viernes, 25 de noviembre de 2011

DOS TEXTOS BREVES

De mi autoría


El Vuelo
El tipo volaba.
En medio del festejo, mientras los invitados bebían, paladeaban bocados preparados a la sazón y hablaban en agradable reciprocidad, Él se elevó verticalmente, apenas medio metro del piso; recorrió lentamente con su mirada todo el salón a la vez que regocijándose de las voces que se iban transmutando en susurro y menguando hasta llegar al silencio. Un intenso silencio; podría decirse hasta  un corpóreo silencio. Entonces Él, con graduales movimientos fue tomando posición horizontal, muy lentamente, dando la sensación de que se introducía en ese corporal silencio; así, comenzó a sobrevolar por sobre las cabezas de quienes parecían estatuas dada la inmovilidad provocada por tamaña sorpresa; a medida que él avanzaba en su vuelo de grafías ondeantes, armoniosas, podía observarse también el movimiento de las cabezas que seguían con la mirada el sentido de su trayecto y ese meneo de cabezas era una sinrazón dada la rigidez de los cuerpos. Él, con una sonrisa imperceptible, disfrutaba como pocos pueden llegar a disfrutar de esa manera en todo el planeta.
De repente, se escucha en un grito, una voz de tono metálico, una voz excitada: -¡Eso lo hace cualquiera! Y el cuerpo del dueño de la voz sale disparado como saeta hacia el techo del salón, se estrella en el cielorraso y cae con el cráneo destrozado, quedando inmóvil en el piso.
Es el momento en que los invitados abruptamente salen de su quietud y comienzan entre gritos, llantos, desesperación, a correr por todo el salón, buscando puertas de salida, huyendo, tropezando unos con otros, golpeándose contra columnas, sillas, mesas y todo se transforma en un caos indescriptible.
Mientras, Él, con absoluta serenidad, sale por una de las ventanas y elevándose, se dedica a gozar desde la altura, el espectáculo que ofrece Buenos Aires por las noches.

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La trama del revés
Quiero imaginar al destino como si fuese un trozo de tela, un paño.
Uno puede recorrer libremente la trama, los distintos hilos de ese tejido, por donde le imponga en oportunidades, su soberano arbitrio: ir, venir, repetir el trayecto cuantas veces quiera. Lo que jamás podrá hacer, es salirse de la tela. La salida, significa el final. Establece que se cumplió el ciclo de permanencia en el paño.
También imagino que esa tela dentro de la cual andamos tiene diferentes formatos, como también, que su hechura se corresponde con disímiles materiales, que la hacen suave, rugosa, áspera, delicada, o tersa; pero también esas texturas pueden articularse de modo que la trama adquiera un aspecto no uniforme semejante a un continente en el cual sabemos que existen todas las cosas posibles, en todas las formas posibles, desde la más bella flor hasta el más horrendo y asqueroso engendro  que uno pueda imaginar. Diferente de un jardín, cuidado, acomodado, donde uno elige un orden para mostrarlo dotado de hermosura.
Quiero imaginar que las distintas texturas de la trama, simbolizan la vida de las personas que transitan por los incomparables ornatos de su resultado. Como cuando observo detenidamente el dibujo de mis dígitos, esa huella que no es un argumento policíaco, sino que me dice que esa línea interminable que me recorre, es el dibujo del alma; a la vez que me diferencia, diciéndome que no se repite jamás, en ninguna otra persona que habita en el planeta.
El hondo, complejo y misterioso interrogante, es indagar para saber si esa tela, ese paño, se nos ofrece ya creado, o lo vamos tejiendo en el acontecer de nuestra propia existencia.    

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