La aventura reside ahora en "hacer efectiva la política de la parodia" tal y como propone Rosi Braidotti. Por supuesto, a partir de una posición paradójica el no-sujeto moderno crea una ficción de identidad que funciona "como si". "La filosofía feminista del "como si" -escribe Braidotti- no es una forma de rechazo sino más bien la afirmación de un sujeto que carece de esencia, es decir, cuyo fundamento ya no es la idea de la "naturaleza" humana o femenina, sino un sujeto que es capaz a la vez de acciones éticas o morales. Cómo nos advierte lúcidamente Judith Butler, la fuerza de lo paródico radica, precisamente, en convertir la práctica de la repetición en una postura que nos dote de poder político".
El camino que estamos insinuando tiene una fuerte impronta política y ética. Ya no se trata de enfrentarnos con lo transexual -con lo que esta más allá del sexo-, sino de si verdaderamente somos capaces de abordar lo transgenérico -es decir, de ir más allá de las asignaciones ideológicas y sociales en la construcción de la diferencia sexual. Recordemos a Baudrillard: "El cuerpo sexuado está entregado a una especie de destino artificial. (…) Transexual no en el sentido anatómico, sino en el sentido más general de travestido, de juego sobre la conmutación de los signos del sexos". La cuestión sería la de ser capaces de traspasar la barrera de los géneros -el universo de valores tanto de la intimidad como de lo público asignados a la diferencia sexual. Esta opción no sólo es difícil porque conlleva una transformación política de las condiciones de nuestra sociedad, sino porque supone además una apuesta personal.
La obra de Vanessa Beecroft que presenta performances de jóvenes modelos en ropa interior en galerías o museos, representa en cierta forma toda esta complejidad. Ironía, glamour, la falsedad de la moda, el disfraz, la máscara, la parodia de la construcción de la feminidad …. La crítica Rachel Greene escribió a propósito de su trabajo: "Las posibilidades del arte hecho por mujeres ha cambiado profundamente en estos últimos treinta años. Como una joven, mujer artista trabajando en los noventa, Beecroft esta en una complicada pero potencial posición liberada. El advenimiento de un feminismo "pro-sex", la reapropiación de la moda femenina, el cambio de sentimiento hacia el cuerpo femenino, los residuos del sexismo -todas estas cosas convergen en la obra de Beecroft" .
Sexo y género. Cuerpo y subjetividad. El cuerpo no es la imagen de un sujeto centrado y de un deseo único, ni tampoco el lugar de la opresión, el sometimiento y la castración simbólica. Más bien, es el territorio de todos los experimentos. Para ello, el cuerpo sobre el que se trabaja no es el dominio asignificante establecido por la tradición. No es el cuerpo virgen, acultural, previo a la socialización. Al contrario, es el cuerpo que surge una vez se han remodelado todas las prácticas discursivas. Es el cuerpo como producto de todos los efectos normativos, las relaciones sociales, las redes de poder, el cuerpo como expresión de todas aquellas estrategias que determinan nuestro placer y nuestro sufrimiento.
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