Jacques Prevert
De
Paroles
Fue un
golpe. Un mazazo en el cerebro y una tremenda sacudida del corazón.
Primer
año de la Belgrano, estábamos en la clase de pintura. Avril (de quien no supe
más nada) había llevado el libro de Prevert. Con su acento francés (desde allá
venía) lo leyó en voz alta, con la autorización del profesor. Todos estábamos en
silencio, escuchando, mientras intentábamos plasmar en la tela la naturaleza muerta que teníamos como modelo. A medida que pasaban los poemas leídos, un temblor que iba
en aumento, recorría mi cuerpo. Jamás había sentido algo parecido. Eran mis
primeros contactos con el universo del arte. Cuando él dejó de leer, cuando no
oí más su voz, sentí que por mis mejillas rodaban emocionadas lágrimas. Se
acercó, me miró a los ojos, me abrazo y dijo: -Es tuyo. Te lo regalo.
Pasaron
tantos años y ese libro aún está en mi biblioteca.
Como
Avril en mis recuerdos.
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