sábado, 30 de marzo de 2013

THEODOR W. ADORNO

Transición de lo bello natural a lo bello artístico

La transición de lo bello natural a lo bello artístico es dialéctica en tanto que transición de dominio. Bello artísticamente es lo dominado objetivamente en la imagen que en virtud de su objetividad trasciende al dominio, Las obras de arte se escapan de este dominio transformando el comportamiento estético que corresponde a lo bello natural en un trabajo productivo cuyo modelo es el trabajo material. Siendo un lenguaje de los seres humanos canto ordenador como
reconciliado, el arte querría llegar a lo que se les oscurece a los seres humanos en el lenguaje de la naturaleza. Las obras de arte tienen en común con la filosofía idealista que sitúan la reconciliación en la identidad con el sujeto; ahí tiene en verdad esa filosofía (como sucede expresamente en Schelling) al arte corno modelo, no al revés. Las obras de arte amplían de una manera extrema el ámbitode dominio de los seres humanos, pero no literalmente, sino en virtud del establecimiento de una esfera para si que mediante su inmanencia puesta se aparta del dominio real y lo niega en su heteronomía. Sólo de esta manera polar, no mediante la pseudomorfosis del arte en la naturaleza, están mediados ambos.
Cuanto más estrictamente se abstienen las obras de arte de la naturalidad y de la copia de la naturaleza, tanto más se acercan a la naturaleza las obras de arte conseguidas. La objetividad estética, reflejo del ser-en-si de la naturaleza, hace triunfar el momento de unidad subjetivamente teleológico; sólo de este modo se vuelven las obras similares a la naturaleza. Frente a esto, toda semejanza particular es accidental, por lo general ajena al arte y cósica. El sentimiento de la necesidad de una obra de arte solo es otra manera de nombrar esa objetividad. Tal como explica Benjamin, la historia del espíritu habitual abusa de este concepto. Se intenta capturar o justificar fenómenos (par lo general, históricos) con los que no hay otra manera de establecer una relación diciendo que son necesarios: por ejemplo, elogiando a una música aburrida porque fue el antecedente necesario de una música grande. a prueba de esta necesidad nunca se aporta: ni en la obra de arte individual ni en la relación histórica de las obras de arte y de los estilos entre si hay una legalidad transparente a la manera de la de las ciencias naturales, y las cosas no están mejor en la legalidad psicológica. De la necesidad en el arte no se puede hablar more scientifico, sino sólo en la medida en que una obra adquiere
importancia gracias a la fuerza de su coherencia, a la evidencia de su ser-así-y-node-otra-manera, coma si tuviera que existir y no se pudiera eliminar. El ser-en-si
al que se entregan las obras de arte no es de algo real, sino anticipación de un seren-si que todavía no existe, de alga desconocido y que se determina a naves del sujeto. Dicen que alga es en si, pero no añaden nada más. De hecho, mediante la espiritualización que el arte ha experimentado durante los últimos doscientos años y que lo ha hecho mayor de edad, el arte no se ha alejado de la naturaleza (como querría la consciencia cosificada), sino que se ha acercado a lo bello natural par cuanto respecta a su propia figura. Una teoría del arte que identifique simplemente la tendencia del arte a la subjetivación con el desarrollo de la ciencia de acuerdo con la razón subjetiva olvidará en beneficio de la plausibilidad el contenido del movimiento artístico. El arte querría realizar con medios humanos el lenguaje de lo no humano. La expresión pura de las obras de arte libera del estorbo cósico, también del llamado material natural, y converge con la naturaleza, igual que en las obras más autenticas de Anton Webern el sonido puro (al que se reducen en virtud de la sensibilidad subjetiva) se convierte en el sonido natural; en el sonido de una naturaleza que habla, en su lenguaje, no en ta copia de una parte de el. En el estado de racionalidad, la elaboración subjetiva del arte como un lenguaje no conceptual es la única figura en la que se refleja algo así como el lenguaje de la Creación, con la paradoja de la ocultación de lo que se refleja. El arte intenta imitar una expresión que no sería una intención humana insertada. Ésta es simplemente su vehículo. Cuanto más perfecta es la obra de arte, tanto más se caen de ella las intenciones. La naturaleza, que de manera mediada es el contenido de verdad del arte, constituye inmediatamente su contrario. Si el lenguaje de la
naturaleza es mudo, el arte intenta hacer hablar a lo mudo, expuesto al fracaso por la contradicción ineludible entre esta idea, que exige un esfuerzo desesperado, y la idea a la que se refiere ese esfuerzo, la idea de algo completamente involuntario.
-----------------------------------------------

No hay comentarios: