domingo, 14 de julio de 2013

UNA VUELTA DE CUERDA FEMENINA

A Andrea la conocí de pequeña, cuando ella pasaba horas y horas sentada al piano.
Su padre, Omar Marsili, escritor y amigo, me había invitado a exponer mis esculturas en la Ciudad de Rosario. Tuve el honor, mientras duró la muestra, de alojarme en su casa.
Allí, se dieron largas, hermosas y profundas conversaciones con Andrea, que, siendo una niña, ya sabía cuál sería su destino de artista.
Con placer, con emoción, publico esta nota, que me lleva a aquellas tardes y noches, que guardo en mi memoria con profundísimo afecto. HB.

Recién llegada de París, la agrupación que dirige Andrea Marsili se presentará mañana y pasado en el Maipo con Tangokinesis.

La nota me la envió Omar Marsili.
Por Federico Monjeau

FLORES NEGRAS
Fleurs Noires (Flores Negras) es uno de los fenómenos más atractivos en la escena internacional del tangol. Orquesta “típica” y curiosa al mismo tiempo, su planta es exclusivamente femenina: la integra una decena de jóvenes argentinas y francesas. Fue creada en 2003 y la dirige la pianista y compositora Andrea Marsili, que nació en Rosario y vive en París desde 2002.

La orquesta tiene su sede en la capital francesa, pero viaja seguido por el interior de Francia y el resto de Europa, y de tanto en tanto el radio se amplia hasta su otra media patria. El año pasado tocó en Buenos Aires en el marco del Festival de Tango, gira que además incluyó presentaciones en el interior y en el Mozarteum de San Juan. Ahora vuelven con un proyecto diferente: dos presentaciones en el Maipo con el ballet de Ana María Stekelman Tangokinesis, más una abundante agenda en el interior (ver recuadro).

La orquesta arribó a Buenos Aires el viernes al mediodía, un par de horas antes del primer ensayo en el Maipo, y en medio de ese intervalo Clarín conversó con la directora Marsili y con la bandoneonista Carolina Poenitz (también originaria de Rosario).

Ambas aguardan con expectativa las coreografías de Stekelman, ya que el asunto del baile es por lo común problemático para el estilo musical de Flores Negras, cuyo repertorio está integrado casi en su totalidad por composiciones originales de Andrea Marsili. “Los bailarines -explica Poenitz-, al menos en Francia, tienen una formación bastante tradicional. No están muy abiertos. La música de Andrea varía mucho la estructura rítmica, y eso complica al bailarín”.

En los conciertos de Flores negras ¿suele haber baile?

Poenitz : “Por ahí te ponen una o dos parejas. Sobre todo fuera de Francia y en el interior de Francia, donde por lo general el público quiere ver tango bailado.

¿Y en París?

Poenitz : No, en París está todo super bien con el tango instrumental puro, sin baile.

Marsili : Y sin duda es mejor así. Hasta ahora nuestros encuentros con el baile son, digamos, pasables, pero no demasiado emocionantes. Por eso esperamos con mucho interés esta experiencia con Tangokinesis, que hace una fusión de tango y danza contemporánea.

Haya o no baile, ustedes constituyen, en tanto orquesta de chicas, un hecho escénico en sí mismo. ¿Han trabajado ese hecho escénico?

Poenitz : Lo trabajamos bastante en un principio, ahora ya no. Ya es natural. Es algo que pasa entre nosotras: hay movimientos, miradas, una busca a la otra en un pasaje conjunto. Yo creo que a la gente le gusta ver eso. Es una relación de muchos años, aunque al principio no era fácil, ya que muchas de nosotras veníamos de la experiencia clásica, donde todo es más rígido.

Quien haya tenido la ocasión de oír en vivo Flores Negras habrá podido comprobar que esa conexión emocional llega al sonido mismo y proporciona a la orquesta su plus de intensidad. Tal vez pueda hablarse efectivamente de un sonido femenino. Dice Poenitz: “Yo me acuerdo lo que me decía mi maestro de bandoneón. Las mujeres tocan el bandoneón de otra forma que los hombres. No tienen la fuerza de los varones, pero tienen otra cosa. Y a él le atraía justamente esa otra cosa...” Y Marsili agrega: “Hay algo que yo me dije a mí misma cuando era una adolescente ya interesada por el género y me iba a escuchar todas las orquestas de tango que pasaban por Rosario. Muchas veces me parecía que los músicos tocaban marcando tarjeta. No voy a hacer lo mismo, pensé. Yo quería transmitir la energía propia del tango. No sé bien cómo, pero llega un momento en la vida de los músicos en que todo se vuelve más rutinario y se pierden las primeras ganas. Nosotras tratamos de mantener ese primer sentimiento; ese es nuestro acuerdo básico”.

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