domingo, 6 de mayo de 2012

FERNANDO GARCÍA CURTEN

LA SUPERFICIALIDAD
EN LA OBRA DE FERNANDO GARCÍA CURTEN
Poe Helios Buira

La obra de García Curten es superficial.
Lo digo sin tapujo, directamente, de manera inexorable.
Es una obra construida con materiales que la sociedad o si se quiere el sistema de mercado desecha, cosas por las cuales y de las cuales muchos hacen dinero, ya que suele tratarse de basura y la basura tiene precio.
En este mercado, todo tiene valor de compra y de venta.
Sería imposible aquí, enumerar lo que tiene valor de mercancía. A modo de mini ejemplo puedo mencionar ropa usada, cartones, arandelas, zapatillas gastadas, autos viejos, chatarra, latitas, papel, bronce, cobre, libros (en las librerías de viejo) guitarras a la que le falta alguna cuerda, niños, hijas para que ejerzan la prostitución y trillones de otras cosas. Se compra y se vende.
De muchos de estos objetos se nutre García Curten para el ejercicio de su obra escultórica. Esta obra suele tener grandes dimensiones por lo tanto, alberga gran cantidad de esa basura que él recoge mientras deambula por las calles de San Pedro. Sé que algunas personas allegadas le acercan objetos que, antes de tirarlos, prefieren dárselos pues algún uso le dará en una de sus figuras. ( y en algún modo, ellos serán partícipes en lo que Fernando hace, podrán decir: esa cajita de huevos que tiene la mano a modo de nudillos, se la di yo)
Se me ocurre que elige, que no es cualquier basura con la que construye sus mamotretos, o como dijo una escultora alguna vez, sus esperpentos.
Recuerdo nuestras caminatas por calles de Buenos Aires, cuando dábamos clases en el Taller del Fondo, de la calle Juramento y yo, mientras andábamos, juntaba objetos (basura) que me parecía le servirían para su obra, pero él los desechaba; de repente se agacha y recoge algo, me lo muestra diciendo: -El dedo que me faltaba para una de las esculturas de “La silla vacía”.
Esa obra, hace que me emocione cada vez que la memoro, pues allí estamos Abelardo Castillo, Fernando y yo. Es de una belleza indescriptible y la estructura es una composición de maestro.
El taller de Fernando, allá en la Ciudad de San Pedro, está plagado de basura. Se puede encontrar allí, lo menos esperado. Y el “decorado”, es acorde a esa acumulación de desechos. Cuando llegué por vez primera a su casa-taller, me llamó poderosamente la atención, un gato disecado puesto sobre una pared a modo de “cuadro”. Me contó que era un gato que él y Susana, su esposa querían, que había desaparecido y tiempo después, lo encontraron así, seco, entre unas chapas del techo. (tienen muchos gatos que deambulan por toda la casa todo el tiempo)
Partiendo desde allí, digo desde esa imagen disecada en la pared, pude comprender la obra de Fernando. Él, le da vida a la muerte. Porque ese gato, al estar allí, entraba en otra dimensión, la de lo expuesto, lo mismo que sucede con las basura que su obra alberga.
La escritora Liliana Heker cuenta, en un bello texto, como fue mi llegada a San Pedro y mi encuentro con Fernando García Curten a través de ella y su esposo el actor Ernesto Imas, quienes me indicaron la dirección de la Casa-Taller.
Allí, reuniones memorables, días maravillosos en los cuales Susana, me ofrecía café y nueces, cosa que pasó a ser un ritual en cada viaje que yo hacía a la Ciudad de San Pedro. Siempre había un recipiente con nueces y olor a café.
Pero vuelvo a la obra de García Curten. Comencé diciendo que es una obra superficial, que el artista la construye con basura que la sociedad consumista arroja como desperdicios, que otros hacen dinero con eso desechado, que todo se compra y se vende.
Porque la superficie de la obra, muestra con total desparpajo, los materiales utilizados para su creación.
Pero también muestra la hondura de su contenido, lo que Fernando García Curten nos dice en cada obra, su dolor por un mundo y una civilización que tiene los cimientos resquebrajados y al decir de Sábato “El artista, es el que sufre por la sociedad, el que también sueña los sueños colectivos”
“Si el artista no crea, el filósofo no piensa”, dice Herbert Read. Y Fernando García Curten crea una obra tremenda, dolorosa en imagen y contenido, por la cual quienes piensen el mundo actual, tienen allí una fuente impresionante para narrar lo que nos acaece a los humanos.
Transcribo lo que alguna vez escribí sobre Fernando, publicado en Arte y Letras, como uno de los capítulos de “Desde el Arte”
Escribir sobre F.G.C. se me hace algo difícil pues la intensidad y la inmensidad de su obra generan en mí un dejo de pudor que me llevan a pensar si será posible que con mi texto pueda estar a la altura de la descomunal belleza de su obra, para poder contarle a ustedes de quién se trata.
Haré el intento, correré el riesgo.
Pero siempre me quedará aunque no pueda elevarme en vuelo, la certeza de lo que interiormente acontece en mi alma cuando veo y recuerdo la obra de este hombre grande que me fue dado en gracia conocer.
Fue así. Tuve que ir a la ciudad de San Pedro por una invitación que me hicieron para presentar bocetos con la idea de hacer un monumento a la amistad, que se instalaría justamente, en el Parque de la Amistad. Nos reunimos con políticos, con el Intendente, para iniciar y dar forma al proyecto que finalizaría con la inauguración del monumento.
Hablamos, nos reunimos, hablamos, nos reunimos, hablamos, hablamos y como generalmente suele suceder con los políticos por esa cosa que llaman "la interna", nada de esto se cumplió. Los bocetos fueron a parar a cualquier lado. Seguramente a un tacho de resuduos.
Pero tiempo después sabría que mi viaje a San Pedro tenía otro significado; que fui a esa ciudad para encontrarme con García Curten.
Una de las personas que frecuentaba las reuniones con los políticos, me dijo una tarde que allí había un escultor. Pensé que se refería a uno de los presentes y riendo, me dijo "no, en San Pedro tenemos un escultor".
Yo había viajado con Carlos Ferrari y Roberto Lo Tártaro, que participaban del proyecto; Lo Tártaro como Arquitecto, pues la cosa era de grandes dimensiones y él se haría cargo de parquizar el asunto. Comento esto, pues cuando el Sampedrino nos invitó a visitar el taller del artista de San Pedro, por lo bajo le dije a uno de mis amigos: “vamos a ver los gauchitos del escultor".
Allá fuimos y como el escultor  no estaba, tuvimos que mirar por una de las ventanas del taller. Cuando lo hice, caí hacia atrás, como fulminado por una energía poderosísima. Mis amigos me sostuvieron y el Sampedrino me preguntó qué sucedía y creo que dije algo como...-¡pero este tipo es un genio!.
Lo primero que vi fue El Cristo, que después supe se titula "Cristo Para Armar". Y fui recorriendo como pude esas imágenes dolorosas, desgarradas, tremendamente fuertes que allí estaban expuestas mientras por mis mejillas caían lágrimas de emoción y culpa al mismo tiempo. Había recibido el sopapo mayor del universo aplicado a mi soberbia. Desde ese instante todo sería distinto. La amistad con Fernando quedó sellada en el primer abrazo que nos dimos cuando fuimos presentados al otro día.

Luego de sucedido este acontecimiento, regresamos a Buenos Aires. Tiempo después, al volver a la Ciudad de San Pedro, no recordaba la dirección de la Casa-Taller y es cuando aparece Liliana Heker, en el café casi mítico y me orienta para el encuentro.
La amistad con Fernando me permitió conocer a personas allegadas a él (no son muchas) una de esas personas era Pedro Suñer, su primer maestro, quien me invitó a exponer en su galería “Biguá”. El día de la inauguración de la muestra, estuvo el Intendente de San Pedro, Julio Pángaro. Eran tiempos de la epidemia de cólera y recuerdo haberle dicho: -Julio, es bueno que repartan lavandina por toda la ciudad, pero si querés ser parte de la historia de San Pedro, hacé que el taller de Fernando sea declarado La Casa Museo de Fernando García Curten.
Bien. Hoy existe esa Casa, hoy se puede visitar y recomiendo enfáticamente que quienes puedan viajar a San Pedro, pasen por ese Lugar, y podrán apreciar la obra de un artista, obra profunda si las hay.

La silla vacía


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