lunes, 19 de diciembre de 2011

DE MI AUTORÍA

La Herramienta.

Intentaba derribar una pared en su casa.
Daba vueltas, lo postergaba, pues no sabía como encarar esa tarea. Sí sabía que necesitaba derribarla, pues a partir de ese cometido ampliaría la cocina y haría mejoras, dada la llegada del hijo que hacía apenas unos meses había nacido.
Consultó a un amigo.
-Es muy simple -ledijo- si comenzás con un martillo pequeño, no sólo tardarás, sino que, seguramente, no podrás hacerlo bien. También podrías usar dinamita, pero con ello volarías toda tu casa...
-¿Qué me querés decir? le interrumpió. Te pedí que me dijeras cómo hacerlo.
-Te lo estoy diciendo. Que encuentres la herramienta adecuada para ese tipo de tarea y sólo vos podés elegirla. 
-Estás medio chiflado.
-No, es un pensamiento que se puede aplicar a todos los actos de la existencia, agregándole a ello un método. Días pasados, subí en la estación Once a un colectivo, que ya venía casi repleto de pasajeros. En la parada siguiente, subieron otras personas y una de ellas, comenzó a empujar para ir hacia el fondo, le dije que esperara, que ya bajarían algunos y nis iríamos acomodando. No me dio bola, siguió empujando, dando codazos, haciéndose lugar y se ubicó en la parte trasera. Como yo le había dicho algo, me miró y me hizo una seña como diciendo aquí estoy, ya ves, llegué al fondo. 
A medida que bajaban pasajeros, nos íbamos acomodando y al vaciarse un asiento, me senté. Cuando llegó el colectivo a la zona donde yo tenía que descender, también lo hizo este muchacho. Nos miramos y le dije:
-Es una cuestión de métodos. Ambos nos sentamos, pero vos empujaste y molestaste a varías personas y eso no habla bien de vos, tu metodología es grosera y guaranga, como bien dijera Ortega y Gasset sobre los argentinos. El joven Iba a la facultad de Derecho, allí estudia. Sonrió, me saludó y cada uno para su lado.

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