Los autores franceses Isabelle Fringuet-Paturle y Jérémy Patinier escribieron un libro que revisa la posición política de algunos símbolos pop como Bob Esponja, acusado por un grupo evangélico de promover la homosexualidad.
Tomado de Tiempo Argentino del día de la fecha
Por Sergio Di Nucci
Nadie duda de que Francia tiene algo de especial. Mucho menos los franceses. Sus jactancias son muchas, pero insisten sobre todo en una: mientras Inglaterra se estaba preparando para una revolución de manufacturas, de simples objetos cotidianos, ellos, los ciudadanos de la Francia, inventaba los conceptos modernos de “derecha e izquierda” que serían centrales para las democracias y el pensamiento del siglo XIX. Desde el 11 de septiembre de 1789, tras los debates sobre el derecho de veto real, la Asamblea Nacional francesa se separó entre “izquierda” (los defensores de una soberanía nacional, “patriota”) y “derecha” (los monárquicos o “ultrarrealistas”). La historia de esos dos conceptos ha sido central, también, en el siglo XX y en lo que va de este, en Occidente, sobre todo en Francia.
Dos autores franceses, Isabelle Fringuet-Paturle y Jérémy Patinier han ido ahora un poquito más allá. Escribieron un libro, Tintin est-il de gauche ? Astérix est-il de droite ? preguntándose justamente acerca del color político de muchos símbolos pop de nuestra cultura contemporánea: ¿es libertario o reaccionario Asterix o Star Wars? ¿Es de izquierda o de derecha Facebook? ¿Y Bob Esponja? El resultado no sólo es curioso y divertido, sino muy instructivo. Como cuando decían que el ratón Mickey promovía la inhalación de cocaína porque en un capítulo olía con devoción una flores muy blancas. Por ejemplo, para los autores, Bob Esponja es claramente de izquierda, aunque dé la vida por conservar su puesto en una hamburguesería, símbolo del capitalismo estadounidense: “Ya en 2005, un video mostraba a Bob cantando por promover la diversidad y la tolerancia, y fue atacado por un poderoso grupo evangélico de su país. La Association Focus on the Family lo acusaba de envalentonar la homosexualidad. Bob no sólo sería un velado promotor del matrimonio gay, sino además de la izquierda militante y política (moderna)”, escriben los autores.
¿Qué hay de Steve Jobs?: “Dirigente izquierdista y despótico, un poco comunista totalitario en los bordes. Puso en Internet su vocación de comunicación entre los individuos a nivel popular (primermundista)”.
¿Y Tintin? : “Ha sido de todo, colonialista, anticolonialista, legitimista, anticomunista, demócrata, defensor de los pueblos sometidos por la dictadura, un poco católico, un poco paternalista, a imagen de su creador.”
Y así siguen los íconos pop analizados políticamente con tono pop, pero contundente.
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4 comentarios:
Aparece como natural que los personajes imaginarios hereden el perfil ideológico de sus creadores. Me sorprende encontrar a Steve Jobs en la enumeración.
Hay mucho ideológico y psicológico, según los personajes; pensemos en casi toda la obra de Disney, donde en pocas oportunidades aparecen los padres. La mayoría son tíos y sobrinos; en Bambi hay una madre, pero un cazador la mata y deja solo al cervatillo.
Algunos dibujitos rayan la perversión.
(Fragmento)
También hay que considerar que a uno, desde chico… no sé. Disney por ejemplo: Yo tendría diez años cuando fui a ver Peter Pan y…sí, todo muy lindo…Wendy, el capitán Garfio y eso. Pero Campanita…tan bonita con su tutú de hojitas, tan cinturita, tan culito redondito y celosa y echado esos polvos que te ponían a volar.
¿Qué? ¡No! de Caperucita mejor no hablemos. Esa escena donde estás en la cama disfrazado de abuela y ella te dice qué grandes tienes las cosas… no.
No… bueno, Blancanieves no tanto. Yo mismo, sin ir más lejos, tengo una prima en Villa Ortuzar que… ¡otra que los siete enanitos..!
Y sí… uno se pone medio suspicaz ¿Quién te asegura que la Bella durmiente no estaba simulando?
Hubo hace muchos años una versión erótica de Blanca Nieves y sus siete enanitos. Al final, cuando llega el príncipe a rescatarla, sucede lo que nadie esperaba mientras veía la película: se va con uno de los enanos.
Bueno... Batman y Robin...
Para mí, la Durmiente simulaba.
Hubo un libro por los años setenta "Para leer al Pato Donald", una maravilla de Ariel Dorfman y un belga, creo que Matelart. Yo estudiaba en la Escuela de Bellas Artes y para nosotros, los estudiantes, era una especie de Biblia. Una visión clarísima de cómo, esos dibujitos, eran un modo de penetración ideológica en la cabeza de los pibes que los leían, por supuesto, que bajando línea desde la concepción dominante del imperio.
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