"En cumplimiento de mi tarea de poeta de
brindar una palabra al mundo y mirar al universo con ojos nuevos y descubrir la
verdad oculta en el lenguaje y todas esas cosas, acabo de crear mi primera
palabra." Marina Kogan
Quizás el mítico
sobreviviente beat, Lawrence Ferlinghetti, allá en San Francisco, en su City
Lights, incline aún su antigua cabeza, pero no sus palabras, ante la poesía.
¿Nadie da hoy un cinco, ni un diez por un poema? Es probable que ya exista un
callejòn vacío para las palabras y una imagen luminosa y engañosa desafíe al
màs osado calígrafo de nuestra época. No todos pueden estar en la jugada de la
poesía, es cierto, la era digital manosea la imagen y corrompe la palabra. Es un
signo de nuestros tiempos, qué palabras para un locutor convencido de la
frivolidad de su filosofía.
El
poema es màs viejo que la Coca Cola y permanecerá, digo a mis discípulos,
oyentes callejeros, en bares de la ciudad. Escuchan atónitos, atontados, como
si un murciélago revoloteara por sus cabezas y polinizara con sus neuronas otras
vidas. Las verdaderas palabras siempre encontrarán su sitio, o al menos lo
intentarán. Las que me persiguen en las noches insomnes, son tercas, tenaces,
arbitrarias, rabiosas, dulces viajeras sobrevivientes de todas las
migraciones. No tranzamos ni un maravedí,
florín, rupia, o la màs depreciada de las monedas. El poema conoce mejor que
nadie sus palabras. Sabe su propia receta, que nunca es la
misma.
Sigue siendo un misterio como la
poesìa sobrevive en la mesa de cuidados intensivos. Editoriales, agentes, el
mercado, la manosean y exhiben como una anorèxica en el mundo de las
letras.
En este pequeño libro, como las
viejas portadas clàsicas del Libro Rojo de Mao
Tsè Tung, Ferlinghetti dice algunas cosas. Poesìa es estar de pie, todo un
mensaje al mercado, esa mano invisible que ordena y saca las cuentas a su manera
en unos cuantos bolsillos. En una palabra, no bajar el velo invisible de la
palabra. "Sè un cronista del espacio", apunta el poeta norteamericano autor de
esta Poètica como Arte de Insurgencia. Dar una
mirada al mundo fuera de nosotros, reinventar la idea de la verdad y la belleza.
Cuestiona a los tipos que representan a Dios, a los intermediarios, pareciera,
de la fe, nos dice Ferlinghetti en su lenguaje. "Un poema debe cantar y volar
contigo" Las palabras deben salvarte, fertiliza nuevamente la imaginaciòn. El
poeta quizàs, tù, como un pàjaro que canta y no una cotorra. Nos insta a mirar
la eternidad, no la noche estrecha.
La
vida es un sueño real. Cada època tiene la
poesìa que se merece.
- La Poesía es una santa, la última
resistencia
La
poesìa erecta en sì misma y tiene un fin, para este cronista de su tiempo,
poeta pùblico y provocador. Nos habla de un Poeta total, portador de eros y
libertad, de una poesìa que describe lo establecido, y critica, sin duda, lo
reinventa y pone al servicio de la imaginaciòn. Para Ferlinghetti, compañero de
ruta de Ginsberg y Kerouac, siempre he pensado que la poesìa es una santa, y por
eso el poeta es un bàrbaro subversivo.
Asì escribe Ferlinghetti desde San Francisco y su
religiòn es el compromiso con las palabras comprometidas con el hombre.
"Compromètete con algo que no seas tù mismo", sostiene el viejo beat. No
destruyas el mundo, a no ser que tengas algo mejor para reemplazarlo. La poesìa,
enfatiza y advierte Ferlinghetti, es la ùltima resistencia.
Ferlinghetti tiene 93 años y sigue disparando con el
mismo ruido que hace el polen de los abetos cuando cae en los rìos. El mundo, a
decir verdad, por las crònicas màs optimistas, por las aficiones de los jòvenes
a monologar con las màquinas, a suspenderse en la inocencia de una mata de
marihuana o pincharse una dosis de heroìna, a no leer màs de dos o tres frases y
escribir còdigos màs complejos que los hombres de las cavernas, no tiene en su
agenda ni la frase menos poètica o tonta del dìa. Ha muerto una falsa Mona Chita
en pleno siglo XXI, descendamos de la rama con cierta elegancia. La poesìa es
una empresa inùtil, que lo digan las editoriales, los agentes, escaparates, los
medios impresos y virtuales, las televisoras, las conversaciones habituales, los
foros, universidades, las radios, cualquier parlante o amplificador de palabras.
¿Y las redes sociales, dónde las dejas? Inútil para quienes adoran las
generosas plusvalías de los Best seller. Y otros, levantan un altar a la
trivialización, al ritmo absurdo de los 45 caracteres, rinden culto a la
banalidad y han entregado todas sus energías, conocimientos a la fuerza de
sus dos pulgares a lo peor del mundo digital.
Lo que no vende no lo sostiene el escaparate del mercado.
¿Esta situaciòn la podrìa entender el Dante, Shakespeare, Rimbaud, Francois
Villon, Donne, los clàsicos poetas chinos que sostenìan el mundo con las
palabras? ¿Y Mallarmé, dónde lo dejamos? ¿Hay tanta prisa por abandonar la
realidad? Nada puede seguir siendo igual aunque utilicemos el mismo horno. Un
espejo roto no vuelve a encontrar su imagen aunque le busquen repuesto a su
fachada. Los anónimos, clásicos inmortales, no entraron en este juego de
vanidades. Decidieron suscribir todos los silencios, como si el papel blanco
les representara e inmortalizara en la voz de los que seguimos repitiendo sus
hazañas contadas a través de los tiempos. He compartido por décadas el
anonimato, primero inédito, y después como escritor fantasma. Si algún día me
les aparezco como una sábana, queridos lectores, ese puedo ser yo en uno de mis
tantos trajes. Sobrevivir, es un oficio de carne y hueso. La otra carne a la
carne. La última carne, para el gusano, es un acto natural, inevitable, si no
prefieres las cenizas.
¿Sylvia Plath,
decidiò asfixiarse en un horno y no seguir esperando que la poesìa cambiara
nada? La lista es tan larga como la historia de la poesìa, de quienes
sucumbieron a la realidad de sus propias palabras y al mundo que les rodeaba. El
vaso de cicuta de del que solo se que nada se, fue realmente un acto
poético. Pienso en quienes como Serguei Esenin se cortaron las venas por la
poesìa, su època y vida, o Alejandra Pizarnik que se despegò del aire que la
sostenìa. Y Mayakovski que se disparò en el corazòn. Celan, se lanzó desde el
Puente Mirabeau en París. Alfonsina, ahora vive en el mar. En Chile, Pablo De
Rokha, Alfonso Alcalde; Argentina, Lugones; Asunciòn Silva en Colombia. Poetas
asesinados como Martí, García Lorca, Roque Dalton. Autodesterrados como Vallejo y la Mistral. Poetas que
murieron en la adolescencia de su poesìa, y todos recorrieron casi un mismo
camino: escribieron. Arrinconados algunos porque las palabras no dan para tender
una cama, sino el volátil mantel de la poesía. Todo esto es historia, pero se
repite. ¿No hay un callejón que tenga una salida?. El túnel siempre nos engaña
con su luz al final de la luz màs oscuridad. La palabra no tiene sòlo un sentido y cada època marca
su propio destino. Poetas exiliados como el Dante, Brecht, Machado, Gelman;
poetas exiliados dentro del Chile exiliado, poetas de la diáspora.
Casos inclasificables como E. Pound. Poetas que desaparecieron en la noche de
la poesía como el Conde de Lautremont. Artaud, Tralk, Blake, vivieron sus
propios sueños como tantos otros y los compartimos en bares, la universidad, en
los pasillos y cuartos de pensiones deplorables y adolescentes. Los poetas
cargan sus ruinas y victorias, saben de batallas interminables, por eso la
poesía es tenaz como la velocidad indescifrable de un colibrì. El poema también
se sostiene en el aire, es moneda de uso corriente y destino incierto. ¿La
palabra como una broma que no tiene precio en el mercado?
- Un aire de familia en las
palabras
Poetas de la
Corte, descorteses, ninguneados. Poetas del establecimiento. Poetas de culto y
ocultos. Poetas de palabra y sin palabras. Poetas de fondo y que tocaron fondo.
Poetas taciturnos y de turno. Poetas convidados de piedra y bajo las piedras de
Chile.
Artaud me impactó siempre por su
oscura lucidez transparente dolorosa, un artista nacido de sus obras, no parido
por su madre, afirmaba. Se perdía en su pensamiento, como cuando se sueña,
escribió en Fragmentos de un diario del
infierno, y consideraba que la vida es arderse con las preguntas. Decía
que su pensamiento lo había llenado poco a poco una luz de fin de mundo. Una
afirmación para este tiempo. Es como el árbol de su poema : "se come al corazón
oscuro de la noche". Huésped de manicomios, su mente nunca dejó de pertenecerle.
Le saluda mi pensamiento, se despidió una vez en una carta de su
doctor.
No todos los caminos conducen a
la poesìa. Joyce, Bolaño, muchos como Garcìa Màrquez, se transformaron en
narradores cèlebres, abandonaron la clàsica poesìa en tiritas de versos
verticales como escaleritas sin tierra ni cielo ni aire. El propio Borges
privilegió sus ficciones. ¿El mercado debiera estar agradecido de estos
"trànsfugas"? Comenzó la mayoría con tibios, pálidos poemitas en el verdor de la
adolescencia, que no cuajaron. Las razones tienen mucho de razones conocidas.
La lista es larga, porque inconmensurable es la tentaciòn de la poesìa. El
paraíso pareciera màs cerca de las imágenes, pero está plagado de buenas
intenciones, el que con certeza nos lleva al infierno. A los màs grandes
narradores se les nota el paso de la poesìa por su prosa. ¿Hay un aire de
familia en las palabras? ¿Por qué se fue Adolfo Couve, ahora que pienso en este
aire de familia, a vivir y morir en la marginalidad? Dice que le hubiese gustado
ser poeta, él, narrador y pintor le otorga lo más esencial a la escritura
poética. "Yo no soy poeta y es lo que me
gustaría haber sido, porque es lo más grande que hay. Es la musicalidad más
grande que hay, es el contacto más grande con el misterio. Me encantan Eliot,
Pound... Me fascina cómo Eliot, por ejemplo, mete el discurso cotidiano con los
retazos de historia y cómo hace eso verídico. Yo me acerco con mi prosa lo que
más puedo, y quiero llegar lo más cerca que sea posible de la poesía... me
gustaría arrimarme a ella." No hay duda que fue y vivió como un poeta y
debiéramos rescatar su obra, la elegancia de su trágico destino.
Se le asigna toda la eficacia al lenguaje poètico, la
revolución misma de la inefable palabra, y se le despoja de toda importancia al
mismo tiempo, festina, anula, y rinde algunas pleitesìas subalternas en juegos
florales, concursos que llegan hasta el Nobel. En medio del smog literario, de
las palabras discapacitadas, del lenguaje atronador y atroz de la farándula,
siento escuchar cantos de sirenas auténticas en las márgenes del río Mapocho que
nos recorre a aquellos que ya no estamos aquí ni allà. Esto es un asunto casi
personal. No debe inquietar ni preocupar a ningún lector, que no sepa de que
estamos hablando o si de hecho lo hacemos. ¿La ropa sucia de la poesía se lava
en casa? Inclusive, es recomendable que sea una casa tomada por la poesía y
que sea juez y parte. Nada de medias tintas para lo que ya conocemos o estamos
por develar. Es un río tinto de palabras cuajadas a borbotones, decantadas,
fluidas, despiertas en las dianas y campanas y silencios màs precisos. Poesía de
andenes, pensiones, bares, de noches sudadas, sedadas en la palabra, corregidas
una y otra vez, con huella de mula tenaz sobre una misma huella que no puede
borrarla ni el áspero invierno nevado. También se filtran las palabras en un
reloj de arena que sabe solo de su tiempo y a lo sumo abarca unos cuantos
granos más que se convertirán en polvo de cronos.
- ¿Una palabra puede devastar el
mundo?
La alquimia del
poema y de la poesía es tan antigua como el futuro mismo del género. El oro del
poema es su lenguaje, la relación de sus palabras nuevas para decir lo no dicho,
trascendente, objetivo, popular, una chispa que no se había encendido,
interpretar también una época, no alejarse de la humanidad del hombre y de las
cosas. Ser parte esencial de la vida.
T. Adorno, filósofo y esteta alemán, elevó a la poesía
a la categoría de una expresión humana tan superior, que llegó a decir, que ya
no se escribiría más poesía después de Auschuitz, una frase con contenido de
lápida, un absoluto verbal, una doble sentencia de muerte para el espíritu
humano. El ser humano ya no merecía seguir escribiendo poesía, según Adorno,
algo ya muy repetido y conocido. ¿Un mea culpa alemán? ¿Un exabrupto a secas?
¿Un reconocimiento a la poesía como arte mayor? ¿Por qué la poesía debía
desaparecer después de Auschuitz? ¿El ser humano carecía ya de sentimientos?
¿Adorno quizás quiso decir que si moría el hombre de una manera infame, también
moría la poesía? Mientras exista un hombre en la tierra, no morirá la poesía,
porque forma parte de su imaginario, es una manera de relacionarse con el
mundo, la naturaleza, la cosas que lo habitan y que él mismo ha construido.
¿Vasta mirar hacia el cielo o caminar por la tierra para hacer un poema? Quizás
no, pero ahí está la poesía en el olor al pasto recién cortado. ¿Es la razón de ser del espíritu? Una frase común: todo
tiene poesía. El viejo verso romántico intepretativo le asigna universalidad a
la poesía cuando dice: Poesía eres tú. Singular y plural, la focaliza,
pero somos todos o podemos serlo. La poesía es una pulsación constante, un
fluir, es ese toque único y que hace diferente al poema y la comunicación. No
hay màs palabras para ese poema o texto. Alguien las rumió en el mar, la montaña
o en la ciudad, en una biblioteca, en un cuarto, allí donde surge la pulsaciòn
libre de cualquier otra intervención.
En los campos de concentración nazi murieron más de un
millón de gitanos, comunistas soviéticos, parias, gente desconocida que nadie
recuerda aún ahora. En la Segunda Guerra Mundial murieron 27 millones de
soviéticos; 15 millones de chinos; 9.8 millones de alemanes; 500 mil
norteamericanos; 6 millones de judíos; 3.5 millones de japoneses: 1.7 millones
de yugoslavos; 1.5 millones de hindúes etc.etc. ¿Hiroshima y Nagasaki fueron un
regalo de Dios? ¿El genocidio español en América latina durante siglos cuántas
vidas costó al joven continente americano? ¿La esclavitud salvaje, despiadada,
sin nombre de Àfrica, qué lugar ocupa en la historia de los genocidios? ¿La
Guerra Civil española? J Stalin cargó con sus muertos incontables en Siberia.
¿Viet nam? ¿Los genocidios de las dictaduras latinoamericanas? ¿El genocidio de
los pueblos indios de Estados Unidos? ¿Palestina? ¿Ruanda? ¿Irak? ¿Afganistán?
Los daños colaterales saben a cuantos han muerto en casamientos, velorios,
iglesias, vecindarios, sentados frente a su casa esperando alguna salvación.
Memoria, memoria, sin contar las revoluciones. Después de cada acto de barbarie
del hombre es cuando màs debemos escribir poesía, registrar la historia para no
olvidarla y humanizar la bestia que suele dirigir los destinos del hombre. La
poesía no es un adorno, sino parte esencial del espíritu humano y de su vida
cotidiana. ¿Cuánto pesa en la historia un gramo de poesía? ¿Un verso? ¿Una
palabra? Puede vastar una palabra para devastar el mundo.
Toda frase
corre el riesgo de llevar y contener su propia retórica. Este es sólo un ángulo,
a la poesía finalmente la alimenta el amor. Por cada tragedia humana, también
existe un acto poético. La poesía es vida y atentar contra ella, es hacerlo
también contra la poesía.
Objetividad/subjetividad/este es mi
Manifiesto/Todos a un mismo hueco/precedidos de un mismo polvo/Huesos, el camino
es uno/lo bifurca infinitos pasos/de vivos y muertos/Mariposas
revolotean/gusanos golosean/El poema es carne/palabra fértil/ seguirá al vivo/al
muerto/parlando.
No nos
hagamos cargo de la ausencia de poesía. Es un error cargar los muertos que
mañana cruzarán por nuestra puerta, como si fueran nuevos fantasmas. Nunca se
está preparado para lo que viene, ni siquiera lo que fue. Casi todo sale y entra
por alguna ventana. La poesía no es un círculo, ni un cuadrado, su forma es el
contenido y la forma y viceversa. La poesía fue lluvia, sol, luna, oscuridad,
animal, hombre, tierra, mar, sobrevivencia, fundación, señal, pueblo, todos los
elementos, una manera de vivir y respirar, sentir y nombrar el paisaje y la
vida, amor a todas las cosas, palabras, palabras. La poesía convierte en
creíble los sueños, los hace visibles, reales. Lenguaje, sin duda, siempre
lenguaje.
¿Poesía, un gènero generoso que
solo exige lápiz y papel? ¿Un rincón en algún cuarto de la casa? ¿La palabra
como pasatiempo? ¿Tiempo con y sin palabras? ¿Palabras sin uso o nuevas? ¿Una
inspiración vertical en una noche de desvelos? ¿A quién interrumpe el verbo una
noche cualquiera? ¿Al poema? ¿A la hoja en blanco? ¿A lo no dicho? ¿A la duda
que se seguirà multiplicado en el tiempo y horas?
La poesía bate las lenguas de Babel, en su nueva versión,
època y tiempo, asume su aquí y ahora, como si una coctelera animara la noche
tropical. Poesía: ¿To be or not to be?
¿Seguirá siendo esa la cuestión?
Un mundo
que ya está en el 1984 orwelliano en manos de cámaras, agentes, de un hermano
grande y poderoso, de ojos para verte mejor abuelita, y tener ademàs que
depender de agentes literarios, intermediarios de la palabra y el mercado, el
público, las editoriales, el negocio. A Bolaño lo descubrió un agente-editor en
plena fama, después otra agente màs famosa lo perdió, pero antes los agentes de
Pinochet lo detuvieron unos días sin saber quien era porque en verdad aún no era
nadie màs que Roberto Bolaño. Un Chacal aparentemente lo recuperó. A Joyce le
rechazaron 33 veces su obsceno Ulysses y se lo
quemaron. A Borges lo premiaron a los 60 años, un premio compartido. Después en
narrativa y toda su obra, volvió a compartir, esta vez el Cervantes. Y a tí,
farandulero, todos los días te aplauden.
En mis tiempos de verdadera desesperación le escribí a
editores, agentes, amigos con contactos, con tal de salir de Limbo City,
indocumentado, sin trabajo, olvidado por todas las miserias -la personal es la
más real- enviaba textos, mensajes, hacía consultas, recibía promesas,
silencios, averiguaciones, contactos sobre contactos, recomendaciones,
observaciones personales, simplemente no reparaba en esfuerzos. Me ilusionaba en
el paisaje que recorrería con una Musa volátil, alada de piernas y lejana de
proximidades. Vaticinada, quizás, por dioses audaces y arbitrarios. La palabra
promesa fue adquiriendo una fuerza bíblica y una dimensión de montaña
inalcanzable y aplastante al mismo tiempo. Soñaba, deliraba, viajaba en la
vigilia. Aviones, trenes, buses, aeropuertos, estaciones sin vigías, caminos,
un tiempo circular en el mismo lugar del sueño. Algunos truenos y relámpagos,
habituales en el invierno tropical, solían despertarme agitado, bañado en sudor
con un mapa imaginario en la febril imaginación. Despertaba en Denver. Fueron
años. Los cristales de los rascacielos de la ciudad crecían como hongos
fosforescentes frente al mar, los nuevos espejitos de la reconquista de una
naturaleza que fue paraíso. Muros brillantes con luna menguante o llena,
inquilinos que adoran el cielo y sustentan sus raices en el aire. En las noches
de tormenta tropical veo como repiten mi imagen dormida y el mar sigue con sus
mismas mareas meciendo la orilla de la ciudad. Un tren interminable me llevaba a
ninguna parte. No usaba los dos océanos, sino el aire de mi
respiración.
El espejo de Alicia se había quebrado
¿Todo se lo debo a la poesía? Kafka, Bolaño,
Kerouac, Celan, D. Thomas, Tralk, Millán y los clásicos chilenos, Panero, desde
luego, Mukarama, Carver, Coloane, lecturas ociosas, repetidas, diarios,
proyectos y escalofríantes manuales, forman parte de estas horas y
práctica aparentemente interminables, así como los innombrables. Y un ejercicio
de sobreviviencia de sostener edificios con palabras. Uno piensa que el acero,
hierro, cemento, el vidrio y el ingenio del arquitecto podrìan dar con un diseño
para la posteridad, pero las palabras recrean y fundan el espacio que alguien
habitará. Las palabras son engañosas en los contratos de letra chica, pero no
cuando recrean una obra y la ponen a respirar. Los vientos cruzados de la poesía
son indispensables en la arquitectura de la palabra. La arquitectura surge de
una idea y el poema también.
Una
simpática señora me ofreció editar mis libros y me envió un mapa de donde y como
se distribuiría en el Norte, incluido Canadá. En ese tiempo era virgen,
completamente inédito, y sin apuro de lo que se llama empujar el carrito con
velocidad. Además, según la encantadora editora, yo debía presentar mis libros
de ciudad en ciudad. Eso fue lo que más me encantó, sedujo de una manera propia
de una estrella de circo. El proyecto se derrumbò por costes, la universidad ya
no contaba con màs dinero que para editarla a ella, todo se convirtió en
sombras nada màs. Alcancé a hacer una hoja de mi currículum breve. Eso me quedó
para la posteridad. Búscate un agente, me dijo, todos lo tenemos. Presenta un
plan. Era todo tan estratégico. No supe más de la editora, hasta que tiempo
después le pregunté que pasó y ya lo olvidé, porque fue un largo y peludo camino
de no se pudo. En otro de mis pasos hacia la edición, conversé con otra amiga
que intentó conectarme con gente experimentada en estos menesteres, pero que
arguyeron dos argumentos en contra, uno, que era inédito, esto para un posible
viaje y presentación. Ahí no alcanzamos a hablar de edición. Y el segundo
argumento, es que las platas se habían recortado in extremo en época de Busch y
esto de escritores, viajes, ediciones, presentaciones, olía mal y además podría
desestabilizar la permanencia de un Decano que estaría por jubilarse en una
prominente universidad. Cero riesgo en este tipo de aventuras. La poesía puede
esperar, sentí que dijeron. Y llegué a imaginar que se podría derrumbar el
centro històrico de Filadelfia, por ejemplo, un lugar fundacional, con esto de
someter a este ejercicio de buscar un hueco a un poeta enteramente desconocido
-pueden llegar a ser los más peligrosos- por esto de que el anonimato contiene
el germen del terrorismo. Terminamos mal, como campanario sin campanas, ecos
vagos tal vez, no había nada que tocar. El camino se hace al andar, aunque sea
en reversa. Las sugerencias no se detenían, escribe a este y este otro. Una
musiquilla de bar en sordina, en uno de esos Wullitzer que nos dejaron el
encanto de sus momentos y almas en el vilo de las noches
insomnes.
Acudí a mi país de origen. No
nos interesa fue la respuesta editorial. Conocí a alguien màs del Caribe con
muchos contactos, pero todo se esfumaba como las olas al llegar a la orilla.
Espuma, sólo espuma, Vallejo.
La Mistral
y Huidobro editaron primero fuera de Chile. Un consuelo, me dije, propio de un
engreido. Fue cuando quemé las viejas naves y decidí embarcarme en un buque
insigne, de reconocida solvencia, éxito. Un poeta de provincia me dio un nombre
sagrado, único, irrepetible, un santón, icono de los agentes latinos exitoso
en España. De alguna manera apareció su correo electrónico. Sí, el del
argentino Guillermo Schavelzon, quien cortesmente me dijo que tenía cientos de
materiales para leer y revisar y que era imposible hacerse cargo, qué palabrita,
de otro texto, papel o libro màs. Pude haberle enviado una Biblia, 100 años de
Soledad, Mi propia soledad o una Divina estupidéz convertida en Comedia y para
el caso hubiese sido lo mismo. Después hubo otros intentos que fueron eso, vanos
intentos vanos. No bastaba con saber que existía la imprenta de Gutemberg.
Recuerdo que una escritora mexicana con algunos conocimientos, contactos
editoriales, me hablaba de su novela, y como iba acercándose a la publicación
después de tocar puertas, ser recomendada e insistir con fe guadalupana. Dos
escritores chilenos cruzaron por el istmo, uno me habló de hacer un plan y otro
me dijo, estaré al cateo de la laucha, un chilenismo de espera, a ver que pasa,
si salta la liebre. El espejo de Alicia se había quebrado una y otra vez. El
museo de la retórica parecía saturado.
Las historias son muchas, pero nadie abriò una puerta.
Lo único que llegaba eran esas ofertas de pagar para participar en una
antología entre desconocidos. Me olvidé de
esa ruta casi invisible o mejor dicho imposible. Definitivamente a nadie le
interesaba ser agente de un poeta inédito, aunque haya ganado unos premios y
escriba prosa. Ya los mecenas no existen, solo quieren ganar dinero con
productos "sólidos", concretos, comerciales. La gran novela es lo esperado. Me
di por enterado. Ya un diplomático cazurro me había trazado ese camino como una
alternativa de superar la sombra que suele acompañar a la palabra inédita,
escondida. En esta ruta de largo aliento que es la literatura, se van conociendo
cosas y el manejo de las mismas cosas de acuerdo con el cristal con que se
miran. Los poetas se organizan en cofradías, pequeños proyectos, contactos
subterráneos y por ahí van avanzando como topos por el bosque de las
alcantarillas, hasta que salen a tomar sol algunas ediciones. Los agentes no están para proteger la poesía/
sino el orden/que la mano invisible/ del mercado/ sabiamente ha
ordenado..
Los vivos y muertos de Comala
Desde luego, existen celebridades reconocidas por los
premios oficiales, canónicos, promotores de un género aislado en los rincones
poéticos como una naturaleza muerta, refugiado en algunas universidades,
premiado en juegos florales, ejercicio dominical, objeto de talleristas, la
poesía como una curiosidad museológica. "No, yo no leo poesía. No la entiendo.
Es muy difícil. No me llega. No tengo tiempo. ¿Para qué escribes poesía?" Es la
pregunta que se hizo Adorno en otro sentido. ¿O la poesía es el género
discriminado como las Nanas de Chile?
Con la próxima Feria del Libro de Guadalajara 2012, la
FIL dedicada a Chile, en México, habrá una gran oportunidad para la poesía,
porque Chile tendrá que presentar su batería poética, jamás rendida ante el
enemigo ni arriada sus palabras. En Jalisco, la poesía no puede perder. Juan
Rulfo estará de fiesta en su silencioso silencio, un retiro circunstancial,
porque su literatura sigue viva entre los muertos de Comala y los vivos de este
mundo.
Vidrios rotos/la poesía se mira al
espejo/sonríe contigo lector/une los pedacitos /¿Son palabras las palabras?/ El
espejo pregunta por tu imagen/La sombra recupera sombras/ otras imágenes/y la
voz/ las evoca/.
¿La poesía se mira, pero no se compra?. ¿Se
hojea y lee al paso?. Se le soba el lomo en los estantes. Una palmadita y se le
vuelve acomodar con todas paginitas, poemitas, hojitas casi sin arrugar. Brilla
en algunas pequeñas grandes ocasiones cuando se le siente necesaria y así rinde
tributo a la palabra, a los viejos bardos, el lenguaje, sensibilidad, al amor,
por último. Se prepara, de vez en cuando, una perfomance a la medida de, como
una buena costumbre, para festejar esta curiosidad de cortar las palabras,
decirlas como si solo algunos las entendieran y les interesara. Se le atribuye
una cierta propiedad de curar corazones melancólicos, de destapar sueños
adolescentes, mover poderosos pequeños mundos personales, rescatar a príncipes
y princesas de bosques encantados, estremecer muros, unir corazones solitarios,
encantar oídos selectos, irritar a dictadores, homenajear como pocas artes, la
belleza, inclusive arengar la polìtica, ser épica, ser una expresión comodín
como si todo tuviera poesía. La poesía está en todas partes pero no hay un sólo
dios que la escriba.
¿Todo
era oscuro antes del poema? /No había poema, nada./ ¿Un poema sostenía el mundo?
/La palabra era un signo mudo/quizás indefenso/o poderoso como el
silencio.