La obra pictórica de Diomede está emparentada inexorablemente con la poesía.
De carácter intimista, introspectivo, a la vez que se sostiene en introvisiones muy profundas que el artista recorrió para legarnos luego en magistral factura la esencia de lo pintado. Es un pintor de esencias.
La sutileza de sus pinceladas, de corto trazo, que si las comparamos con sonidos serían susurros, decididamente nos hacen ver una trama ajustada de colores a los que hay que observar con detenimiento para poder ver lo que en el soporte acontece.
Trabajaba en un aislamiento casi místico, de Eremita; su prédica era el arte y solamente el arte. Dibujante excepcional, obstinado, lo que da sustento a su obra pictórica.
Se mantuvo al margen de toda la ebullición artística de su tiempo, época de grandes cambios en el quehacer artístico, en la búsqueda de nuevas tendencias, de formas, pero él, firme en sus convicciones, hace que su obra cobre aspectos de modernidad cuando concibe el espacio de manera singular, aplicando el color, construyendo formas simples, esbozadas apenas en la tela. Esto lo hace original. Uno de los grandes maestros argentinos.
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