sábado, 25 de febrero de 2012

CARNAVAL

Las Murgas

Publicado en Miradas al Sur el domingo 19 de febrero de 2012
Las imágenes fueron tomadas de la Red
Por  Jimena Arnolfi



Los fines de semana de febrero, el país entero se pone patas arriba para festejar una de sus celebraciones más antiguas y más controvertidas a lo largo de la historia: el Carnaval. La tradición de los corsos y la murga como producto de la cultura negra, el candombe y el tango.
“El Carnaval no es una fiesta que se le concede al pueblo. El pueblo se lo concede a sí mismo.”
J.W. GoetheEl postulado carnavalero más antiguo dice que la fiesta empieza cuando el pobre se ríe del rico y el rico baila con el que no tiene nada. Una manera de decir que si es Carnaval, a la tierra la gobierna el diablo y dios mira para otro lado.
La historia de los carnavales de Buenos Aires puede remitirse a la herencia africana. Esa reminiscencia todavía perdura en las poéticas de algunas murgas como ser la de Atrevidos por Costumbre, del barrio de Palermo. El origen de la murga, ese pasito tambaleante y firme a la vez, habla de esclavitud. “Yo analizo que el ruido del platillo indica el ruido de las cadenas de los negros y el golpe, el ¡pum!, viene a ser el latigazo que les daban. Y los negros daban un salto de dolor. Y bailaban con las piernas juntas porque las tenían engrilladas. Por eso desarrollaban más la cadera. En Saavedra tenemos identidad de mover las caderas. Esa es la diferencia que tenemos con la murga uruguaya. Allí los blancos hacen las murgas, los negros hacen el candombe. Nosotros, todo mezclado”, se lee en la antigua Revista La Murga en el número de noviembre de 1998.
En Buenos Aires, hubo Carnaval en la época de la colonia española y el Virreinato, con borbones y sin ellos. Hubo Carnaval después de la Independencia, durante el gobierno de Rivadavia y de Rosas, durante la lucha entre caudillos, entre unitarios y federales. En la presidencia de Sarmiento, la de Saenz Peña, Yrigoyen y Perón. ¿La murga le da el bombo al peronismo?
Fue en 1976, durante los años de plomo, que los militares borraron los dos días de feriado por Carnaval. La murga fue perseguida y censurada.
Durante el Carnaval, tanto las leyes como las prohibiciones, las jerarquías y las formas del miedo se suprimen. El orden de la vida ordinaria es alterado. Tomando palabras del teórico ruso Mijaíl Bajtín, se aniquila la distancia entre las personas y se desata el Carnaval en el momento en que surge el contacto libre y familiar entre la gente. La fortaleza del Carnaval no es producto del plano individual sino que la sublevación responde al colectivo. Y es por esta razón que la lógica del Carnaval fue considerada subversiva durante la dictadura militar.
Con la democracia, la tradición carnavalesca revivió de forma inusitada. En el ’97, se sancionó la Ley de Patrimonio Cultural y la cantidad de murgas pasó de 30 a 180 en siete años. En 2001, con la crisis, el fenómeno estalló. Desde distintos barrios empezaron a aparecer nombres como la Murga del Corralito, La Comparsa de Pymes y las Fábricas Destruidas, La Comparsa de la Salud Destruida, La Murga de la Corte Suprema, La Comparsa de la Educación y La Murga del Trabajo.
Cada murga pasa meses armando el espectáculo para cada Carnaval, con su coreografía, vestuario y puesta. Hay más de un centenar de murgas inscriptas en la comisión respectiva de la Dirección de Promoción Cultural. La música responde al bombo y platillo, aunque también hay algunas incorporaciones como el zurdo –que es como se le llama al tambor metálico–, redoblante y hasta guitarra en algunos casos. Una presentación consta del recitado previo, la canción de entrada, la canción de crítica, la retirada y el baile final de demostración, esos últimos metros donde sube el calor de la batucada y el murguero se baila todo.
Las vestimentas características representan la parodia del poderío. En sus orígenes, la levita, la galera y los guantes blancos eran donados por los amos a los esclavos. Y así como se reconoce la herencia de la cultura negra en el Carnaval porteño, la murga tiene su relación directa con el tango: nace y se desarrolla como una expresión artística barrial cultivada en los barrios más “tangueros”. Se considera cuna de la murga a Palermo, Almagro, el Abasto, y se suman barrios como Boedo, Villa Urquiza, Paternal, Mataderos.
La recuperación del feriado. A fines de 2010, después de 35 años de reclamos, se recuperó el feriado del Carnaval gracias al decreto de la presidenta Cristina Fernández. Las murgas y corsos populares recuperaron el espacio público con sus manifestaciones artísticas. Hoy hay Carnaval hasta en la cárcel. Los internos ganaron espacios de expresión en los penales y la posibilidad de festejar-reclamar en los jardines por fuera del edificio de los pabellones. Este año, los festejos serán para los primeros días de marzo.
Para la ciudadanía, recuperar el espacio público significa ganar un lugar para el diálogo y el intercambio, para festejar en la calle. Aquello que también sucedió en los festejos del Bicentenario reuniendo a gran parte de la ciudadanía.
Las murgas porteñas empezaron la celebración la semana pasada con un desfile que pateó por la avenida Corrientes con el objetivo de divulgar la actividad de estos 40 corsos.
La rutina del centro porteño fue alterada a fuerza de música, baile y colores. Los organizadores explicaron que el motivo de la movilización fue promocionar el Carnaval ante la falta de publicidad por parte del Gobierno porteño. Otros años, el anuncio de los carnavales fue hecho una vez que ya habían comenzado y mucha gente había armado otros planes para la celebración del feriado.
Habrá un total de 33 corsos en distintos barrios con sus espectáculos de murga, grupos musicales, concursos de disfraces y agrupaciones de Carnaval invitadas de la provincia de Buenos Aires. Desfilarán alrededor de 110 murgas y se estima que se va a superar el millón y medio de personas que hubo el año pasado. Desde la organización calculan que este año habrá más de 15 mil artistas callejeros recorriendo los corsos barriales.
Romeo César, licenciado en Filosofía y doctor en Antropología ha publicado un estudio tomando como objeto de investigación el Carnaval de Buenos Aires. Uno de sus señalamientos al exponer su tesis en charlas y conferencias refiere a la risa del Carnaval para así exponer: “...Al quitar temporalmente seriedad al mundo entero no sólo (la risa) es universal sino también crítica. Enjuicia, si lo cree oportuno, las iniquidades, injusticias y estupideces del diario vivir. Sabe que es capaz de conocer y experimentar lo que los bien-pensantes desconocen, niegan, ocultan o rechazan. Puede ridiculizar a quienes se oponen y combaten al Carnaval con discursos y moralinas que no corresponden al sentido autónomo que posee la fiesta para sus participantes”. A reír entonces.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Según consigna ésta documentada nota, en sus orígenes rioplatenses, el carnaval proponía como una humorada la igualdad entre los hombres. La risa, provenía, precisamente, de lo ridículo de esa pretensión, ese juego de igualdad en el que durante un acotado lapso de tiempo, al decir de Serrat “el prohombre y el gusano, bailan y se dan la mano sin importarles la facha” “…la levita, la galera y los guantes blancos, eran donados por los amos a los esclavos…. “ Quizá la risueña tolerancia de los amos sea un eco que perdure en “quienes se oponen y combaten al Carnaval…” Y, tal vez, esa oposición sí corresponda al verdadero sentido autónomo de esa festividad.

G. Iglesias

helios dijo...

Hay una transmisión en el tiempo, que se ocupa en decir que los saltos "alocados" de los integrantes de las murgas, no es otra cosa que el recuerdo de la liberación de los grilletes y roturas de cadenas de los esclavos, por ello, se dice también que las murgas nacieron en las zonas donde habitaban los afrodescendientes, con cánticos lastimeros y de alegría.