viernes, 2 de marzo de 2012

WALTER BENJAMIN

Una Imagen de Proust
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I
Los trece volúmenes de A la Recherche du Temps Perdu, de Marcel Proust, son el resultado de una síntesis inconstruible, en la que la sumersión del místico, el arte del prosista, el brío del satírico, el saber del erudito y la timidez del monómano componen una obra autobiográfica. Se ha dicho, con razón, que todas las grandes obras de la literatura fundan un género o lo deshacen, esto es que son casos especiales. Entre ellos es éste uno de los más inaprehensibles. Comenzando por la construcción, que expone a la vez creación, trabajo de memorias y comentario, hasta la sintaxis de sus frases sin riberas (Nilo del lenguaje que penetra, para fructificarlas, en las anchuras de la verdad), todo está fuera de las normas. El primer conocimiento, que enriquece a quien considera este importante caso de la creación literaria, es que representa el logro más grande de los últimos decenios. Y las condiciones que están a su base son insanas en grado sumo. Una dolencia rara, una riqueza poco común y una predisposición anormal. No todo es un modelo en esta vida, pero sí que todo es ejemplar. A la sobresaliente ejecutoria literaria de nuestros días le señala su lugar en el corazón de lo imposible, en el centro, a la vez que en el punto de equilibrio, de todos los peligros; caracteriza además a esa gran realización de la "obra de una vida" como última y por mucho tiempo. La imagen de Proust es la suprema expresión fisiognómica que ha podido adquirir la discrepancia irreteniblemente creciente entre vida y poesía. Esta es la moral que justifica el intento de conjurar dicha imagen.

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Borges notó que “la historia de la literatura española, es más extensa que la literatura española”. Creo que esos excesos son generados también por todas las grandes obras, sin importar su nacionalidad. Recomendaba, asimismo, la lectura directa de los grandes autores, antes que la interpretación que de ellos hicieran sus críticos. Acepté, en general, ese consejo.

G.I.

helios dijo...

Acuerdo. Algo estuvimos diciendo días pasados, respecto de los que opinan utilizando la opinión de otros.
Mientras el artista crea, el crítico, sólo puede observar a través del ojo de la cerradura.
Cuando se habla de Shakespeare, se habla de Shakespeare, o de todo lo que se escribió sobre el inmortal inglés.

Anónimo dijo...

Umberto Eco dice que una novela “es una máquina de generar interpretaciones”. Un mismo lector, en diferentes lecturas, interpretará un mismo texto de maneras diversas.
Imagino que esta diversidad de interpretaciones será aún mayor cuando se trate de lectores diferentes.

G.I.

helios dijo...

Coincido.
Un poco lo que dice Sábato: "La historia del arte está plagada de olvidos, desconocimientos e injusticias, debido al carácter esencialmente subjetivo de la obra artística y de la correspondiente subjetividad del juicio estético. Lo que es notable para uno, puede ser pésimo para otro. Lope de Vega dijo que El Quijote era el peor libro que había leído en su vida, y así fue siempre"
Creo que lo mismo sucede con las interpretaciones. Escribí un texto que titulé El Árbol de Van Gogh" Hago un planteo similar.