jueves, 12 de enero de 2012

ALICIA PARTNOY

Alicia Partnoy nació en la Argentina en 1955. Durante los años que pasó en la cárcel como presa política, sus poemas e historias fueron deslizados en secreto fuera de la prisión y publicados anónimamente en diarios y revistas de organizaciones de derechos humanos. Desde su llegada a los Estados Unidos ha dado numerosas conferencias por invitación de Amnesty International, organizaciones religiosas, universidades y otras entidades . Ha presentado testimonio sobre violaciones a los derechos humanos en la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos, Amnesty International, y organizaciones de derechos humanos en la Argentina. Su testimonio aparece en "Nunca Más", El informe final de la Comisión Argentina para la Investigación de Desapariciones. Editó "You Can't Drown the Fire: Latin American Women Writing in Exile" (Cleis Press,1988), y es miembro del Consejo Directivo de Amnesty International U.S.A.
A. Partnoy tiene tres hijas: Ruth, a quien menciona en su cuentos y poesías escritos desde la prisión, y Eva Victoria y Anahí Paz, nacidas en los Estados Unidos. Actualmente vive con su esposo Antonio en Washington D.C.

Datos Biográficos

Me sacaron la tierra
de debajo
-a eso llaman destierro-
o sea que, de pronto,
me faltó el suelo
y me sobró distancia.
Pero un día,
antes de aquello,
me habían arrancado
la libertad de cuajo,
y entonces,
cuando me faltaba el aire
y me sobraban rejas,
me sentía
un poco mejor que antes,
que cuando me quitaron
a mi hija de los brazos:
en ese entonces
me faltaba todo -el futuro-
(podría decir que me sobró la vida).
Y sin embargo
todavía me acordaba
del día que los milicos
metieron a mi patria entre barrotes,
ese día me sobró la fuerza
y me faltó el miedo.
Allí empezó la cosa.
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Cuatro Postales

I.
La muerte, mi vecina,
lo convenció a mi hermano
de que tomara
unas vacaciones de la vida.
Y él, una mañana,
apagó la luz con el gatillo.
En donde está no hay postales
para mandar a los amigos...

II.
La muerte, mi vecina,
me golpeó la puerta un mediodía;
venía a pedirme
"una tacita de arrepentimiento"
y una pizca
"sólo una pizca" de cobardía.
"Vuelva mañana" le dije.
Y esa noche me mudé.

III.
La muerte, mi vecina,
me descubrió una tarde
con los ojos vendados,
cubierta de frazadas
que olían
a cuerpos sucios y aterrados.
No la ahuyentó el olor, estoy segura,
porque ese mismo día
llevó a ZulmaMaríaElenaBenjayBraco
que portaban idénticas frazadas.
La muerte calzaba botas militares.

IV.
La muerte, mi vecina,
harta ya de que la ande esquivando,
vendrá descalza un día
a llevarse mis huesos
a un país de lluvias sin futuro.
¡Ojalá que se ahogue en mis cenizas!
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Venganza de la manzana


Me arrojaron
como piedra,
yuyo, yerba mala;
separada,
la manzana podrida,
subversiva...
Pero ahora
fermentan
las manzanas
restantes,
es decir,
vienen fermentando
desde antes
de que a mí
me sacaran del cajón.

Pero ahora,
caterva de milicos
y oligarcas,
prepárense
para morir borrachos,
empachados,
incurablemente intoxicados,
sumergidos
hasta las orejas
en el dulce jugo
de la Gran Sidra Nacional.
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