Publicado el 14 de Diciembre de 2011 en el Diario Tiempo Argentino
Por Gustavo Sarmiento
A pesar de la medida cautelar que la protegía por su importancia “histórica y cultural”, sucumbió a la topadora el jueves pasado.
La última casa donde vivió Alfonsina Storni en el barrio porteño de Flores fue demolida el pasado jueves, a pesar de que contaba con una medida cautelar dictada por la Legislatura en base a su importancia “histórica y cultural”. Además, como todos los inmuebles anteriores al año 1941, se encontraba protegida por una ley en defensa del patrimonio de la Ciudad que vence el 31 de diciembre y que, por decisión del bloque del PRO, no ha sido prorrogada.
La poeta vivió en Terrada 578, entre Aranguren y Avellaneda, los últimos cuatro años de su vida, junto a su hijo Alejandro. Desde allí partió ya enferma de cáncer a Mar del Plata, en 1938, donde terminó suicidándose en el mar, el 25 de octubre. La casona, construida a principios del siglo XX, aún conservaba la fachada y la estructura original, aunque en las últimas tres décadas había ido deteriorándose hasta ser tapiada el año pasado. Durante el gobierno de Fernando De La Rúa se pretendió incluirla en un recorrido cultural y literario por un barrio en el que también vivieron autores como Julio Cortázar, Oliverio Girondo y Baldomero Fernández Moreno. Y en la gestión de Aníbal Ibarra se propuso convertirla en un taller literario. Esas iniciativas no prosperaron.
La presión de los vecinos de Flores logró, sin embargo, que la Legislatura aprobara en primera lectura su catalogación con nivel de protección cautelar, y luego la casa fue declarada bien integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad, publicado en Boletín Oficial. “Este caso es terrible: hay jurisprudencia que, incluso, indica que si hay un proyecto, aunque no sea ley firme, el bien no se puede tocar porque si no la ley se dictaría en el vacío, ya sin el bien a proteger”, expresó a Tiempo Argentino Mónica Capano, secretaria general de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico y Cultural de la Ciudad. Además, la casa se encontraba bajo el amparo de la Ley 3056, que protege a todos los inmuebles previos a 1941 hasta tanto se termine de catalogarlos, definiendo el valor de cada uno.
La prórroga que venía dictándose cada fin de año en la Legislatura no se dio en 2011, cuando los representantes del macrismo se negaron a tratarla. El hasta hace unos días legislador del PRO y presidente de la comisión de Patrimonio Arquitectónico, Patricio Di Stéfano, sostuvo que se trató de una “demolición clandestina, sin permiso. Lo correcto es sancionar a los responsables de este hecho”. Sobre la falta de prórroga de la 3056, agregó que “lo conveniente era que saliera, pero lamentablemente no hubo consenso de diferentes bloques, no sólo del PRO”.
Los vecinos de Flores planean presentar una denuncia penal y dicen que ya se demolieron casas históricas, como la de Hugo del Carril, y que otras, como la de Roberto Arlt, corren peligro.
“Fue en esta casa que Quinquela Martín la pasó a buscar y la llevó al médico donde le descubrieron el tumor. Con esto han matado otra vez a Alfonsina”, sostuvo el presidente de la Comisión de Vecinos del Barrio de Flores, Carlos Demarco, y agregó: “Si no protestamos, vamos a perder la historia de la Ciudad. En Flores, de 31 casas históricas, quedan menos de la mitad. Acá hay una política de destruir todo y hacer una zona comercial. No les interesa el arte ni la historia, sólo ganar dinero.”
N de la R.
A los mercaderes, sólo les interesa llenar sus arcas.
Si gobiernan, como es en este caso, a Mauricio Macri, nada le importa sobre lo que el Estado deba proteger, pues él considera al Estado como una propiedad privada, como un gran empresa. Y las empresas, están para dar ganancias.
Los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, que lo votaron para que ganara las elecciones con un alto porcentaje de votos, deberían preguntarse algunas cosas. Y cuánto pueden tener ellos de responsabilidad, ya que éste, será el segundo mandato del Jefe de Gobierno. O sea, hay reincidencia.
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