SÍMBOLOS, HÉROES Y ESTRUCTURAS
Editorial Hachete 1976
El hombre, creador
La Edad Media no creyó en el
hombre como ser capaz de crear. Solamente existía un creador, y éste era Dios.
El Renacimiento otorgó al artista la categoría de creador. En consecuencia, así
como la divinidad platónica había creado el mundo utilizando las matemáticas,
así también el artista utiliza el mismo instrumento para crear su obra de arte.
Pero las matemáticas llevaban consigo todo el fondo simbólico y metafísico, de
modo que en la obra de arte el artista volcó ideas elaboradas ya en la
antigüedad.
Pero esta misma imagen contiene
los gérmenes de ideas futuras. Una imagen puede encarnar una idea, pero el
artista no puede impedir que se deslicen en ella elementos inconscientes que
preparen el terreno para nuevas ideas. Aun más. El inconsciente es más activo
cuando más activa es la conciencia.
Si bien el inconsciente es
creador, no es cuestión de echarse a dormir y esperar que las soluciones vengan
solas. A esta comprobación ha llegado Jung. “La experiencia me ha enseñado que
cuando se tiene algún conocimiento de la psicología onírica, fácilmente se
sobrevalora lo inconsciente, lo cual disminuye la energía consciente. Pero lo
inconsciente sólo funciona satisfactoriamente cuando la conciencia cumple su
tarea hasta el límite de sus posibilidades. Un sueño puede, quizá, completar lo
que todavía falte, o seguir ayudando donde el mejor esfuerzo ha fracasado. Si
lo inconsciente en realidad se hubiera superpuesto a la conciencia, ya no se
vería en absoluto dónde estaría la ventaja de la conciencia o por qué en última
instancia los fenómenos de la conciencia han resultado necesarios” Hay que
agotar todo el trabajo consciente para que lo inconsciente ofrezca sus aportes
o soluciones.
Efectivamente, las anticipaciones
inconscientes de un mundo futuro son más notables en los artistas que han
planteado problemas a la conciencia y se empeñaron en darles soluciones.
Leonardo Da Vinci nos ofrece un caso ejemplar: investigación conciente y
anticipación del futuro.
En el arte del Renacimiento las
matemáticas venían conscientemente cargadas de símbolos e ideas, pero en sus
imágenes se deslizan los signos de una filosofía y de una ciencia nueva aun no
constituida. La ciencia moderna va a usar una matemática despojada de las
implicaciones alegóricas y metafísicas. Emplea una matemática puramente
cuantitativa, y es esencial en ella la idea de medida. Galileo decía que el
libro de la naturaleza estaba escrito en caracteres matemáticos. “… no podemos
comprender el libro sin aprender primeramente el lenguaje y los signos en que
está escrito. Este lenguaje son las matemáticas, y los signos son triángulos,
círculos y otras figuras geométricas”. Pero los primeros que encuadraron la
naturaleza en figuras geométricas y midieron el espacio fueron los artistas del
siglo XV. Aplicaron a sabiendas las matemáticas, pero en forma inconsciente
gestaron una visión que está en la raíz de la nueva actitud científica que iba
a encuadrar a la naturaleza dentro de una matemática meramente cuantitativa. Las
modalidades de esta visión se hacen más notables en la perspectiva que
sistematizaron. En la Edad Media se había utilizado la perspectiva jerárquica
que daba a las figuras un tamaño que correspondía a su jerarquía. Se trata de
una perspectiva cualitativa. Para la
perspectiva lineal renacentista, santos y demonios, amos y esclavos, tienen el
mismo valor en lo que respecta a su tratamiento. Están sometidos a las mismas
leyes que especifican su tamaño en la tela según la distancia que los separa
del ojo del pintor. La medida, el número, se convierten en una entidad
meramente cuantitativa, indiferente a la cualidad del objeto representado.
Descartes, el fundador del
idealismo moderno, dirá en la primera regla de su método que únicamente
aceptará como verdadero aquello que se presente ante el espíritu tan claro y
tan distinto que no haya forma de ponerlo en duda. Claro y distinto significa
en Descartes claro y distinto como en los axiomas de las matemáticas. En este
caso también el arte del siglo XV trata su imagen en forma tan clara y tan
distinta que se convierte en base del placer estético. El arte renacentista anticipa,
entonces, la ciencia y la filosofía modernas. Existe entre los pintores,
escultores y arquitectos renacentistas, por un lado, y Galileo y Descartes una
diferencia aproximada de dos siglos, y quizá puede parecer exagerada nuestra
tesis, pero es necesario tener en cuenta que los desplazamientos del
inconsciente colectivo son lentos y a veces son
necesarios siglos para que sus formaciones sean asimiladas a la
conciencia…
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