domingo, 22 de abril de 2012

CARMELO BONET

De su libro
"Las escuelas literarias"
que puede leerse en Arte y Letras haciendo clic aquí

CLIMA SOCIAL Y ESTÉTICO

El hecho literario, vale decir, la palabra usada en función de belleza, hoy no debe estudiarse como cosa aislada, sino como un hecho relacioando con un clima social.
Esta vinculación de lo estético con lo social es una conquista de la crítica del siglo XIX. Según esa crítica, la obra de arte y, por consiguiente, la obra literaria, no ha de desligarse de las circunstancias que la rodearon al nacer; de las circunstancias sociales, de la "temperatura moral", en el lenguaje de Hipólito Taine.
Cada época tiene sus inquietudes, sus problemas, sus ideas dominantes, sus sentimientos dominantes, eso que llama Fouillée "ideas fuerzas", esto es, ideas pasionales, ideas que ha bajado de la esfera especulativa y procuran realizarse, como (un ejemplo) el socialismo cuando escapa de los libros y penetra en las masas y se carga de pasión.
El artista es un hombre sensible (si no lo fuera, no sería artista), un hombre que vive inmerso en la atmósfera de su tiempo. Dotado de finas antenas, capta todas las ondas y refleja en su obra, aún sin proponérselo, esa atmósfera.
Todos somos hijos de nuestro tiempo, respondemos a una sensibilidad difusa y colectiva. Y si escribimos, nuestra página ha de teñirse de esa sensibilidad.
El haber advertido esta comunión de nuestro espíritu con la época en que nos ha tocado nacer, es un hecho fecundo para la estética literaria, pues explica muchas cosas. Explica, entre otras, la formación de las escuelas literarias y la existencia de estilos de época, que son la manera de expresarse de las escuelas.
Es verdad que hay generaciones que reniegan de su tiempo; la de los parnasianos, por ejemplo. Son antiactualistas. Cierran los ojos a lo contemporáneo y buscan asuntos en épocas pasadas, o tratan de inspirarse en países remotos. Recordemos la bautade de Leconte de Lisle: "Soy demasiado viejo, viejo en tres mil años por lo menos; y vivo a mi pesar en el siglo XIX de la era cristiana"... "Odio a mi época. Desgraciadamente mi odio es inofensivo y sólo me entristece a mí."
Pero es inútil: nadie puede zafarse de su tiempo. El estilo denuncia a estos inadaptados, los aprisiona en la época en que viven: el estilo de época o generacional.
El concepto de "escuela literaria", como movimiento que refleja el clima estético de un período histórico, es utilísimo para el que se inicia en literatura. Para el neófito, el mundo literario se presenta como una cosa vasta, amorfa, confusa. Y bien: la idea de escuela literaria resulta un foco de luz sobre las tinieblas, una guía que pone un poco de orden en ese caos aparente.
Los hechos literarios -como todo hecho social- no pueden, naturalmente, geometrizarse, reducirse a esquemas, creaciones artificiosaa de la mente. No deben encararse como si obedecieran a leyes inmutables. Pero sirven tales esquemas para orientar, como los mapas. Y con esas reservas hay que utilizarlos.
Ya no es admisible la enseñanza de la literatura como una sucesión de autores desconectados entre sí. Agrupándolos en escuelas literarias, el panorama se llena de claridad.
El nacimiento, la maduración y el eclipse de las escuelas literarias es un fenómeno que se percibe con nitidez sobre todo cuando se enfocan las literaturas modernas y contemporáneas, porque su examen se ha estado realizando a la luz de ese concepto de escuela.
Particularmente los franceses han clarificado el proceso de su literatura segmentándola en escuelas. Y como los hechos literarios no tienen fronteras y son generalmente sincrónicos, como se verá más adelante, esas escuelas también aparecen en las otras literaturas.
A partir del reinado de Luis XIII, en Francia, las escuelas se nos presentan perfectamente delimitadas en el tiempo, con sus maestros, sus discípulos y su cuerpo de doctrina. Arrancando del preciosismo del siglo XVII, se van sucediendo: el neoclasicismo, el romanticismo, el realismo, el nauralismo, el parnasianismo, el simbolismo y los varios ismos en que se desgrana el barroco moderno.
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