viernes, 10 de mayo de 2013

GILLES DELEUZE

Pensamiento nómada (Sobre Nietzsche)

Si nos preguntamos qué es o en qué se ha convertido Nietzsche hoy, sabemos bien en qué dirección hemos de buscar. Hay que mirar hacia los jóvenes que están leyendo a Nietzsche, descubriendo a Nietzsche. Nosotros, la mayor parte de los presentes, somos ya demasiado viejos. ¿Qué es lo que un joven descubre hoy en Nietzsche, que no es seguramente lo mismo que descubrió m¡ generación, como eso no era ya lo mismo que habían descubierto las generaciones anteriores? ¿Por qué los músicos jóvenes sienten hoy que Nietzsche tiene que ver con lo que hacen, aunque no hagan en absoluto una música nietzscheana, por qué los pintores jóvenes, los cineastas jóvenes se sienten atraídos por Nietzsche? ¿Qué está pasando, es decir, cómo están recibiendo a Nietzsche? Todo lo que en rigor podemos explicar desde fuera es el modo en que Nietzsche siempre reclamó, para sí mismo tanto como para sus lectores contemporáneos y futuros, cierto derecho al contrasentido. Da igual qué derecho, por otra parte, puesto que posee reglas secretas, pero en todo caso cierto derecho al contrasentido, del que hablaré enseguida, y que hace que no venga al caso comentar a Nietzsche como se comenta a Descartes o a Hegel. Me pregunto: ¿quién es, hoy, el joven nietzscheano? ¿El que prepara un trabajo sobre Nietzsche? Quizá. ¿0 es más bien aquel que, poco importa si voluntaria o involuntariamente, produce enunciados singularmente nietzscheanos en el curso de una acción, de una pasión o de una experiencia? Hasta donde yo sé, uno de los textos recientes más hermosos, y uno de los más profundamente nietzscheanos, es el que ha escrito Richard Deshayes, Vivir es sobrevivir, un poco antes de ser alcanzado por una granada en una manifestación (a). Quizá una cosa no excluye la otra. Acaso sea posible escribir sobre Nietzsche y además producir enunciados nietzscheanos en el curso de la experiencia.
Somos conscientes de los riesgos que nos acechan en esta pregunta: ¿qué es Nietzsche hoy? Riesgo de demagogia («Los jóvenes están con nosotros…»). Riesgo de paternalismo (consejos a un joven lector de Nietzsche). Y, sobre todo, el riesgo de una abominable síntesis. En el origen de nuestra cultura moderna está la trinidad Nietzsche, Freud, Marx. Da igual si todo el mundo se ha deshecho de ella de antemano. Puede que Marx y Freud sean el amanecer de nuestra cultura, pero Nietzsche es algo completamente distinto, es el amanecer de una contra- cultura. Es evidente que la sociedad moderna no funciona mediante códigos. Es una sociedad que funciona a partir de otras bases. Si consideramos, pues, no tanto a Marx y Freud literalmente, sino aquello en lo que se han convertido el marxismo y el freudismo, vemos que están inmersos en una suerte de intento de recodificación: por parte del Estado, en el caso del marxismo («es el Estado quien te puso enfermo y el Estado es quien te curará», porque ya no será el mismo Estado); por parte de la familia, en el caso del freudismo (la familia te pone enfermo y la familia te cura, porque no es ya la misma familia). Esto es lo que sitúa ciertamente, en el horizonte de nuestra cultura, al marxismo y al psicoanálisis como las dos burocracias fundamentales, una pública y otra privada, cuyo objetivo es realizar mejor o peor una recodificación de lo que no deja de descodificarse en nuestro horizonte. La labor de Nietzsche, en cambio, no es ésa en absoluto. Su problema es otro. A través de todos los códigos del pasado, del presente o del futuro, para él se trata de dejar pasar algo que no se deja y que jamás se dejará codificar. Transmitirlo a un nuevo cuerpo, inventar un cuerpo al que pueda transmitirse y en el que pueda circular: un cuerpo que sería el nuestro, el de la Tierra, el de la escritura…
Sabemos cuales son los grandes instrumentos de codificación. Las sociedades no cambian tanto, no disponen de infinitos medios de codificación. Conocemos tres medios principales: la ley, el contrato y la institución. Los hallamos bien representados, por ejemplo, en las relaciones que los hombres han mantenido con los libros. Hay libros de la ley, en los cuales la relación del lector con el libro pasa por la ley. Se les llama precisamente códigos en otros lugares, y también libros sagrados. Hay otra clase de libros que tienen que ver con el contrato, con la relación contractual burguesa. Ésta es la base de la literatura laica y de la relación comercial con el libro: yo te compro, tú me das qué leer; una relación contractual en la cual todo el mundo está atrapado: autor, editor, lector. Y hay, luego, una tercera clase de libros, los libros políticos, preferentemente revolucionarios, que se presentan como libros de instituciones, ya se trate de instituciones presentes o futuras. Y hay toda clase de mezclas: libros contractuales o institucionales que se tratan como libros sagrados…, etcétera. Todos los tipos de codificación están tan presentes, tan subyacentes, que los encontramos unos en otros. Tomemos otro ejemplo, el de la locura: los intentos de codificar la locura se han llevado a cabo de las tres formas. Primero, bajo la forma de la ley, es decir, del hospital, del manicomio - la codificación represiva, el encierro, el antiguo encierro que está llamado a convertirse, andando el tiempo, en una última esperanza de salvación, cuando los locos empiecen a decir: «Qué buenos tiempos aquellos en que nos encerraban, porque ahora nos hacen cosas peores». Y hay una especie de golpe magistral, que ha sido el del psicoanálisis: se sabía que había quienes escapaban a la relación contractual burguesa tal y como se manifiesta en la medicina, a saber, los locos, ya que no podían ser parte contratante por estar jurídicamente «inhabilitados». La genialidad de Freud consistió en atraer a la relación contractual a una gran parte de los locos, en el sentido más lato del término, los neuróticos, explicando que era posible un contrato especial con ellos (de ahí el abandono de la hipnosis). Fue el primero en introducir en la psiquiatría - y ello ha constituido finalmente la novedad psicoanalítica- la relación contractual burguesa, excluida hasta ese momento. Y después nos encontramos con las tentativas más recientes, en las cuales son evidentes las implicaciones políticas y a veces las ambiciones revolucionarias, las tentativas llamadas institucionales. He ahí el triple medio de codificación: si no es la ley, será la relación contractual, y si no la institución. Y en estos códigos florecen nuestras burocracias.
Ante la forma en que nuestras sociedades se descodifican, en que sus códigos se escapan por todos sus poros, Nietzsche no intenta llevar a cabo una recodificación. Él dice: esto no ha hecho más que empezar, todavía no habéis visto nada («la igualación del hombre europeo es hoy el gran proceso irreversible: habría incluso que acelerarlo.). En cuanto a lo que piensa y escribe, Nietzsche persigue un intento de descodificación, no en el sentido de esa descodificación relativa que consistiría en descifrar los códigos antiguos, presentes o futuros, sino de una descodificación absoluta: transmitir algo que no sea codificable, perturbar todos los códigos. Esto no es fácil, ni siquiera en el nivel de la mera escritura y del lenguaje. Sólo le encuentro parecido con Kafka, con lo que Kafka hace con el alemán en función de la situación lingüística de los judíos de Praga: construye, en alemán, una máquina de guerra contra el alemán; a fuerza de indeterminación y de sobriedad, transmite bajo el código del alemán algo que nunca se había escuchado. En cuanto a Nietzsche, él se siente polaco frente al alemán. Se sirve del alemán para poner en marcha una máquina de guerra que transmita algo que no se puede codificar en alemán. Eso es el estilo como política. En términos más generales, ¿en qué consiste el esfuerzo de este pensamiento, que pretende transmitir sus flujos por encima de las leyes, recusándolas, por encima de las relaciones contractuales, desmintiéndolas, y por encima de las instituciones, parodiándolas? Vuelvo otra vez al ejemplo del psicoanálisis: ¿por qué una psicoanalista tan original como Melanie Klein permanece aún en el sistema psicoanalítico? Ella misma lo dice a la perfección: los objetos parciales de los que habla, con sus explosiones, sus caudales, etcétera, son fantasías. Los pacientes aportan estados vividos, experimentados intensivamente, y Melanie Klein los traduce como fantasías. Ahí tenemos un contrato, específicamente un contrato: dame tus experiencias vividas, y yo te devolveré fantasías. Y el contrato implica un intercambio de dinero y de palabras. Aún más, un psicoanalista como Winnicott llega auténticamente al límite del análisis porque tiene la impresión de que, a partir de cierto momento, este procedimiento no es conveniente. Hay un momento en el que ya no se trata de traducir, de interpretar, de traducir en fantasías o de interpretar en significados o significantes, no, no es eso. Hay un momento en el que hace falta compartir y meterse en el ajo con el enfermo, hay que participar de su estado. ¿Se trata de una especie de simpatía, o de empatía, de identificación? Como mínimo, es ciertamente más complicado. Lo que sentimos es la necesidad de una relación que ya no sea legal, ni contractual, ni institucional. Y eso es lo que sucede con Nietzsche. Leemos un aforismo o un poema del Zaratustra. Material y formalmente, estos textos no se comprenden ni mediante el establecimiento o la aplicación de una ley, ni por la oferta de una relación contractual, ni a través de la instauración de una institución. El único equivalente concebible podría ser «estar en el mismo barco». Algo de Pascal que se vuelve contra el propio Pascal. Estamos embarcados en una especie de balsa de la Medusa, mientras las bombas caen a nuestro alrededor y la nave deriva hacia los glaciales subterráneos, o bien hacia los ríos tórridos, el Orinoco, el Amazonas, y los que van remando no se aprecian entre ellos, se pelean, se devoran. Remar juntos es compartir, compartir algo, más allá de toda ley, de todo contrato, de toda institución. Una deriva, un movimiento a la deriva o una «desterritorialización»: lo digo de manera muy imprecisa, muy confusa, porque se trata de una hipótesis o de una vaga impresión acerca de la originalidad de los textos nietzscheanos. Un nuevo tipo de libro.
¿Cuáles son las características de un aforismo de Nietzsche para que llegue a producir esta impresión? Hay una que Maurice Blanchot ha esclarecido particularmente en El diálogo inconcluso (b). Es la relación con el exterior. En efecto, cuando se abre al azar un texto de Nietzsche, se tiene una de las primeras ocasiones de soslayar la interioridad, ya sea la interioridad del alma o de la conciencia o la interioridad de la esencia o del concepto, es decir, aquello que siempre ha constituido el principio de la filosofía. Lo que confiere su estilo a la filosofía es que la relación con lo exterior siempre está mediatizada y disuelta por y en una interioridad. Nietzsche, al contrario, basa su pensamiento y su escritura en una relación inmediata con el afuera. ¿Qué es un cuadro bello o un gran dibujo? Hay un marco. Un aforismo también está enmarcado. Pero ¿a partir de qué momento se convierte en belleza lo que hay en el marco? A partir del momento en que sabemos y sentimos que el movimiento, que la línea enmarcada viene de otra parte, que no comienza en el límite del cuadro. Como en la película de Godard, se pinta el cuadro con el muro. Lejos de ser una delimitación de la superficie pictórica, el marco es casi lo contrario, es lo que le pone en relación inmediata con el exterior. Así, conectar el pensamiento con el exterior, eso es lo que, literalmente, nunca han hecho los filósofos, incluso cuando han hablado de política, de paseo o de aire libre. No basta con hablar del aire libre o del exterior para conectar el pensamiento directa e inmediatamente con el exterior.
«[…] Llegan igual que el destino, sin motivo, razón, consideración, pretexto, existen como existe el rayo, demasiado terribles, demasiado súbitos, demasiado convicentes, demasiado distintos para ser ni siquiera odiados […] ». Éste es el célebre texto de Nietzsche sobre los fundadores del Estado, «esos artistas con ojos de bronce» (Genealogía de la moral, II, 17). ¿0 es el de Kafka sobre La muralla china? «Es imposible llegar a comprender cómo han llegado hasta la capital, que está tan lejos de la frontera. Sin embargo, aquí están, y cada día parece aumentar su número […] Es imposible conferenciar con ellos. No conocen nuestra lengua. […] ¡Hasta sus caballos son carnívoros!» (c). Pues bien: lo que decimos es que estos textos están atravesados por un movimiento que viene del exterior, que no comienza en esa página del libro ni en las precedentes, que no se mantiene en el marco del libro y que es completamente distinto del movimiento imaginario de las representaciones o del movimiento abstracto de los conceptos tal y como éstos tienen lugar habitualmente mediante las palabras o en la mente del lector. Hay algo que se sale del libro, que entra en contacto con un puro exterior. En ello reside, según creo, ese derecho al contrasentido en la obra de Nietzsche. Un aforismo es un juego de fuerzas, un estado de fuerzas siempre exteriores las unas a las otras. Un aforismo no quiere decir nada, no significa nada, no tiene ni significante ni significado. Esas son formas de restaurar la interioridad del texto. Un aforismo es una relación de fuerzas en la que la última, es decir, al mismo tiempo la más reciente, la mas actual y provisionalmente la última, es también siempre la más exterior. Nietzsche lo plantea claramente: si queréis saber lo que quiero decir, hallad la fuerza que le da sentido, si es preciso un nuevo sentido, a lo que digo. Conectad el texto con esa fuerza. En este sentido, no hay problema alguno de interpretación de Nietzsche, no hay más que problemas de maquinación: maquinar el texto de Nietzsche, buscar la fuerza exterior actual mediante la cual transmite algo, una corriente de energía. Es aquí donde nos encontramos con todos los problemas que plantean algunos textos de Nietzsche que tienen resonancias fascistas o antisemitas… Y, tratándose de Nietzsche hoy, hemos de reconocer que Nietzsche ha sustentado y sustenta aún a muchos jóvenes fascistas. Hubo un tiempo en el que era importante mostrar que Nietzsche había sido utilizado, falsificado, deformado completamente por los fascistas. Eso se llevó a cabo en la revista Acéphale, con Jean Wahl, Bataille, Klossowski. Pero hoy ya no parece ser ése el problema. No hay que luchar en el terreno de los textos. Y no porque no se pueda luchar en ese dominio, sino porque esta lucha ya no es útil. Se trata más bien de encontrar, de asignar, de alcanzar las fuerzas exteriores que dan a tal o cual frase de Nietzsche un sentido liberador, su sentido de exterioridad. La pregunta por el carácter revolucionario de Nietzsche se plantea en el orden del método: el método nietzscheano es lo que hace que el texto de Nietzsche no sea ya algo acerca de lo cual hayamos de preguntarnos «¿Es fascista? ¿Es burgués? ¿Es revolucionario en sí mismo?», sino un campo de exterioridad en el que combaten las fuerzas fascistas, burguesas y revolucionarias. Planteado así el problema, la respuesta necesariamente conforme al método es ésta: hallad la fuerza revolucionaria (¿quién es el superhombre?). Siempre una apelación a nuevas fuerzas que vienen de fuera y que atraviesan y reformulan el texto nietzscheano en el marco del aforismo. Éste es el contrasentido legítimo: tratar el aforismo como un fenómeno que está a la espera de nuevas fuerzas que vendrán a «subyugarle», a hacerle funcionar o a provocar su estallido.
El aforismo no es solamente una relación con el exterior, sino que su se­gunda característica es estar en relación con lo intensivo, que es algo muy parecido. Sobre este punto, Klossowski y Lyotard lo han dicho ya todo. Esos estados vividos de los que hablaba hace un momento, cuando decía que no es necesario traducirlos en representaciones o en fantasías, que no hay que someterlos a los códigos de la ley, del contrato o de la institución, que no hay que canjearlos sino, al contrario, hacer de ellos fluidos que nos lleven siempre un poco mas lejos, más al exterior, eso es exactamente la intensidad, las intensidades. El estado vivido no es algo subjetivo, o al menos no necesariamente. Tampoco es individual. Es el flujo, y la interrupción del flujo, ya que cada intensidad está necesariamente en relación con otra intensidad cuando pasa algo. Eso es lo que sucede bajo los códigos, lo que escapa de ellos y lo que los códigos quieren traducir, convertir, canjear. Pero Nietzsche, con su escritura de intensidades, nos dice: no cambiéis la intensidad por representaciones. La intensidad no remite a significados, que serían como representaciones de cosas, ni a significantes, que serían como representaciones de palabras. ¿Cuál es entonces su consistencia, como agente y a la vez como objeto de descodificación? Esto es lo más misterioso de Nietzsche. La intensidad tiene que ver con los nombres propios, y éstos no son ni representaciones de cosas (o de personas) ni representaciones de palabras. Colectivos o individuales, los presocráticos, los romanos, los judíos, Jesucristo, el Anticristo, César Borgia, Zaratustra, todos esos nombres propios que aparecen y reaparecen en los textos de Nietzsche no son significantes ni significados sino designaciones de intensidad en un cuerpo que puede ser el cuerpo de la Tierra, el cuerpo del libro, pero también el cuerpo sufriente de Nietzsche: yo soy todos los nombres de la historia… Hay una especie de nomadismo, de desplazamiento perpetuo de las intensidades designadas por los nombres propios, que penetran unas en otras a la vez que son experimentadas por un cuerpo pleno. La intensidad sólo puede vivirse por la relación entre su inscripción móvil en un cuerpo y la exterioridad igualmente móvil de un nombre propio, y por ello el nombre propio es siempre una máscara, la máscara de un agente.
Tercer punto: la relación del aforismo con el humor y la ironía. Quienes leen a Nietzsche sin reírse mucho y con frecuencia, sin sufrir de vez en cuando de ataques de risa, es como si no lo hubiesen leído. Y esto no vale sólo para Nietzsche, sino para todos los autores que constituyen ese preciso horizonte de nuestra contra- cultura. Lo que manifiesta nuestra decadencia, nuestra degeneración, es la manera en que tenemos necesidad de recurrir a la angustia, a la soledad, a la culpabilidad, al drama de la comunicación y a todo lo que hay de trágico en la interioridad. Sin embargo, hasta el propio Max Brod nos cuenta que el auditorio no podía evitar partirse de risa mientras Kafka leía El proceso. Y es como mínimo difícil leer a Beckett sin reírse, sin ir de un rato de alegría a otro. La risa, y no el significante. Risa, esquizofrénica o revolucionaria, es lo que emana de estos grandes libros, y no la angustia de nuestro narcisismo privado o de los terrores de nuestra culpabilidad. Podemos llamar a esto «la comicidad de lo sobrehumano» o «el payaso de Dios», pero los grandes libros siempre irradian una indescriptible alegría, aunque hablen de cosas horribles, desesperantes o terroríficas. Todo gran libro opera en sí una transmutación y constituye una salud futura. No es posible dejar de reír mientras se desbaratan los códigos. Al poner el pensamiento en relación con el exterior, surgen momentos de risa dionisíaca, y en eso consiste el pensamiento al aire libre. Nietzsche se encuentra a menudo ante algo que juzga repugnante, innoble, vomitivo. Pero le hace reír. Si es posible, lo exagera. Dice: vayamos mas lejos, aún no es lo suficientemente asqueroso; o bien: es admirable lo repulsivo que es, es una maravilla, una obra maestra, una flor venenosa, al fin «el hombre empieza a ponerse interesante». Así es, por ejemplo, como Nietzsche considera y trata la mala conciencia. Pero siempre hay comentadores hegelianos, comentadores de la interioridad, que tienen atrofiado el sentido de la risa, y dicen: he aquí la prueba de que Nietzsche se toma en serio la mala conciencia, hace de ella un momento en el camino de la espiritualidad hacia sí misma. Sobre el modo como Nietzsche concibe la espiritualidad pasan de puntillas, porque huelen el peligro. Vemos, pues, que si Nietzsche da lugar a contrasentidos legítimos, también hay contrasentidos enteramente ilegítimos, los que recurren al espíritu de la seriedad, de la gravedad, al mono de Zaratustra, es decir, al culto a la interioridad. La risa de Nietzsche remite siempre al movimiento exterior de los humores y las ironías, y este movimiento es el de las intensidades, el de las cantidades intensivas que han expuesto Klossowski y Lyotard: juego de altas y bajas intensidades, o bien una intensidad baja que puede socavar la más alta e incluso igualarla, y también al contrario. Este juego de las escalas intensivas es lo que gobierna los vuelos de la ironía y los descensos del humor de Nietzsche, desplegándose como consistencia o cualidad de vivencia en su relación con el exterior. Un aforismo es una materia pura hecha de risa y alegría. Si somos incapaces de encontrar en un aforismo algo que nos haga reír, esa distribución de humor e ironía y ese reparto de intensidades, entonces no hemos entendido nada.
Y aún queda un último punto. Volviendo al gran texto de La genealogía sobre el Estado y los fundadores de imperios: «Llegan igual que el destino, sin motivo, razón», etcétera (d). Podemos reconocer en él a los llamados «hombres de la producción asiática». Basándose en las comunidades rurales primitivas, el déspota construye su máquina imperial que todo lo sobrecodifica con la burocracia y la administración que organiza las grandes obras y se apropia del excedente («en poco tiempo surge, allí donde aparecen, algo nuevo, una concreción de dominio dotada de vida, en la que partes y funciones han sido delimitadas y puestas en conexión, en la que no tiene sitio absolutamente nada a lo cual no se le haya dado antes un «sentido» en orden al todo»). Pero también podemos preguntarnos si este texto no reúne dos fuerzas que pueden distinguirse en otro sentido - y que Kafka, por su parte, distinguía y hasta oponía en La muralla china- . Cuando se investiga el modo en que las comunidades primitivas segmentarias han sido sustituidas por otras formaciones de soberanía, cuestión que Nietzsche plantea en la segunda disertación de La genealogía, vemos que se producen dos fenómenos estrictamente correlativos, pero del todo diferentes. Es verdad que, en el centro, las comunidades rurales quedan atrapadas y regladas en la máquina burocrática del déspota, con sus escribas, sus sacerdotes, sus funcionarios; pero, en la periferia, las comunidades emprenden una especie de aventura, con otra clase de unidad, nomádica en este caso, en una máquina de guerra nómada, y se descodifican en lugar de dejarse sobrecodificar. Hay grupos enteros que se escapan, que se nomadizan: no como si retornasen a un estadio anterior, sino como si emprendiesen una aventura que afecta a los grupos sedentarios, la llamada del exterior, el movimiento. El nómada, con su máquina de guerra, se opone al déspota con su máquina administrativa; la unidad nomádica extrínseca se opone a la unidad despótica intrínseca. Y, a pesar de todo, son fenómenos tan correlativos y compenetrados que el problema del déspota será cómo integrar, cómo interiorizar la máquina de guerra nómada, y el del nómada cómo inventar una administración del imperio conquistado. En el mismo punto en el que se confunden, no dejan de oponerse.
El discurso filosófico nació de la unidad imperial, a través de muchos ava­tares, los mismos que conducen desde las formaciones imperiales hasta la ciudad griega. E incluso en la ciudad griega el discurso filosófico mantiene una relación esencial con el déspota o con su sombra, con el imperialismo, con la administración de las cosas y de las personas (se encuentran todo tipo de pruebas de ello en el libro de Léo Strauss y Kojève sobre la tiranía) (e). El discurso filosófico siempre ha permanecido en una relación esencial con la ley, la institución y el contrato que constituyen el problema del Soberano, y que atraviesan la historia sedentaria que va de las formaciones despóticas hasta las democráticas. El «significante» es en verdad el último avatar filosófico del déspota. Si Nietzsche se separa de la filosofía es quizá porque es el primero que concibe otro tipo de discurso a modo de contra- filosofía. Es decir, un discurso ante todo nómada, cuyos enunciados no serían productos de una máquina racional administrativa, con los filósofos como bu­rócratas de la razón pura, sino de una máquina de guerra móvil. Acaso sea éste el sentido en el que Nietzsche anuncia que con él comienza una nueva política (lo que Klossowski ha llamado el complot contra la propia clase). Sabemos bien que, en nuestros regímenes, los nómadas no tienen cabida: no se escatiman medios para regularlos, y apenas consiguen sobrevivir. Nietzsche vivió como uno de esos nómadas reducidos a no ser más que su sombra, de pensión en pensión. Pero, por otra parte, el nómada no es necesariamente alguien que se mueve: hay viajes imóviles, viajes en intensidad, y hasta históricamente los nómadas no se mueven como emigrantes sino que son, al revés, los que no se mueven, los que se nomadizan para quedarse en el mismo sitio y escapar a los códigos. Sabemos que el problema revolucionario, hoy, consiste en hallar una unidad de las luchas puntuales que no reconstruya la organización despótica o burocrática del partido o del aparato de Estado: una máquina de guerra que no remitiría a un aparato de Estado, una unidad nomádica en relación con el Afuera, que no se sometería a la unidad despótica interna. Esto es quizá lo mas profundo de Nietzsche, la medida de su ruptura con la filosofía tal y como aparece en el aforismo: haber hecho del pensamiento una máquina de guerra, una potencia nómada. E incluso aunque el viaje sea inmóvil, aunque se haga sin moverse del lugar, aunque sea imperceptible, inesperado, subterráneo, hemos de preguntar: ¿quiénes son hoy los nómadas? ¿Quiénes son hoy nuestros verdaderos nietzscheanos?

Debate

André Flécheux.- Lo que me gustaría saber es cómo piensa Deleuze evitar la deconstrucción, es decir, cómo puede conformarse con una lectura monádica de cada aforismo, a partir de lo empírico y de lo exterior, porque esto me parece, desde un punto de vista heideggeriano, extremadamente sospechoso. Me pregunto si el problema de la «anterioridad» que constituye la lengua, la organización establecida, lo que usted llama «el déspota», permite comprender la escritura de Nietzsche como una especie de lectura errática que procedería en cuanto tal de una escritura errática, cuando Nietzsche se aplica a sí mismo una autocrítica y teniendo en cuenta que las actuales ediciones nos lo descubren como un excepcional trabajador del estilo para quien, en consecuencia, cada aforismo no es un sistema cerrado, sino que lleva implícita toda una estructura de referencias. El estatuto de un afuera sin deconstrucción, en su pensamiento, coincide con el de lo energético en Lyotard.
Una segunda pregunta, que se articula con la primera: en una época en la que la organización errática, capitalista, llámela usted como quiera, lanza un desafío que es, finalmente, lo que Heidegger llama el establecimiento de la técnica, ¿piensa usted, fuera de bromas, que el nomadismo, como usted lo describe, es una respuesta seria?

Gilles Deleuze.- Si le he comprendido bien, dice usted que, desde un punto de vista heideggeriano, yo soy sospechoso. Me congratula saberlo. En cuanto al método de deconstrucción de los textos, entiendo perfectamente de qué se trata, y siento gran admiración por él, pero no tiene nada que ver con el mío. Yo no me presento en absoluto como un comentador de textos. Para mí, un texto no es más que un pequeño engranaje de una práctica extratextual. No se trata de comentar el texto mediante un método de deconstrucción, o mediante un método de práctica textual, o mediante otros métodos. Se trata de averiguar para qué sirve en la práctica extratextual que prolonga el texto. Me pregunta usted si creo en la respuesta de los nómadas. Sí, creo en ella. Gengis Kahn no fue un cualquiera. ¿Resurgirá del pasado? No lo sé. Si lo hace, en todo caso, será bajo una forma distinta. Igual que el déspota interioriza la máquina de guerra nómada, la sociedad capitalista interioriza constantemente una máquina de guerra revolucionaria. Los nuevos nómadas ya no se constituyen en la periferia (porque ya no hay pe­riferia); lo que me preguntaba era de qué nómadas - aunque sean inmóviles- es capaz nuestra sociedad.

André Flécheux.- Sí, pero usted ha excluido, en su exposición, lo que llamaba «la interioridad»…

Gilles Deleuze.- Eso es un juego de palabras con el término «interioridad»…

André Flécheux.- ¿El viaje interior?

Gilles Deleuze- He dicho «viaje inmóvil». No es lo mismo que un viaje interior, es un viaje por el cuerpo, si es preciso por cuerpos colectivos.

Mieke Taat.- Si le he comprendido bien, Deleuze, usted opone la risa, el humor y la ironía a la mala conciencia. ¿Estaría usted de acuerdo en que la risa de Kafka, de Beckett o de Nietzsche no excluye el llanto por estos escritores, siempre que las lágrimas no surjan de una fuente interior o interiorizada, sino simplemente de una producción de flujos en la superficie del cuerpo?

Gilles Deleuze.- Probablemente está usted en lo cierto.

Mieke Taat.- Tengo otra pregunta. Cuando usted contrapone el humor y la ironía a la mala conciencia, no distingue una cosa de otra, como hacía en Lógica del sentido, donde el uno pertenecía a la superficie y el otro a la profundidad. ¿No teme usted que la ironía esté peligrosamente cercana a la mala conciencia?

Gilles Deleuze.- He cambiado de opinión. La oposición profundidad- superficie ya no me satisface. Lo que ahora me interesa son las relaciones entre un cuerpo lleno, un cuerpo sin órganos, y los flujos que circulan por él.

Mieke Taat.- ¿Eso no excluiría, entonces, el resentimiento?

Gilles Deleuze.- ¡Claro que sí!

Notas:
(*) En Nietzsche aujourd’hui?, Tomo I: Intensités, UGE 10/18, París, 1973. pp. 159- 174 y discusión (no se reproducen más que las preguntas dirigidas a Deleuze), pp. 185- 187 y 189- 190). El coloquio Nietzsche aujourd’hui? se desarrolló en julio de 1972 en el Centro cultural internacional de Cerisy­-la- Salle.
a. Estudiante de enseñanza media de extrema izquierda, herido por la policía durante una manifestación en 1971.
b. M. Blanchot, L’entretien infini, Gallimard, París, 1969. pp. 227 ss. (trad. cast. El diálogo inconcluso, ed. Monte Avila, Caracas, 1970, [N. del T.]).
c. F. Kafka, La muraille de Chine et autres récits. Gallimard, París, 1950. col. Du monde entier. pp. 95- 96 (trad. cast. F. Kafka, Obras completas, III, dir. J. Jovet. Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2003, [N. del T]).
d. La genealogía de la moral, II, 17.
e. L. Strauss, De la tyrannie, seguido de Tyrannie et sagesse de Kojéve, reed. Gallimard. París. 1997.

Texto extraído de “La isla desierta y otros textos”, Gilles Deleuze, págs. 321/332, editorial Pre-textos, Barcelona, España, 2005.
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jueves, 9 de mayo de 2013

ALEJANDRO DOLINA

BAR DEL INFIERNO

Planeta, Buenos Aires, 2005.

ORÁCULOS
       
Mi lejano señor y amigo:
Llega este informe hasta tus azarosas tiendas de campaña para prevenirte una vez más acerca del pe­ligro de los oráculos y sus embustes. Aprovechando tus au­sencias y la tardanza de las noticias, una vasta morralla de conspiradores insiste en imitar la voz de las divinidades, pa­ra darnos falsas profecías de tu muerte y tu desgracia.
Como sabrás, ya he dejado de creer en los dioses. Las co­sas suceden por impulso de una muchedumbre de fuerzas imposibles de calcular. Estamos solos en el mundo. Estoy de acuerdo, sin embargo, con tu sabia rutina de cumplir con los sacrificios y ritos que impone la tradición para favorecer la sujeción de las tropas y los pueblos. Pero no debemos permi­tir que la superstición guíe nuestras conductas y, menos aún, que sea utilizada para el menoscabo de nuestro poder.
A principios del mes de bysios, junto a un grupo de jóve­nes leales, me he trasladado al templo de Delfos, más para rastrear la traición y la corruptela que para oír las clásicas predicciones. Debo decir que fuimos disfrazados de merca­deres ingenuos para poder preguntarlo todo sin despertar sospechas.
Es sabido que la virtud oracular de la grieta de Delfos se reveló a los hombres gracias a las cabras. En el lugar donde hoy atienden las Pitias, la abertura dejaba escapar unos va­hos que a nadie llamaban la atención. Sin embargo, unas ca­bras que pastaban en las inmediaciones se ponían a saltar de un modo asombroso cuando se acercaban al agujero. Un pastor, impresionado por aquellas acrobacias, se aproximó a la grieta con fines indagatorios. No bien aspiró las emanacio­nes, el hombre entró en estado de entusiasmo y se puso a predecir.
Enterados de este prodigio, los campesinos de la región tomaron por costumbre asomarse a la rajadura y, al poco tiempo, aquel paraje solitario se convirtió en una verdadera asamblea de rústicos clarividentes. Hombres más pretenciosos dieron tono de explicación a la siguiente redundancia: los vapores invadían el cuerpo de los campesinos a través de todos los orificios Y los dotaban al instante de la virtud pro­fética.
Muy pronto se descubrió que no era posible predecir el propio porvenir. Ante esta limitación, los visitantes acudían en grupo y se adivinaban mutuamente.
Algunos peregrinos, perturbados enteramente, se arroja­ban por el agujero y se precipitaban en los abismos. Los ha­bitantes de la región decidieron entonces restringir el acce­so a las exhalaciones y designaron a una mujer como profetisa única. Se construyó el trípode de bronce que, ubi­cado sobre la grieta, sirve hoy de asiento a la mujer elegida. Se estableció asimismo que, además de la aspiración de va­pores, esta dama debía beber unas cuantas tazas de agua del arroyo Cassotis que también tiene propiedades inspiradoras.
Las primeras pitonisas eran vírgenes hermosas. Pero vino a suceder que un tesalio llamado Ejécrates se enamoró de la Pitia de turno, la raptó y la violó. A partir de entonces se es­tableció que los oráculos fueran despachados por mujeres mayores de cincuenta años. También se dispuso que se pro­fetizara sólo una vez al año, en el aniversario del nacimien­to de Apolo. Después, se ofrecieron oráculos el siete de ca­da mes. Hoy en día, tres pitonisas reciben consultas: dos es­tán sobre la grieta y una permanece en reserva, ya que son frecuentes los desmayos.
Como bien sabes, las consultas no son gratuitas. En otros tiempos bastaba con presentar una torta consagrada, el pela­nós, una ofrenda previa que otorgaba el derecho a aproxi­marse al altar para hacer un sacrificio. Pero la torta fue sus­tituida por una suma de dinero que sigue llamándose pelanós y que se entrega a los sacerdotes que custodian el oráculo.
Antes de la consulta, tuvimos que pasar por unas enojo­sas pruebas para saber si el dios Apolo consentía en ser inte­rrogado. Unos burócratas arrojaron agua sobre una cabra.
El animal se estremeció y se nos dijo entonces que eso signi­ficaba que el dios daba su aceptación. Después esperamos largas horas junto a centenares de visitantes, en un vasto pa­tio de tierra. Los funcionarios echaron suertes para estable­cer los turnos. Se nos explicó que al dios no le importaba el orden de llegada y que prefería asignar prioridades siguien­do los dictámenes del destino. Más tarde, nos revelaron que los magistrados de la ciudad de Delfos otorgan un privilegio escrito que se llama promanteia y que es una carta de priori­dad que favorece a consultantes poderosos. Los que poseen este documento son atendidos inmediatamente.
A pesar de que las mujeres no pueden interrogar al orá­culo, pudimos ver a muchas de ellas instruyendo a miembros de su familia para que preguntaran en su lugar.
Finalmente, fui admitido en el templo que cubre la grie­ta, que es ahora de mármol y bronce. Con la mayor solemni­dad, pregunté por el futuro de Macedonia y por la suerte de nuestro ejército y de nuestro jefe. La Pitia, en verdad una vul­gar campesina intoxicada, empezó a gemir y a pronunciar unas palabras que no me fue posible entender. Un oráculo debe utilizar un lenguaje ambiguo, oscuro, impreciso. Es de­seable que los dictámenes admitan más de un significado. Los tropos son siempre preferibles a la literalidad, tal como suce­de en la poesía. Por lo demás, cuanto más indeterminada sea una respuesta, más improbable será que se haga patente su desacierto. El oráculo no adivina el futuro: sólo ejerce un ar­te del enunciado en el que ningún hecho sobreviniente pue­de contradecirlo.
A la salida del templo, pasé por el khresmographion, u ofi­cina de los oráculos. Allí, unos escribanos labran el acta ofi­cial de la consulta y traducen en verso la respuesta de la pi­tonisa.
Las palabras reveladas fueron éstas:
Los soldados, los reinos y las alianzas serán dispersos. Como dispersas serán las cenizas de su general, cuando pise los dispersos restos de Babilonia.
Corno verás, todo es un engaño preparado para obtener dinero de las personas vulgares. A tu regreso, ilustre jefe, arrasaremos estas guaridas de truhanes o, mejor aún, hare­mos que mujeres leales profeticen la gloria eterna de Alejan­dro de Macedonia.

ORÁCULOS II
Durante muchos años, se creyó que la estatua del Monje, que existe en un rincón de la plaza Flores, tenía virtudes oraculares. La noticia de tal prodigio era difundida por la bella hechicera y vidente Hilda M. de Sormani.
El procedimiento para obtener un dictamen de aquel bronce milagroso era bastante complicado. En primer lugar, había que presentarse en el domicilio de la señora de Sorma­ni. La hermosa bruja tomaba nota de los antecedentes del consultante, lo anotaba en una lista de precedencia, le cobra­ba cincuenta pesos y le recomendaba una dieta rigurosa que duraba dos semanas. La noche anterior a la de la consulta co­menzaba un estricto ayuno. A la hora señalada, animado tal vez por un licor de mandarina que preparaba la propia seño­ra de Sormani, el postulante era conducido ante la estatua. Esto ocurría, casi siempre, a la madrugada y -según la he­chicera- el Monje era más locuaz cuando llovía.
Algunas veces, se vendaban los ojos del peregrino. La pre­gunta debía ser formulada en voz muy alta, casi a los gritos. Unos momentos después, el oráculo se pronunciaba con una voz extraña y con palabras que no siempre era posible enten­der. Por suerte, la señora de Sormani se hallaba siempre pre­sente para interpretar los párrafos oscuros de la respuesta.
El ruso Salzman, que sospechaba de la integridad de la hechicera, le preparó una trampa. Después de algunos segui­mientos y falsas consultas, descubrió que la voz del Monje era, en realidad, el chueco Ordóñez, un mozo de la confite­ría Tourbillon al que habían dejado cesante por tartamudo.
Salzman se presentó ante la adivina y cuando llegó la no­che de su consulta ante la estatua, dispuso que sus amigos in­terceptaran a Ordóñez y lo reemplazaran, escondidos detrás del monumento. Manuel Mandeb, Jorge Allen e Ives Castag­nino se encargaron de tales comisiones.
A las tres de la mañana, Bernardo Salzman, vendados sus ojos y sintiendo en sus hombros las manos de la señora de Sormani, gritó su indagatoria.
—Quiero saber, oh, Diosa, si podré encontrar el amor en la tarde de mi vida. ¿Hay alguna mujer que me ame? ¿Hay al­guna mujer que arda de pasión y lujuria por mí?
Inmediatamente se oyó la voz de Jorge Allen, que tal vez hablaba apretándose la nariz.
—La mu-mu-mujer que te ama está cerca, ta-ta-ta-tan cer­ca que-que-que-que sus manos tocan ahora tus hombros. Da­da-date vuelta, tómala entre tus brazos y hazle el amor aquí mismo, que la mina está de-de-desesperada.
Salzman se quitó la venda y se dispuso a asustar a la bru­ja con unos visajes lujuriosos, pero la bella señora de Sorma­ni ya había huido al galope.
Una semana más tarde, se cruzó con ella atrás del hospi­tal Álvarez. La saludó amablemente, pero con una sonrisa so­carrona. Ella lo miró a los ojos y le dijo:
—La Diosa habla por boca de cualquiera, tanto sea una estatua como un ser humano. El que cree que se burla de la Diosa acaba por convertirse en su instrumento.
Salzman reaccionó inmediatamente.
—¿Quiere decir que la respuesta del otro día fue verda­dera?
—Sí —dijo ella y lo arrastró contra el paredón. Esa mis­ma noche se hicieron amantes.
Bernardo Salzman empezó a creer en los oráculos y si­guió haciéndolo hasta la pascua siguiente, cuando la seño­ra de Sormani lo dejó, con el pretexto de que el marido sos­pechaba.
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miércoles, 8 de mayo de 2013

INJUSTICIAS

Aquí en Argentina, montones de imbéciles defienden la posibilidad de reintentar el neoliberalismo, que no es otra cosa que lo que narra la siguiente nota.
Los grandes capitales, hacen sus ganancias, con la muerte de miles de inocentes necesitados.
Y luego, a través de sus medios informativos, con sofismas siderales, captan a miles de personas, que creen estar ubicados en el lugar correcto y no son otra cosa que utilizadas para hacerles decir lo que ellos quieren que digan.
Hace apenas siete días, se memoró otra masacre similar, por lo cual se declaró, el 1 de mayo, el Día del Trabajo. HB.

Sólo diez centavos

Tomado del diario Página 12 del día de la fecha

Por Bernardo Kliksberg *

 

Por lo menos 340 trabajadores murieron en Dakka, Bangladesh, cuando se cayó el edificio de ocho pisos donde producían ropa para algunas de las marcas líderes mundiales. El día anterior, los trabajadores habían denunciado las grietas en el edificio. Sohel Rana, el multimillonario dueño del Rana Plaza, aseguró que todo estaba bien, y se les ordenó trabajar. Según reporta The New York Times (27/4/13), el ministro de Información, Hasanul Haque Inud, dijo: “Yo no llamaría a esto un accidente..., yo diría que ha sido un asesinato”.
El “negocio” es de gran envergadura. Los trabajadores reciben el salario mínimo más bajo del mundo, 38 dólares por mes. Las exportaciones de ropa desde Bangladesh suman 19.000 millones de dólares. El 90 por ciento de los trabajadores son mujeres. La mayoría, campesinas con muy poca escolaridad. Los intentos para crear sindicatos han sido desbaratados. Los dueños de las grandes empresas textiles controlan el diez por ciento de los parlamentarios y se han preocupado de que eso se mantenga así. En noviembre de 2012 ardió otra planta igualmente insegura. No había escaleras de incendio ni escapes posibles, no se cumplían las normas más elementales de seguridad. Murieron 112 trabajadores.
La ONG El trabajo tras la etiqueta (El País 26/4/12) declaro a la BBC: “Muchos de estos edificios son trampas mortales, sin rutas de escape adecuadas. De modo que este incidente es chocante pero no sorprendente”.
El The New York Times exigió a las grandes tiendas (10/12/12) “asegurar que las prendas dirigidas a los mercados americanos no sean hechas en condiciones que podrían costar las vidas de sus trabajadores”. El vicedecano de la escuela de gerencia del MIT, Licke, advirtió: “A nosotros como consumidores nos gusta comprar cantidades cada vez mayores de productos cada vez más baratos. Alguien está pagando el costo por ello, y no queremos saber sobre eso. La gente que está pagando el costo está en ese incendio”.
O’Rourke, un experto de la Universidad de California, declaró que “aun cuando vieron agujeros en las paredes, los jefes de las fábricas pensaron que era mejor trabajar por la presión de las empresas compradoras americanas y europeas para entregar en término”. Y agregó que “los precios que las empresas occidentales pagan son tan bajos que constituyen la raíz de por qué estas fábricas reducen todo gasto en seguridad”.
Según los especialistas, por 600 millones de dólares al año durante cinco años se podrían financiar las reformas necesarias en las 5000 fábricas textiles de Bangladesh. Bastaría con que las empresas internacionales les pagaran un adicional de 10 centavos de dólar por los 6000 millones de prendas exportadas cada año.

Desigualdades al descubierto


Mientras las mujeres campesinas de Bangladesh trabajan con riesgo de su vida, hay quienes disfrutan de los “paraísos fiscales”. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (86 periodistas de 46 países), que es apoyado por algunos de los principales diarios del mundo, consiguió 2.500.000 registros secretos sobre operaciones en diez paraísos fiscales.
130.000 “afortunados” concentran 21 trillones de dólares. Ello significa un monto mayor al producto bruto de la mayor economía del mundo, los Estados Unidos, que a su vez es el 28 por ciento del producto bruto mundial. Ese es el nivel casi “obsceno” de las desigualdades en el planeta.
Algunos depósitos son legales, otros producto de lavados de dinero, corrupción y otros circuitos semejantes. Todos se benefician de haber dejado de pagar impuestos.
Dice el Consorcio: “Los paraísos financieros han crecido agresivamente, permitiendo a los más ricos y bien conectados evadir impuestos, estimulando la corrupción tanto en países ricos como pobres”. Como las buenas investigaciones periodísticas, tuvo consecuencias. Renunciaron ministros en varios países; algunos multimillonarios tuvieron que dar muchas explicaciones; se abrieron investigaciones de todo tipo; la Unión Europea y el G-20 anunciaron que reforzarán campañas contra los paraísos fiscales. El director de la OCDE (la organización de los países más ricos), SaintAmans, señaló que “el secreto no es más aceptable. Tenemos que salir de eso. Si las reglas no lo hacen posible, cambiaremos las reglas”.

Buenas noticias


Las buenas noticias sobre el progreso social hoy vienen en gran parte del Sur. Así lo ha indicado el Informe de Desarrollo Humano 2012 del PNUD, que resalta los progresos sociales en America latina, y el del Banco Mundial, que destaca que es donde más han crecido las clases medias en los años recientes.
Pero no sólo son los estratos medios los beneficiados por las nuevas políticas públicas. Uno de los sectores más humildes y postergados está siendo objeto especial de ellas en la Unasur.
Hay en América latina no menos de 14 millones de trabajadoras domésticas, que no están registradas y que carecían de protección legal. En el lenguaje usual que reflejaba su carencia de derechos, se las llamaba “las sirvientas” o “el servicio”.
Además de sus reducidas remuneraciones, su trabajo solía ser “en negro” y sus derechos laborales básicos dependían de la buena voluntad de sus patrones o de su estado de ánimo.
En México, donde hay 2,2 millones de trabajadoras domésticas, Buccio, presidente del Consejo Nacional para la Discriminacion de México, señala (El País, 11/4/13) “el clasismo, el racismo, la minusvaloración del trabajo de las mujeres. Eso es lo que están aprendiendo los niños en casa si las trabajadoras viven en la informalidad laboral y están discriminadas socialmente”.
Todo eso se terminó en la Unasur. Uruguay, Argentina, Brasil, Venezuela y otros no sólo ratificaron la Convención Internacional sobre el Trabajo Doméstico aprobada por la OIT en el 2011, sino que dictaron leyes concretas. Los 10 millones de trabajadoras brasileñas tienen desde el 27/3/12 por ley las mismas protecciones laborales de todos los trabajadores, y algunas adicionales. En Argentina, donde se estiman en un millón, la presidenta Cristina Kirchner promulgó el 11/4/13 la ley que reemplaza al decreto retrógrado dictado por la dictadura militar hace más de medio siglo, en 1955, que las desprotegía.
Las injusticias como la pérdida gratuita de vidas en Bangladesh, las desigualdades y corrupciones intolerables como las que develó el informe sobre los paraísos fiscales y otras expresiones de la “codicia desenfrenada” de elites que no tienen límites sólo cambiarán con largas luchas por economías con rostro humano. Las buenas noticias como la supresión de la “esclavitud silenciosa” de las trabajadoras domésticas, en América del Sur, son estímulos inspiradores para reforzarlas.

* Gran maestro de la UBA. Acaba de aparecer la nueva obra del autor, Etica para empresarios.
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martes, 7 de mayo de 2013

KARL JASPERS

Cada cual debe decidirse

En el presente la técnica constituye el principal ingrediente de toda situación política. En un mundo para el cual ha dejado de existir Dios y en el que triunfa el nihilismo, fue posible que hombres desprovistos de todo escrúpulo –los «neandertalianos con técnica»–, llegaran a apoderarse de ese mundo, precisamente por medio de su nihilismo activo. Son ellos los que han conseguido someter a innumerables gentes a una opresión que desborda todo límite, al satisfacer en aquéllas el afán de violencia escondido tras un incomprensible empeño de sumisión. Cierto es que el terror, las torturas, las deportaciones, la supresión física existen desde los asirios y mongoles, mas no en la escala que registran las actuales posibilidades de la técnica.

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lunes, 6 de mayo de 2013

NÉSTOR GARCÍA CANCLINI

Paul Ricoeur: un pensador postotalitario

¿Qué justifica decir que la obra de Paul Ricoeur es una de las más originales que nos dejó el siglo XX? No propuso un sistema teórico propio en los tiempos en los que se era sartreano o althusseriano o foucaultiano, y la filosofía francesa protagonizaba los debates mundiales. Tuvo diálogos críticos e inteligentes con Claude Lévi-Strauss cuando el estructuralismo amanecía, y el autor de El pensamiento salvaje le dio un reconocimiento alto y sostenido, raro hacia los que discreparon con su obra. Supo percibir desde los años sesenta que casi todas las investigaciones filosóficas y científicas se iban centrando en el lenguaje: no conozco una obra tan consistente que haya visto los nudos problemáticos de este campo dialogando a la vez con Husserl, Heidegger y Wittgenstein, con Austin, Piaget y Chomsky, con estudios antropológicos sobre el mito y las culturas arcaicas, con diversas corrientes del psicoanálisis y la psicolinguística. Los tres tomos de Tiempo y narración culminaron sus estudios ya magistrales sobre El conflicto de las interpretaciones y La metáfora viva : una impresionante indagación comparativa de cómo narran los historiadores, la ficción de los trágicos griegos y de la novela contemporánea, los mitos bíblicos, las utopías y la conversación ordinaria.

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domingo, 5 de mayo de 2013

JOSÉ PABLO FEINMANN

Forster y la moral de la inteligencia

Tomado del diario Página 12 del día de la fecha

El ensayo que acaba de publicar Ricardo Forster es un acontecimiento moral. Apuesta a las ideas, al pensamiento riguroso, a la lucidez. Alejado del odio, de la injuria, de la chicana fácil, de las iras de clase, sólo se propone pensar. Insólito ejercicio en un país en que ya son demasiados quienes no lo hacen. O fingen pensar, pero sólo cultivan la habilidad para disfrazar de elegante discursividad el odio que comparten con quienes los leen y encuentran en sus líneas el camino a seguir. De aquí que califique a este libro de acontecimiento moral. Abre o –al menos– sigue apostando a la posibilidad de un camino alternativo, a una novedad, dentro del campo de las ideas. Bienvenido sea un libro sin odio, bien escrito, con una discursividad clara (que siempre tiene su origen en una buena prosa), profundo, que busca en los hechos, no una necesariedad dialéctica pero sí esas persistencias o pertenencias sin las que nada puede entenderse, que fue la propuesta del temprano posmodernismo de la fragmentación o de los dialectos del admirado por estas tierras Gianni Vattimo, algo que sólo puede explicar la pobreza intelectual, el dualismo que nos arrasa, la aspereza binaria que nos empobrece. Forster escribe para tratar de entendernos mejor. Para que podamos –al menos– intentar un diálogo. Construir un espacio de reflexión que nos aleje de la incipiente, amenazante violencia. A eso le llamo acontecimiento moral. Todo lo que trate de vitalizar la vida, de hacer más transitable y menos sangrienta la historia, es moral.

De Casullo, la influencia en el libro de Forster es grande. Se trata del reconocimiento a un gran compañero y acaso a un maestro. Dieron clases en la UBA y de esa experiencia queda el testimonio insoslayable de Itinerarios de la modernidad. Acaso pocos fueron los no sorprendidos con el giro de Forster hacia la política. El estudioso de Benjamin y el problema –central en todos los tiempos, pero en el nuestro ya trágico, urgente– del mal no parecía el más destinado a abrazar con pasión una causa política. Pero, son sus palabras, “el kirchnerismo vino a enloquecer a la historia”. Creo que también decía al decir eso: y, con fuerza irresistible, a mí. De este modo, desde esa locura fundante apoyada por la más rigurosa conceptualización, por una inteligencia que aborda todos los temas con solvencia y una brillantez que no está al servicio de velar deficiencias especulativas, sino al de potenciarlas, escribe Forster este libro que comentamos: La anomalía kirchnerista (cuya presentación en la Feria del Libro se describe en la página 35 de esta edición). Trata inicialmente la cuestión del populismo. Parece que ese monstruo ha regresado para destemplar las vidas serenas de los ciudadanos consumidores. “Todo se trastoca cuando (el populismo) introduce una cuña plebeya e igualitaria y sale a cuestionar el modelo de apropiación de la riqueza del bloque hegemónico” (Planeta, Buenos Aires, 2013, p. 21). El antagonismo racionalidad-irracionalidad sigue como fundamento de la historia argentina. El orden republicano del que habla la derecha una y otra vez y jamás pudo imponer (salvo al costo de negar a las mayorías o acudir al golpe de estado: menos con Menem, que les puso el peronismo a su servicio) siempre se vio amenazado “por esas ‘masas negras’” (p. 22). Alberdi distinguió entre una democracia bárbara y una democracia civilizada. Decía que la solución del problema argentino era la unión de las dos. Nunca se dio. En el siglo XIX, la democracia civilizada aniquiló a la bárbara y siempre lo hará en las décadas siguientes, en el siglo XX. En el XXI recibe la mala noticia de la anomalía (una extravagancia, una ex-centricidad al orden republicano de la burguesía) del kirchnerismo y ya ha perdido la paciencia. Esto es más de lo que puede tolerar. Es la pesadilla de Mitre. La que plantea Milcíades Peña: ¡Felipe Varela en el Fuerte de Buenos Aires! La izquierda se suma a esta condena con una conceptualización harto repetida: el populismo sólo se propone imponer un discurso demagógico (actualmente se abusa de las sinonimias en el intento, vano, de posar de actualizados, incluso sofisticados: se habla de impostura o de relato ficcional, conceptos acaso ofrecidos por Sarlo o Kovadloff) en tanto deja intransformada la estructura de poder que ha proclamado venir a transformar (Forster, Ibid., p. 23).

Forster es preciso en sus análisis de las figuras ideológicas de la escena política. Por ejemplo: “Nuestros progresistas, todos provenientes de la mitología de la revolución, antiguos cultores de los diversos marxismos y populismos transgresores, han mutado (¡y se le dice “converso” a Víctor Hugo Morales!, J.P.F.) en defensores a ultranza de una alquimia de liberal capitalismo, multiculturalismo importado de los departamentos de estudios culturales anglosajones, institucionalismo dogmático y rechazo visceral a cualquier recuperación de la política como conflicto” (Forster, Ibid., p. 27). Habríamos deseado que aquí Forster mencionara la neurótica negación del pensamiento de Jean-Paul Sartre, que reiría a carcajadas, acompañado por Marx, si le dijeran que la historia como conflicto y antagonismo se la encuentra hoy en Carl Schmitt y su polarización amigo-enemigo. Se recurre a los nazis para evitar a los marxistas. Además, ¡la Crítica de la razón dialéctica es un libro tan largo y difícil! De acuerdo, pero sigue siendo para mí –y sé que para Forster también– la más grande summa metodológica de nuestro tiempo. (¿Nos obligarán a esperar el regreso de Sartre en un avión negro, a postular que es el hecho maldito de la filosofía del imperio y sus departamentos de estudios culturales?)

El análisis de los discursos ideológicos que se arrojan sobre CFK encuentra en el estrafalario artículo de Aguinis sobre las simetrías entre las juventudes hitlerianas y La Cámpora, una inmejorable materia para exhibir los oscuros extravíos a que el odio somete al discurso inteligente. No suele Aguinis penetrar en el discurso inteligente. Lo suyo es el dislate impúdico. Aguinis, piensa Forster, banaliza el horror nazi. Dice que las juventudes hitlerianas eran superiores a las “bandas parapoliciales del cristinismo” porque al menos “tenían ideales”. ¿Cómo? ¿Qué ideales tenían? Los que hayan sido confluyeron en una guerra que sumó entre cincuenta y sesenta millones de muertos. ¿Tiene eso parangón con La Cámpora o algún otro encuadramiento del gobierno nacional, popular y democrático, que postula CFK? Pero, antes, Aguinis incurrió en un delito. Decir el dislate de La Cámpora y las juventudes hitleristas será un arrebato entre otros. Pero no es un delito. Decir que CFK sufre una depresión bipolar (enfermedad mental gravísima) en la Feria del Libro, junto a Jorge Fontevechia y frente a un auditorio colmado es un delito. CFK no era su paciente. Aguinis ni la conocía en persona. Todo profesional serio no hace público, no sólo ningún diagnóstico, sino acaso menos uno de bipolaridad. Escribe Forster: “Cuando en función de la lógica del odio y el prejuicio se pasan ciertos umbrales, ya no estamos delante de una disputa genuina en el interior de una sociedad democrática, que sabe y debe aceptar las diferencias, sino que algunos acaban por hundirse en el pantano de la malversación ética” (Forster, Ibid., p.255).

Nuestro autor dedica sus buenas páginas al análisis de las notas de Sarlo en La Nación. Hasta que llega a preguntar por qué Sarlo no se pregunta ciertas cosas que debiera. Por ejemplo: “¿Se preguntará Sarlo por qué los lectores de La Nación festejan y se sienten tan identificados con sus artículos obsesionados por la figura de Cristina? ¿Y que los dueños del principal diario de la derecha argentina la tengan como una de sus columnistas estrellas, no le hace el mínimo ruido cuando revisa su historia?” (Ibid., p. 245). Le reprocha que no se pregunte por “el famoso lugar de la enunciación”, que no se ocupe de los verdaderos rostros del poder económico, ni de la crisis económica mundial, de los golpes de mercado, de las corporaciones mediáticas, que haya desaparecido de su vocabulario “cualquier referencia a la derecha, al poder corporativo e, incluso, al neoliberalismo” (Ibid., p.246). Y concluye: “Los actuales ‘progresistas’ prefieren desviar su atención hacia los semblantes, las estéticas, el estilo discursivo de Cristina, los simulacros, las ‘carencias republicanas’, el ‘hegemonismo autoritario’ expresado en el uso de la cadena nacional, la supuesta falta de ‘calidad institucional’ y el infaltable latiguillo de la ‘corrupción’. Lo demás es silencio” (Ibid., p. 246). No es arbitrario suponer que el “lugar de la enunciación” en que Sarlo se para es el más adecuado para lo que hoy dice. Habría, también, que rastrear un itinerario que ha girado a la derecha desde el retorno de la democracia para no sorprenderse tanto por su “cambio”. Y habría que leer su prólogo al libro de Héctor Ricardo Leis (Un testamento de los años ’70. Terrorismo, política y verdad en Argentina), libro en que su autor propone “una única lista y un único memorial donde estén los nombres de todos los muertos y desaparecidos: los que mataron la guerrilla, la Triple A y las Fuerzas Armadas” (Sarlo, La trampa terrorista, sobre la violencia de los setenta, prólogo al libro de Héctor Ricardo Leis), para no sorprenderse por un giro aún más profundo hacia la derecha en los tiempos venideros. Que no sea así es algo hondamente deseable para la buena salud de la democracia argentina. Pero el Prólogo al libro del revolucionario que sobrevivió “y siguió pensando” (como si otros se hubieran dedicado a tomar mate bajo la parra del patio en un camino irreversible hacia la idiotez) tiene párrafos escalofriantes que nada bueno hacen esperar. Ojalá me equivoque.
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sábado, 4 de mayo de 2013

¿DE QUÉ JUSTICIA?


TRAS LA REVELACIÓN DE SU CASO, EL EX JUEZ ACUSADO DE ABUSO SEXUAL NO IRA A LA FERIA DEL LIBRO

El repudio social quebró la impunidad

Edmundo O’Neill iba a firmar hoy su libro, pero los organizadores de la Feria informaron que no asistirá, luego de que Página/12 publicara las denuncias de varias mujeres que acusan al ex camarista de la dictadura de haber abusado de ellas cuando eran niñas.

Tomado del diario Página 12 del día de la fecha
Por Mariana Carbajal

El ex camarista de Mar del Plata, denunciado ante la Justicia por una docena de mujeres de haberlas abusado sexualmente cuando eran niñas, no estará presente en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, luego de que se publicara en este diario el reclamo de las víctimas para que se le impidiera firmar ejemplares de un libro de su autoría, como estaba previsto hoy en el stand de la editorial Dunken. “Estamos muy conmovidas. Esperemos que esta acción sirva como condena social, al haberse cerrado la causa por la prescripción del delito, y para que otras personas que sufran abuso sexual hagan las denuncias a tiempo para que los casos no queden impunes”, dijo a Página/12 Carolina, bióloga molecular, investigadora del Conicet y docente de la UBA, quien motorizó la recolección de firmas contra la presencia del ex juez en la Feria. Carolina fue una de las mujeres que declaró en la causa judicial y contó los abusos que sufrió cuando tenía 12 años de parte de Edmundo O’Neill, ex camarista durante la última dictadura militar. Ayer, junto con varias de las otras víctimas del ex juez, celebraron en un bar de Palermo haber podido difundir públicamente el hecho y conseguir que no pudiera presentar su libro.

La carta enviada el jueves a los organizadores de la Feria solicitaba que se le impidiera al ex juez su presencia en ese ámbito. Fue firmada por más de un centenar de referentes de la ciencia y de organizaciones de mujeres y de defensa de los derechos de la niñez. El ex camarista, que se desempeñó durante la última dictadura militar, tiene actualmente 84 años.

Ayer, al conocer el reclamo a través de este diario, desde la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (Consavig) –creada por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos– se pusieron en contacto con los organizadores de la Feria para hacerse eco del pedido de la carta. Puntualmente con la coordinadora de Contenidos, Carolina Szmid, según informó a Página/12 la abogada Perla Prigoshin, titular del organismo. En el transcurso de la jornada, Szmid trasmitió a la Consavig que se habían hecho gestiones con la editorial Dunken y que se había resuelto que el ex magistrado no concurriera a la Feria, como estaba previsto. Fuentes de la editorial informaron que O’Neill había suspendido ayer esa actividad, tras la publicación en Página/12 de las acusaciones en su contra.

“Es importante que estos hechos salgan a la luz. Y se vea lo difícil que puede ser a veces denunciar el abuso sexual cuando uno es chico. La mayoría de nosotras somos hijas de profesionales o intelectuales, o somos nosotras mismas profesionales y, sin embargo, no encontramos los canales para denunciar. Esto nos pasó en Mar del Plata, pero pasa también en otros pueblos. Era un secreto que se sabía en el pueblo y no pasaba nada”, contó ayer Florencia Galé, de 45 años, directora de un instituto de idiomas en la ciudad balnearia, y otra de las mujeres que declaró en la Justicia y contó los abusos sexuales sufridos de parte del ex camarista.

En 2004, se abrió una causa penal en Mar del Plata contra O’Neill, pero se cerró dos años después porque se consideró que el delito había prescripto por el paso del tiempo. En total, declararon doce mujeres, de entre 28 y 57 años en ese momento, que cuando tenían entre 6 y 12 sufrieron abusos sexuales de distinto tenor perpetrados por el ex camarista. Todas ellas eran amigas de las hijas de O’Neill, parientes o vecinas de la familia. “Todavía siento el dolor del silencio y la complicidad de los adultos que no reaccionaron, que cuando alguna de nosotras contábamos lo que nos pasaba, lo tomaron como una broma, como para no hacerse cargo”, dijo ayer otra de las víctimas que declaró, Patricia, de 64 años. Una de las hijas del ex juez fue quien se encargó de localizar a las víctimas. Esa hija hace más de diez años que no ve a su padre.

Ayer se sumaron más adhesiones al repudio a la presencia del ex camarista en la Feria, entre otras, de parte de la integrante del directorio del Conicet, la investigadora Dora Barrancos, de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil (Asampi) y de Profesionales latinoamericanos/as contra el abuso de poder, entre otras voces. Las víctimas abrieron una dirección de correo electrónico donde se pueden enviar adhesiones: oneill.sera.justicia@gmail.com. “Es importante contar con más apoyos: esperamos que víctimas más jóvenes se presenten en la Justicia y la causa pueda reabrirse. Es fundamental que se sientan respaldadas”, dijo Carolina a este diario.

–¿Qué sintió al ver que el tema salía a la luz pública después de tantos años?– le preguntó este diario a Carolina, una de las víctimas.

–Una mezcla de emociones. Por un lado, un gran vértigo por estar exponiendo algo tan doloroso e íntimo, algo tan especialmente callado; y un cierto temor a sentirme juzgada o mirada y, por otro lado, un gran alivio de poder hablar de esto. Fueron muchos años de “de esto no se habla”.

–¿Qué repercusiones tuvo luego de publicarse el caso en el diario?

–Un aluvión de adhesiones, llamados, mails, abrazos simbólicos. Al final, prevalece más la sensación de alivio que las otras.

–¿Por qué antes de la denuncia de 2004 nadie se animó a llevar el caso a la Justicia?

–La cultura del silencio entonces pesaba, y todavía pesa –quiero sentir que menos–, en nuestros hombros. Los resabios de la dictadura, las redes de poder de esa persona. Igual, mirando otras historias parecidas de abusadores con menos redes concretas de poder, veo que el silencio es una constante bastante repetida. Supongo, también, que a muchas de nosotras nos pesó profundamente la “no respuesta” en nuestros círculos más cercanos, en nuestros primeros intentos de denuncia privada. Y supongo que esa “no respuesta” o “respuesta incompleta” se debía al pasmo o al miedo que eso generaba. ¿Si no era oída / validada en mi círculo más cercano, cómo podía creer que sería oída y cuidada en círculos más expuestos?
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viernes, 3 de mayo de 2013

NOAM CHOMSKY

El petróleo de Venezuela y las chimeneas de Massachussets
(Texto del año 2005)

"How Venezuela Is Keeping the Home Fires Burning in Massachussets" (de qué manera Venezuela mantiene encendidas las chimeneas en Massachusetts) puede leerse en un aviso a toda página en un importante diario de Estados Unidos. El anuncio fue publicado por PDVSA, la compañía de petróleo estatal de Venezuela, y por CITGO, su subsidiaria establecida en Houston. 

El aviso describe un programa, alentado por el presidente de Venezuela, Hugo Chavez, para vender combustible de calefacción con descuento a las comunidades de escasos recursos de Boston, el sur del Bronx y cualquier otra parte de Estados Unidos, uno de los gestos más irónicos jamás registrados en el diálogo norte-sur. 

El acuerdo se concretó después que un grupo de senadores estadunidenses envió una carta a las nueve petroleras más importantes pidiéndoles que donaran una porción de sus recientes ganancias récord para ayudar a los residentes pobres a cubrir sus gastos de calefacción. La única respuesta provino de CITGO. 

En Estados Unidos, los comentarios del acuerdo se formulan a regañadientes. Algunos dicen que Chávez, quien ha acusado a la administración de George W. Bush de intentar derrocar a su gobierno, está animado por fines políticos a diferencia, por ejemplo, de los programas de pura ayuda humanitaria de la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos. 

El combustible para calefacción ofrecido por Chávez es uno de los muchos desafíos a los planificadores de la gran estrategia de Washington que están surgiendo en América Latina. Las ruidosas protestas durante el viaje de Bush, el mes pasado, a la Cumbre de las Américas, en Argentina, muestran la amplitud del dilema. 

Desde Venezuela hasta Argentina, el hemisferio esta yéndose completamente fuera de control, con gobiernos centro-izquierdistas a todo lo largo del camino. Inclusive en Centroamérica, que todavía sufre los efectos de la "guerra al terror" del presidente Ronald Reagan, apenas si se puede mantener la tapa cerrada. 

En el Cono Sur, las poblaciones indígenas se han vuelto mucho más activas e influyentes, particularmente en Bolivia y Ecuador, ambos productores importantes de energía, ya sea oponiéndose a la producción de petróleo y gas o sosteniendo que debe ser controlado a escala local. Algunos están incluso propulsando una "nación indígena" en América del Sur. 

Mientras tanto la integración económica interna se está reforzando, invirtiendo el aislamiento relativo que se inició con la conquista española. Y aún más, la interacción sur-sur está creciendo, con las principales potencias (Brasil, Africa del Sur, India) a la cabeza, especialmente en asuntos económicos. 

América Latina en su totalidad está incrementando el comercio y otras relaciones con la Unión Europea y con China. Y aunque se han registrado algunos retrocesos, es posible una expansión, especialmente para los exportadores de materias primas, como Brasil y Chile. 

De todos los países latinoamericanos, Venezuela es probablemente el que ha forjado relaciones más estrechas con China. En la actualidad proyecta vender crecientes cantidades de petróleo a Pekín como parte de un esfuerzo para reducir su dependencia de un gobierno estadunidense hostil. 

Por cierto, el problema más espinoso en la región para Washington es Venezuela, que provee casi 15 por ciento de la importación de petróleo a Estados Unidos. 

Chávez, elegido en 1998, exhibe el tipo de independencia que Estados Unidos traduce como desafío con el aliado de Chávez: Fidel Castro. 

En 2002, Washington abrazó la visión de democracia del presidente Bush al apoyar un golpe militar que derrocó brevemente al gobierno de Chávez. La administración de Bush, sin embargo, tuvo que dar marcha atras debido a la oposición al golpe en Venezuela y en toda América Latina. 

Acentuando las aflicciones de Washington, las relaciones entre Cuba y Venezuela se han vuelto muy cercanas. Esos gobiernos practican el sistema de trueque, cada uno apoyándose en sus puntos fuertes. Venezuela provee petróleo a bajo precio mientras que Cuba organiza programas de alfabetización y salud, y envía miles de maestros y médicos que, como en otras partes, trabajan en las áreas más pobres, que habían sido previamente descuidadas. 

Los proyectos conjuntos de Cuba y Venezuela también están teniendo impacto considerable en otros países del Caribe, donde, bajo un programa llamado Operación Milagro, médicos cubanos proveen atención a personas que no tenían esperanzas de recibirla, con fondos proporcionados por Venezuela. 

Chávez ha ganado reiteradamente elecciones y referendos monitoreados por organizaciones internacionales, pese a la abrumadora y enconada hostilidad de los medios de comunicación. 

El apoyo al gobierno electo ha aumentado durante los años de Chávez. El veterano periodista Hugh O'Shaughnessy, en un informe para el Irish Times, explica: "En Venezuela, donde la economía del petróleo ha producido una rutilante elite de supermillonarios, una cuarta parte de quienes tienen menos de 15 años están hambrientos, por ejemplo, y 60 por ciento de la gente por encima de los 59 años de edad carece de todo ingreso. Menos de 5 por ciento de la población goza de la seguridad social. Solamente ahora con el presidente Chávez... la medicina ha comenzado a ser algo real para una mayoría de pobres en la rica pero profundamente dividida sociedad venezolana (...) Desde que llegó al poder en elecciones democráticas y empezó a transformar el sector de salud y de asistencia social que ha satisfecho tan mal a la población en masa, el progreso ha sido lento, pero perceptible..." 

Ahora Venezuela se está uniendo al Mercosur, el bloque líder de comercio de América del Sur, que ya incluye a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y presenta una alternativa al llamado Tratado Libre de Comercio de las Américas (ALCA), patrocinado por Estados Unidos. 

Lo que está en juego en la región, como en todas las otras partes del mundo, son modelos sociales y económicos alternativos. Movimientos populares enormes y sin precedentes se han desarrollado para expandir la integración a través de las fronteras yendo más allá de las agendas económicas para abarcar los derechos humanos, las inquietudes sobre el medio ambiente, la independencia cultural y los contactos de pueblo a pueblo. 

Son ridículamente llamados "antiglobalización" porque favorecen una globalización dirigida en favor de los intereses de los pueblos, no a los de los inversionistas o a los de las instituciones financieras. 

Los problemas de Estados Unidos en las Américas se extienden tanto al norte como al sur. Por razones obvias, Washington ha intentado confiar más en Canadá, Venezuela y otras fuentes de petróleo que no correspondan a Medio Oriente. 

Pero las relaciones de Canadá con Estados Unidos son más "tirantes y combativas" de lo que nunca lo fueron antes como resultado, entre otros asuntos, del rechazo de Washington a las decisiones del NAFTA que favorecen a Canadá. 

Como Joel Brinkley informa en The New York Times, "parcialmente como resultado, Canadá está trabajando muy fuerte para construir su relación con China (y) algunos funcionarios dicen que Canadá debe traspasar una porción significativa de su comercio, particularmente el petróleo, de Estados Unidos hacia China". 

Estados Unidos necesita verdadero talento para alienar incluso a Canadá. Sin embargo, la política de Washington en América Latina solamente está incrementando el aislamiento de Estados Unidos. Un ejemplo reciente: durante 14 años seguidos, la Asamblea General de Naciones Unidas votó en contra del embargo comercial de Estados Unidos contra Cuba. En la más reciente votación, la resolución fue aprobada por 182 países. Cuatro votaron en contra: Estados Unidos, Israel, Islas Marshall y Palau. Micronesia se abstuvo. 
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jueves, 2 de mayo de 2013

MIJAIL BAKUNIN

Patria y Nacionalidad

El Estado no es la patria; es la abstracción, la ficción metafísica, mística, política y jurídica de la patria. La gente sencilla de todos los países ama profundamente a su patria; pero éste es un amor natural y real. El patriotismo del pueblo no es sólo una idea, es un hecho; pero el patriotismo político, el amor al Estado, no es la expresión fiel de este hecho: es una expresión distorsionada por medio de una falsa abstracción, siempre en beneficio de una minoría explotadora.

La patria y la nacionalidad son, como la individualidad, hechos naturales y sociales, fisiológicos e históricos al mismo tiempo; ninguno de ellos es un principio. Sólo puede considerarse como un principio humano aquello que es universal y común a todos los hombres; la nacionalidad separa a los hombres y, por tanto, no es un principio. Un principio es el respeto que cada uno debe tener por los hechos naturales, reales o sociales. La nacionalidad, como la individualidad, es uno de esos hechos ; y por ello debemos respetarla. Violarla seria cometer un crimen; y, hablando el lenguaje de Mazzini, se convierte en un principio sagrado cada vez que es amenazada y violada. Por eso me siento siempre y sinceramente el patriota de todas las patrias oprimidas.

La esencia de la nacionalidad. Una patria representa el derecho incuestionable y sagrado de cada hombre, de cada grupo humano, asociación, comuna, región y nación a vivir, sentir, pensar, desear y actuar a su propio modo; y esta manera de vivir y de sentir es siempre el resultado indiscutible de un largo desarrollo histórico.
Por tanto, nos inclinamos ante la tradición y la historia; o, más bien, las reconocemos, y no porque se nos presenten como barreras abstractas levantadas metafísica, jurídica y políticamente por intérpretes instruidos y profesores del pasado, sino sólo porque se han incorporado de hecho a la carne y a la sangre, a los pensamientos reales y a la voluntad de las poblaciones. Se nos dice que tal o cual región - el cantón de Tesino [en Suiza], por ejemplo -pertenece evidentemente a la familia italiana: su lenguaje, sus costumbres y sus restantes características son idénticos a los de la población de Lombardía y, en consecuencia, debería pasar a formar parte del Estado italiano unificado.

Creemos que se trata de una conclusión radicalmente falsa. Si existiera realmente una identidad sustancial entre el cantón de Tesino y Lombardía, no hay duda alguna de que Tesino se uniría espontáneamente a Lombardía. Si no es así, si no siente el más leve deseo de hacerlo, ello demuestra simplemente que la Historia real - la vigente de generación en generación en la vida real del pueblo del cantón de Tesino, y responsable de su disposición contraria a la unión con Lombardía - es algo completamente distinto de la historia escrita en los libros.
Por otra parte, debe señalarse que la historia real de los individuos y los pueblos no sólo procede por el desarrollo positivo, sino muy a menudo por la negación del pasado y por la rebelión contra él; y que este es el derecho de la vida, el inalienable derecho de la presente generación, la garantía de su libertad.

La nacionalidad y la solidaridad universal. No hay nada mas absurdo y al mismo tiempo más dañino y mortífero para el pueblo que erigir el principio ficticio de la nacionalidad como ideal de todas las aspiraciones populares. El nacionalismo no es un principio humano universal. Es un hecho histórico y local que, como todos los hechos reales e inofensivos, tiene derecho a exigir general aceptación. Cada pueblo y hasta la más pequeña unidad étnica o tradicional tiene su propio carácter, su específico modo de existencia, su propia manera de hablar, de sentir, de pensar y de actuar; y esta idiosincrasia constituye la esencia de la nacionalidad, resultado de toda la vida histórica y suma total de las condiciones vitales de ese pueblo.

Cada pueblo, como cada persona, es involuntariamente lo que es, y por eso tiene un derecho a ser él mismo. En eso consisten los llamados derechos nacionales. Pero si un pueblo o una persona existe de hecho de una forma determinada, no se sigue de ello que uno u otra tengan derecho a elevar la nacionalidad, en un caso, y la individuali-dad en otro como principios específicos, ni que deban pasarse la vida discutiendo sobre la cuestión. Por el contrario, cuanto menos piensen en si mismos y más imbuidos estén de valores humanos universales, más se vitalizan y cargan de sentido tanto la nacionalidad como la individualidad.

La responsabilidad histórica de toda nación. La dignidad de toda nación, como la de todo individuo, debe consistir fundamentalmente en que cada uno acepte la plena responsabilidad de sus actos, sin tratar de desplazarla a otros. ¿No son muy estúpidas todas esas lamentaciones de un muchachote quejándose con lágrimas en los ojos de que alguien lo ha corrompido y le ha puesto en el mal camino? Y lo que es impropio en el caso de un muchacho está ciertamente fuera de lugar en el caso de una nación, cuyo mismo sentimiento de autoestima debería excluir cualquier intento de cargar a otros con la culpa de sus propios errores.

Patriotismo y justicia universal. Cada uno de nosotros debería elevarse sobre ese patriotismo estrecho y mezquino para el cual el propio país es el centro del mundo, y que considera grande a una nación cuando se hace temer por sus vecinos. Deberíamos situar la justicia humana universal sobre todos los intereses nacionales. Y abandonar de una vez por todas el falso principio de la nacionalidad, inventado recientemente por los déspotas de Francia, Prusia y Rusia para aplastar el soberano principio de la libertad. La nacionalidad no es un principio; es un hecho legitimado, como la individualidad. Cada nación, grande o pequeña, tiene el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir de acuerdo con su propia naturaleza. Este derecho es simplemente el .corolario del principio general de libertad.

Todo aquél que desee sinceramente la paz y la justicia internacional debería renunciar de una vez y para siempre a lo que se llama la gloria, el poder y la grandeza de la patria, a todos los intereses egoístas y vanos del patriotismo.
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miércoles, 1 de mayo de 2013

¿NOTICIA, INFORMACIÓN?

En el diario La Razón (de distribución gratuita), el día de ayer, leí un recuadro que se titula el click del editor, por Humberto Acciarressi.
Titula la nota, de la siguiente manera:

La Bersuit, tiene que actualizar la argentinidad

"La calle más larga, el río más ancho, las minas más lindas, el dulce de leche, el gran colectivo, alpargatas, soda y alfajores. Las huellas digitales, los dibujos animados, las jeringas descartables, la birome. La transfución sanguínea..."
Una de las canciones emblemáticas de la Bersuit, "La Argentinidad al palo", que enuncia bondades y desastres vernáculos, retrasa a menos de una década de editada.

Ya en su momento, a pesar de mencionar a René Favaloro (quien realizó el primer bypass cardíaco en el mundo y se suicidó el 29 de julio del 2000), la canción olvida a nuestros Nobel: dos de medicina (Bernardo Houssay y César Milstein) dos de la Paz (Adolfo Pérez Esquivel y Carlos Saavedra Lamas) y uno de química (Luis Federico Leloir). El tema de Cordera y compañía (hoy pelkeados a muerte entre sí) menciona a Maradona y a Gardel (nacido francés y argentino hasta su último suspiro)

Hasta aquí, uno puede comprender que lo dicho por Acciarressi es una crónica sobre una canción, que narra mucho de la identidad de los argentinos o de los mitos, o de quienes son venerados por miles de personas que escuchan a la Bersuit. Me preocupan algunos entreparéntesis que propone el autor, que luego mencionaré.

Continúa la nota diciendo:

Pero la historia argentina no se termina en una canción. Desde el 2004, fecha de su edición en el disco del mismo nombre, el hit de la Bersuit ya tendría que añadir a Leo Messi, a "Manu" Ginóbili y al Papa Francisco. Ahorraremos el espacio de escritores, músicos y artistas plásticos, ya que la nómina sería interminable. La actualización de la canción no podría soslayar, tampoco, a la desde hoy Reina de Holanda, nuestra compatriota Máxima.
La Argentina no pasa por uno de sus mejores momentos. Mientras en el mundo se festeja a nuestros conciudadanos, en el país se los pasa por arriba como alambre caído. Por reacción a un gobierno para quien la historia comenzó en el 2003 (un año antes de la canción de la Bersuit), los argentinos se acostumbran a resaltar los logros de los compatriotas en el exterior. Si hay algo en las antípodas del sentir argentino desde el fondo de la historia, es el concepto de realeza. Pero cuando una presidenta tiene aspiraciones de reina sin serlo, es lógico que por contraste se celebre a una reina de verdad, nacida en el país. Esto es de sociología básica.

Análisis de la nota.

Este señor, dice todo eso que dice, para intentar fundamentar la cuestión de la sociología básica. Tan básica, que podría adjetivarse a sus dichos como una estupidez.
La Bersuit, compuso una canción mencionando a quienes ellos consideraban en el momento de la creación de la obra, como importantes para ser aludidos en ella.
El autor de la nota, propone que le falta en su contenido, todo lo que vino después. Sería como decirle a Picasso que hizo el Guernica luego de la masacre, pero… no puso en el cuadro las guerras que vinieron luego.
Dice que para el gobierno, la historia comenzó en el 2003. Una falacia fenomenal, cuando, justamente, este gobierno, propone el revisionismo de todas las historias que nos contaron quienes siempre, detentaron un poder maligno y nos sometieron de todas las maneras posibles, incluyendo, traición a la Patria. Una historia de entregas, de planes económicos para unos pocos, que siempre usufructuaron el mayor porcentaje de la Renta Nacional. Claro, Para Acciarressi, desde el 2003 en adelante, el país comienza a no “pasar por sus mejores momentos”
Dice que en el mundo se festeja a nuestros conciudadanos, en el país se los pasa por arriba. Otro sofisma.
La señora presidenta, dijo que Máxima, es argentina, al igual que lo dice Acciarressi. Fue la primera mandataria de un Estado, en ser recibida por el Papa y almorzaron juntos.
Este señor, luego, propone que en las antípodas del sentir argentino, es el concepto de realeza.
Es obvio, el nuestro, no es un país monárquico.
Dice que la presidenta tiene aspiraciones de reina sin serlo.
El autor de la nota, destila odio, veneno y es por ello que intenta en todo momento el desprestigio de la Bersuit, de la presidenta y del Modelo instalado en Argentina desde el 2003.
Él sabe, que es el Segundo Mandato de Cristina Fernández de Kirchner, elegida por el 55 % de los votos de los ciudadanos.
Sabe que la Bersuit, adhiere a este Modelo y actúa en diferentes encuentros multitudinarios, al igual que otros artistas de la música, de las letras, de las artes visuales, de la filosofía.
Creo que jamás, un gobierno tuvo tantos adherentes del mundo de la cultura.
Entonces, este señor, termina diciendo que Máxima, sí, es una reina (como si hubiese nacido en la nobleza) y la pone como contraste, pues es una reina de verdad, nacida en el país.
O sea, que él propone que festejemos a la reina de Holanda, porque es Argentina.
Digamos, que para ser reina, tuvo que dejar de ser argentina.
Por ello dije que me preocupaban algunos paréntesis. Porque dentro de ellos, es donde más destila su veneno.
El autor, podría haber agregado, tal vez, que los padres de la reina holando-argentina, no pudieron ir a la asunción de su hija, pues no se les permitió, porque el padre de la joven, fue uno de los miembros de la dictadura más sangrienta que asoló a la Argentina y los integrantes de la realeza holandesa, tenían miedo de que se produjeran desmanes y les arruinaran la fiesta.
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