domingo, 20 de enero de 2013

MEMORIA Y VERDAD

Mientras la prensa pida "reconciliación" en lugar de pedir verdad no habrá salida.

Tomado del diario Tiempo Argentino
del 18 de enero del corriente
Por Guido Croxatto

Habría que elaborar en el país una "teoría de la nada" que comenzara por la ESMA. La nada es nada por algo. La nada que quedó está entre nosotros. La nada es una parte profunda y significativa de nosotros. Los desaparecidos están. Hay una nada en el periodismo. (Atemwende) Es la nada de los desaparecidos que vive en el lenguaje. La nada ceniza está esparcida en el aire. En la ESMA hay un crimen irreparable que no puede ser nombrado. Hay un crimen contra la palabra. Contra el lenguaje. Contra la humanidad. Hay algo que no se puede decir. Hay algo que todavía no se nombró. Que fue erradicado. No se dijo. Porque no ha nacido la voz capaz, el hombre o la mujer capaz de decir todo lo que se debe decir aún en un lugar como ese. 
La nada tiene un solo mérito. La nada no es ambigua y elimina toda ambigüedad posible. No nos permite la ambigüedad. (Sartre) La nada deja en claro quién está con el Proceso. Quién dejó que el ser "se pierda en la oscuridad de la noche", dice Sartre. Quién apostó por el no ser. Que es la nada. Por eso a muchos les molesta la memoria. Porque la memoria confronta a la nada. La memoria es la búsqueda de la verdad. Por eso la tarea de la democracia es la tarea de dar la palabra. De reconstruir la dignidad y el derecho. La tarea de la democracia es romper con la retórica del silencio y el olvido (A Rethoric of Silence, Lawrencen Prelli, University of South Carolina Press, 1999). Hay una nada que llegó y que es la repetición (Freud) de lo mismo. No es difícil ver que esa nada (que conduce a muchos a lo superficial) se apoderó de los diarios que fueron cómplices. (diarios en los que antes escribían Storni o Lugones, y hoy escriben Laborda o Majul) Su lenguaje es la nada. No repiten todos los días lo mismo por maldad o por banalidad. No se han puesto de acuerdo en ser banales. Lo repiten porque les sale así. Porque han sido educados en la superficie como periodistas en la nada de esa manera de "no decir". De dejar desaparecer. De enhebrar un silencio. Como hábito llaman a esto "libertad". Llaman a esto palabra. Que parece palabra y no lo es, porque aún no han encontrado, no han descubierto, la palabra. Porque la palabra es para los que renuncian primero, a la complicidad, después al silencio, por el otro. Lo repiten porque de la nada (alguna vez deberíamos pensar la nada, ponerle un nombre a eso que no es dolor, es ausencia que no se puede decir, es una vida tragada) sólo queda la repetición: los ojos de un desaparecido, no son nuestros ojos. De la nada –de esa nada– no se sale sin la verdad. Y a veces ni con ella, como muestra el final de Levi. (Eduardo Luis Duhalde me decía en la Secretaría de Derechos Humanos: ves Guido que siempre hay algo desolador en todo esto, algo triste, algo que si tal vez ahí si nos "reconcilia", hay algo que es muy duro al final, recuerdo la voz de Eduardo leyendo en su despacho, pensando, fumando sus cigarrillos Dunhill mientras leía) Muchos medios necesitan terapia. Para saber de sí. Descubrir en lo que dicen, lo que no puede ser dicho. Lo que no se deja decir. Su ceniza en el artículo. Así crecerán. Así conocerán alguna vez la independencia. El valor. Todavía no encontraron la palabra. Su ceniza sobrevolando redacciones calladas. Disciplinadas. Listas para no informar las noticias que el poder quería ocultar. Las vidas que el poder se tragaba. (Walsh denunció en el '77 lo que había que decir, y ningún otro periodista dijo, lo que otros medios tardaron 20 o 30 años en "saber", fotos que aparecen recién "ahora"). La salida para la prensa, aunque parezca absurdo decirlo, es la búsqueda de la verdad. No hay amanecer de esto. Lo ocurrido no tiene salida. Ni perdón. No se puede tolerar el robo de un hijo a su mama asesinada y violada. No hay reconciliación con un tal crimen. Nos queda la justicia si queremos ser capaces de madurar un día. Qué le diríamos a los ausentes, a Laura Carlotto hoy. Si viviera. (Yo renunciaría al nombre, renunciaría a llamarme como me llamo, porque Guido es uno solo, hay un solo Guido en nuestra sociedad; y se lo dije a esa mujer enorme que es Estela Carlotto en su casa, en Abuelas: yo renunciaría a mi nombre Estela, siento que no es mío, que es algo tuyo, que te debería dar, pero Estela me dijo "a mi me encanta que te llames Guido, sabes", pero a mi me duele todos los días usar un nombre de un nieto que no está, que me llamen "Guido" y yo decir "sí", cuando yo debería decir "nada, no está aun, es ceniza en un nombre"). Levinas dice que la alternativa a la nada que nos desgarra no es la verdad, sino la ética. Tiene razón Levinas. La ética es anterior a todo.  
Al costado de cada palabra de agravio encontramos la nada. La nada que es la ESMA produce vértigo. Hay que liberar a la justicia del silencio. La nada de la que muchos, encerrados en su complicidad (mientras hablan del "deber de informar") no pueden salir. Tienen una ceniza. Piden "unidad", piden "reconciliación". Cuando lo que tienen que pedir es Justicia. Mientras la prensa pida "reconciliación" en lugar de pedir verdad no habrá salida. No habrá conciencia. No habrá palabra. Las palabras se desvanecerán en un cristal de aliento. No habrá prensa libre (sin verdad), habrá una prensa atrapada en la nada, en el silencio, en la "reconciliación". De lo no dicho. Reconciliación significa: pongámonos de acuerdo en "no decir" más. No digamos más. Ya hemos dicho mucho. Dejemos esto "atrás". "No miremos más al pasado." Pero el pasado nos mira. 
Noche y niebla. Todo el escándalo montado alrededor de la ESMA (que contrasta con la poca atención dada a la ESMA durante décadas, o con las palabras  que dijo allí Ban Ki-moon, olvidadas por muchos) apunta a borrar la responsabilidad colectiva que la ESMA encarna. Sobreactuar es haber callado. Es tener el silencio encima. El documental Noche y Niebla, (que hace referencia al Decreto Nacht und Nebel de Wilhem Keitel) dicen los críticos, puso el dedo en una llaga que todavía hoy poca gente se atreve a tocar: la responsabilidad colectiva, no sólo de la sociedad alemana, sino de toda Europa y de la humanidad, (como cree Bauman) respecto a las atrocidades nazis. Fue el hombre –no sólo el alemán– el que sucumbió y se hundió en esas paredes innombrables. Con la ESMA sucede lo mismo. Pero no lo vemos. Pero sino vemos esto, corremos el riesgo de perdernos una vez más en la nada. De esquivar la única pregunta que queda. Una palabra que nadie se atreve a decir. Responsabilidad colectiva. 
En este contexto se cuestiona la "democratización" de la justicia; los que antes pedían mano dura ahora piden "tolerancia". Pleno respeto al "debido proceso" legal. Los que cuestionaban el garantismo y la "puerta giratoria" ahora defienden elegantemente el garantismo (y ponen como "ejemplo" la impunidad de Mathieu Ngudjol, esa impunidad les parece un buen "ejemplo a seguir", no encontraron un ejemplo mejor que ese, más digno, menos elocuente, justo ahora). Esta inversión tiene un sentido concreto: muchos no quieren que la justicia avance y juzgue la complicidad civil con el proceso. Eso es la ESMA. Sobreactuar es haber callado. No haber empujado la puerta. Haber querido una ESMA cerrada por siempre. Sobreactuar es no ver lo que queda de la ESMA hoy. Hay una ESMA en el lenguaje, en las fuerzas que aun torturan y desaparecen, está la ESMA. En la sociedad argentina que calla está la ESMA, sin que nadie se espante de eso. 
"Lamentablemente, nuestra jurisprudencia aún no ha recogido formalmente esta pauta. Y a veces sigue aferrada a un precedente ya obsoleto, resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 1988. Nos referimos al caso Veláquez, al que además con alguna frecuencia se interpreta mal, por no decir torcidamente, como queriendo decir que, en casos de desapariciones, puede probarse el delito investigado mediante simples indicios, presunciones e inferencias. Pero omitiendo decir que en esa misma sentencia se aclara que, en todo caso, eso es de aplicación solamente para los tribunales internacionales y no lo es para los tribunales domésticos, agregando que, no obstante, los indicios, inferencias y presunciones deben siempre llevar a conclusiones claras y consistentes con los hechos. No a relatos sin el sustento adecuado." (La Nación, 26/12/12)
El sustento adecuado. NN. El cuerpo. Floreal. Guido. Laura. Celán daba una lucha con todo su ser en el lenguaje. Para nosotros, la poesía le marca el rumbo al derecho. Los jueces que no leyeron a Celán no saben tal vez lo que es la Justicia después de Auschwitz. Mit den Verfolgten in spätem, un-verschwiegenem, strahlendemBund./ Das Morgen-Lot, übergoldet,heftet sich dir an die mit-schwörende, mit-schürfende, mit-schreibende Ferse. Que se puede traducir: mi alianza con los perseguidos. Yo prefiero traducir estas líneas de Celan como Mi alianza con los silenciados. El enemigo de Celan es el silencio. Una alianza inquebrantable con la palabra de los que no tenían palabra, de los cuerpos que nadie o muy pocos se atrevieron a decir. Y a ver. Allí fue Celan. Allí debe ir el Derecho. Allí debe ir el derecho a buscar su sustento. Lo que muchos medios no dicen es que hay pactos de silencio entre los asesinos que ni el derecho ni la poesía ni la sociedad ni la prensa ni la democracia han podido romper. Y que ese silencio es la responsabilidad colectiva. Es nuestra noche y niebla. Nuestro decreto: callar. Estar callados. Los que callan no son solo los genocidas. Todos callamos en su silencio. Ese es el silencio que hay que enfocar. Eso es lo que debe escandalizarnos. Escudos humanos, usaban, parturientas, combatir, mujeres, violar, huevera, empalar, fueron las primeras palabras de muchas, que aún no han sido dichas. Y que están destinadas a quebrar nuestra conciencia. Allí fue Celan. Allí debe ir el Derecho. 
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