sábado, 28 de abril de 2012

ABRAHAM HABER

De su libro
SÍMBOLOS, HÉROES Y ESTRUCTURAS
Editorial Hachete 1976

El hombre, creador

La Edad Media no creyó en el hombre como ser capaz de crear. Solamente existía un creador, y éste era Dios. El Renacimiento otorgó al artista la categoría de creador. En consecuencia, así como la divinidad platónica había creado el mundo utilizando las matemáticas, así también el artista utiliza el mismo instrumento para crear su obra de arte. Pero las matemáticas llevaban consigo todo el fondo simbólico y metafísico, de modo que en la obra de arte el artista volcó ideas elaboradas ya en la antigüedad.
Pero esta misma imagen contiene los gérmenes de ideas futuras. Una imagen puede encarnar una idea, pero el artista no puede impedir que se deslicen en ella elementos inconscientes que preparen el terreno para nuevas ideas. Aun más. El inconsciente es más activo cuando más activa es la conciencia.
Si bien el inconsciente es creador, no es cuestión de echarse a dormir y esperar que las soluciones vengan solas. A esta comprobación ha llegado Jung. “La experiencia me ha enseñado que cuando se tiene algún conocimiento de la psicología onírica, fácilmente se sobrevalora lo inconsciente, lo cual disminuye la energía consciente. Pero lo inconsciente sólo funciona satisfactoriamente cuando la conciencia cumple su tarea hasta el límite de sus posibilidades. Un sueño puede, quizá, completar lo que todavía falte, o seguir ayudando donde el mejor esfuerzo ha fracasado. Si lo inconsciente en realidad se hubiera superpuesto a la conciencia, ya no se vería en absoluto dónde estaría la ventaja de la conciencia o por qué en última instancia los fenómenos de la conciencia han resultado necesarios” Hay que agotar todo el trabajo consciente para que lo inconsciente ofrezca sus aportes o soluciones.
Efectivamente, las anticipaciones inconscientes de un mundo futuro son más notables en los artistas que han planteado problemas a la conciencia y se empeñaron en darles soluciones. Leonardo Da Vinci nos ofrece un caso ejemplar: investigación conciente y anticipación del futuro.
En el arte del Renacimiento las matemáticas venían conscientemente cargadas de símbolos e ideas, pero en sus imágenes se deslizan los signos de una filosofía y de una ciencia nueva aun no constituida. La ciencia moderna va a usar una matemática despojada de las implicaciones alegóricas y metafísicas. Emplea una matemática puramente cuantitativa, y es esencial en ella la idea de medida. Galileo decía que el libro de la naturaleza estaba escrito en caracteres matemáticos. “… no podemos comprender el libro sin aprender primeramente el lenguaje y los signos en que está escrito. Este lenguaje son las matemáticas, y los signos son triángulos, círculos y otras figuras geométricas”. Pero los primeros que encuadraron la naturaleza en figuras geométricas y midieron el espacio fueron los artistas del siglo XV. Aplicaron a sabiendas las matemáticas, pero en forma inconsciente gestaron una visión que está en la raíz de la nueva actitud científica que iba a encuadrar a la naturaleza dentro de una matemática meramente cuantitativa. Las modalidades de esta visión se hacen más notables en la perspectiva que sistematizaron. En la Edad Media se había utilizado la perspectiva jerárquica que daba a las figuras un tamaño que correspondía a su jerarquía. Se trata de una perspectiva cualitativa.  Para la perspectiva lineal renacentista, santos y demonios, amos y esclavos, tienen el mismo valor en lo que respecta a su tratamiento. Están sometidos a las mismas leyes que especifican su tamaño en la tela según la distancia que los separa del ojo del pintor. La medida, el número, se convierten en una entidad meramente cuantitativa, indiferente a la cualidad del objeto representado.
Descartes, el fundador del idealismo moderno, dirá en la primera regla de su método que únicamente aceptará como verdadero aquello que se presente ante el espíritu tan claro y tan distinto que no haya forma de ponerlo en duda. Claro y distinto significa en Descartes claro y distinto como en los axiomas de las matemáticas. En este caso también el arte del siglo XV trata su imagen en forma tan clara y tan distinta que se convierte en base del placer estético. El arte renacentista anticipa, entonces, la ciencia y la filosofía modernas. Existe entre los pintores, escultores y arquitectos renacentistas, por un lado, y Galileo y Descartes una diferencia aproximada de dos siglos, y quizá puede parecer exagerada nuestra tesis, pero es necesario tener en cuenta que los desplazamientos del inconsciente colectivo son lentos y a veces son  necesarios siglos para que sus formaciones sean asimiladas a la conciencia…
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