veo como repiten mi imagen dormida y el mar sigue con sus mismas mareas meciendo la orilla de la ciudad. Un tren interminable me llevaba a ninguna parte. No usaba los dos océanos, sino el aire de mi respiración.

El espejo de Alicia se había quebrado


 ¿Todo  se lo debo a la poesía? Kafka,  Bolaño, Kerouac, Celan, D. Thomas, Tralk, Millán y los clásicos chilenos,  Panero, desde luego, Mukarama, Carver, Coloane, lecturas ociosas, repetidas, diarios, proyectos y escalofríantes  manuales, forman parte de estas horas y práctica aparentemente interminables, así como los innombrables. Y un ejercicio de sobreviviencia de sostener edificios con palabras. Uno piensa que el acero, hierro, cemento, el vidrio y el ingenio del arquitecto podrìan dar con un diseño para la posteridad, pero las palabras recrean y fundan  el espacio que alguien habitará. Las palabras son engañosas en los contratos de letra chica, pero no cuando recrean una obra y la ponen a respirar. Los vientos cruzados de la poesía son indispensables en la arquitectura  de la palabra. La arquitectura surge de una idea y el poema también.

 Una simpática señora me ofreció editar mis libros y me envió un mapa de donde y como se distribuiría en el Norte, incluido Canadá. En ese tiempo  era virgen, completamente inédito, y sin apuro de lo que se llama empujar el carrito con   velocidad. Además, según la encantadora editora,  yo debía presentar mis libros de ciudad en ciudad. Eso fue lo que más me encantó, sedujo de una manera propia de  una estrella de circo. El proyecto se derrumbò por costes, la universidad ya no contaba con màs dinero que para editarla a ella, todo se convirtió en  sombras nada màs. Alcancé a hacer una hoja de mi  currículum breve. Eso me quedó para la posteridad. Búscate un agente, me dijo, todos lo tenemos. Presenta un plan. Era todo tan estratégico. No supe más de la editora, hasta que tiempo después le pregunté que pasó y ya lo olvidé, porque fue un largo y peludo camino de no se pudo. En otro de mis  pasos  hacia la edición, conversé con otra amiga que  intentó conectarme con gente experimentada en estos menesteres, pero que arguyeron dos argumentos en contra, uno, que era inédito, esto para un posible viaje y presentación. Ahí no alcanzamos  a hablar de edición. Y el segundo argumento, es que las platas se habían recortado in extremo en época de Busch y esto de escritores, viajes, ediciones, presentaciones, olía mal y además podría desestabilizar la permanencia  de un Decano que estaría por jubilarse en una prominente universidad. Cero riesgo en este tipo de aventuras. La poesía puede esperar, sentí que dijeron. Y llegué a imaginar que se podría derrumbar el centro històrico de Filadelfia, por ejemplo, un lugar fundacional, con esto de someter a este ejercicio de buscar un hueco a un poeta enteramente desconocido -pueden llegar a ser los más peligrosos- por esto de que el anonimato contiene  el germen del terrorismo. Terminamos mal, como campanario sin campanas, ecos vagos tal vez, no había nada que tocar. El camino se hace al andar, aunque sea en reversa. Las sugerencias no se detenían, escribe a este y este otro. Una musiquilla de bar en sordina, en uno de esos Wullitzer que nos dejaron el encanto de sus momentos y almas en el vilo de las noches insomnes.
 Acudí a mi país de origen. No nos interesa fue la respuesta editorial. Conocí a alguien màs del Caribe con muchos contactos, pero todo se esfumaba como las olas al llegar a la orilla. Espuma, sólo espuma, Vallejo.
 La Mistral y Huidobro editaron primero fuera de Chile. Un consuelo, me dije, propio de un engreido. Fue cuando quemé las viejas naves y decidí embarcarme en un buque insigne, de reconocida solvencia, éxito. Un poeta de provincia me dio un nombre sagrado, único, irrepetible, un santón, icono de  los agentes latinos exitoso en  España. De alguna manera apareció su correo electrónico. Sí, el del argentino Guillermo Schavelzon, quien cortesmente me dijo que tenía cientos  de materiales para leer y revisar y que era imposible hacerse cargo, qué palabrita, de otro  texto, papel o libro màs. Pude haberle enviado una Biblia, 100 años de Soledad, Mi propia soledad o una Divina  estupidéz convertida en Comedia y para el caso hubiese sido lo mismo. Después hubo otros intentos que fueron eso, vanos  intentos vanos. No bastaba con saber que existía la imprenta de Gutemberg. Recuerdo que una escritora mexicana con algunos conocimientos, contactos editoriales, me hablaba de su novela, y como iba acercándose a la publicación después de tocar puertas, ser recomendada e insistir con fe guadalupana. Dos escritores chilenos  cruzaron por el istmo, uno me habló de hacer un plan y otro me dijo, estaré al cateo de la laucha, un chilenismo de espera, a ver que pasa, si salta la liebre. El espejo de Alicia se había quebrado una y otra vez. El museo de la retórica parecía saturado.
 Las historias son muchas, pero nadie abriò una puerta. Lo único que llegaba eran esas ofertas de pagar  para  participar en una antología entre desconocidos. Me olvidé de esa ruta casi invisible o mejor dicho imposible. Definitivamente a nadie le interesaba ser  agente de un poeta inédito, aunque haya ganado unos premios y escriba prosa. Ya los mecenas no existen, solo quieren ganar dinero con productos "sólidos", concretos, comerciales.  La gran novela es lo esperado. Me di por enterado. Ya un diplomático cazurro me había trazado ese camino como una alternativa de superar la sombra que suele acompañar a la palabra inédita, escondida. En esta ruta de largo aliento que es la literatura, se van conociendo cosas y el manejo de las mismas cosas de acuerdo con el cristal con  que se miran.  Los poetas se organizan en cofradías, pequeños proyectos, contactos subterráneos y por ahí van avanzando como topos por el bosque de las alcantarillas, hasta que  salen a tomar sol algunas ediciones. Los agentes  no están para proteger la poesía/ sino el orden/que la mano invisible/ del mercado/ sabiamente ha ordenado..


Los vivos y muertos de Comala


Desde luego, existen celebridades reconocidas por los premios oficiales, canónicos, promotores de un género aislado en los rincones poéticos como una naturaleza muerta, refugiado en algunas universidades, premiado en juegos florales, ejercicio dominical, objeto de talleristas, la poesía como una curiosidad museológica. "No, yo no leo poesía. No la entiendo. Es muy difícil. No me llega. No tengo tiempo. ¿Para qué escribes poesía?" Es la pregunta que se hizo  Adorno en otro sentido. ¿O la poesía es el género discriminado como las Nanas de Chile? 

Con la próxima Feria del Libro de Guadalajara 2012, la FIL dedicada a Chile, en  México, habrá una gran  oportunidad para la poesía, porque  Chile  tendrá que presentar su batería poética, jamás rendida ante el enemigo ni arriada sus palabras. En Jalisco, la poesía no puede perder. Juan Rulfo estará de fiesta en su silencioso silencio, un retiro circunstancial, porque  su literatura sigue viva entre los muertos de Comala y los vivos de este mundo.
 Vidrios rotos/la poesía se mira al espejo/sonríe contigo lector/une los pedacitos /¿Son palabras las palabras?/ El espejo  pregunta por tu imagen/La sombra recupera sombras/ otras imágenes/y la voz/ las evoca/.

 ¿La poesía se mira, pero no se compra?. ¿Se hojea y lee al paso?. Se le soba el lomo en los estantes. Una palmadita y se le vuelve acomodar con todas paginitas, poemitas, hojitas casi sin arrugar.  Brilla en algunas pequeñas grandes ocasiones cuando se le siente necesaria y así rinde tributo a la palabra, a los  viejos bardos, el lenguaje, sensibilidad, al amor, por último. Se prepara, de vez en cuando, una perfomance a la medida de, como una buena costumbre, para festejar esta curiosidad de cortar  las palabras, decirlas como si solo algunos las entendieran y les interesara. Se le atribuye una cierta propiedad de curar corazones melancólicos, de destapar sueños adolescentes, mover poderosos pequeños mundos personales, rescatar a príncipes  y princesas de bosques encantados, estremecer muros, unir corazones solitarios,  encantar oídos selectos, irritar a dictadores, homenajear como pocas artes, la belleza, inclusive arengar la polìtica, ser épica, ser una expresión comodín como si todo tuviera poesía. La poesía está en todas partes pero no hay un sólo dios que la escriba.

¿Todo era oscuro antes del poema? /No había poema, nada./ ¿Un poema sostenía el mundo? /La palabra era un signo mudo/quizás indefenso/o poderoso como el silencio.
¿La bala derrotará a la palabra?


¿Los poetas no escriben para satisfacer un mercado? ¿La poesía es el mercado del silencio? Mercado siempre me olió a carne, matadero, ganado en cortes, donde ha corrido sangre de alguna bestia. Las vi  caminar, bufar, llorar, frente a mi casa camino al matadero como en una procesiòn  organizada por criminales de la fe. Empujaban sus cuerpos temblorosos por el empedrado de la calle, se sabían manada  con un fin determinado. El orín junto al temblor de los cuerpos cerraban los atardeceres en un ocaso incierto como la infancia. Vivía en la Edad Media y las bestias reflejaban el final de sus vidas en sus grandes ojos llorosos. La tarde rosada caía espesa como un manchón de sangre anticipado.  El empedrado bajo sus patas desordenadas  como ganado en temblor de muerte, resonaba en mis oídos como una procesión maldita que buscaba un dios inexistente y clamaba algún castigo medioeval. Las bestias defecaban en silencio sobre su destino final de bestias que arrastraban tristeza y desolación en sus últimas horas. Otra fuerza pugnaba por su vidas, cuando los machos montaban a algunas hembras sabiendo que  les faltaría vida. El  minuto crepuscular le iba pertenciendo a la noche y a la luz oscura, cetrina, de las fuerzas ocultas del matadero.  El paisaje  había irrumpido como una postal rural, se cerraba con los últimos lomos picaneados por los baqueanos que arreaban el ganado hacia el sacrificio, una muerte segura.

Leo en Internet que existe un poeta inglés llamado  Geoffrey Hill, muy conocido, el más reputado poeta  en su país y del habla inglesa, de 79 años, profesor de poesía en la Universidad de Oxford, a quien desconozco y es un total desconocido en lo que la periodista argentina, Silvina Friera denomina la sociedad global. Hill, será nombrado próximamente Caballero del Imperio Británico. ¿La mejor espada del Reino Unido?  ¿La decadencia de la poesìa en esta época es total? No sé que pensar.  La super agente literaria, ya en medio de su  retirada, Carmen Balcells, descubrió a Nicanor Parra a los 97 años, y se apresta a firmar  diversos contratos  ahora que obtuvo el Premio Cervantes. ¿La poesía del antipoeta sigue respirando? El Nobel también recayó en un poeta el 2011, de màs de 80 años, el sueco, Tomas Tranströmer. Este es el último Volvo de la Academia sueca. Un año para la poesía sueca y chilena. ¿Un tiempo  para constatar la existencia de la   poesía.? ¿Qué nos dirá Parra ante el Cervantes en abril por última o penúltima vez? La antipoesía, no se raja, seguramente, ni en Jalisco, ni en Alcalá de Henares.

Cada época tiene la poesía y los poetas que se merecen. Tiempos difíciles. La bala quiere derrotar la palabra.
Conociendo estos vericuetos, hace años decidí escribir, escribir, escribir sin mirar hacia atrás ni a los lados, como si no existieran lectores, solo el abismo. La Musa me enseñó este arte de creer en mis propias palabras. Con el tiempo,  descubro que no tengo màs de dos o tres lectores, lo cual no constituye novedad en estos tiempos, ni un delito. ¿Llegará el tiempo en que cada palabra será confiscada?

No hay comentarios: