El Vuelo
El tipo
volaba.
En medio del
festejo, mientras los invitados bebían, paladeaban bocados preparados a la sazón
y hablaban en agradable reciprocidad, Él se elevó verticalmente, apenas medio
metro del piso; recorrió lentamente con su mirada todo el salón a la vez que
regocijándose de las voces que se iban transmutando en susurro y menguando hasta
llegar al silencio. Un intenso silencio; podría decirse hasta un corpóreo
silencio. Entonces Él, con graduales movimientos fue tomando posición
horizontal, muy lentamente, dando la sensación de que se introducía en ese
corporal silencio; así, comenzó a sobrevolar por sobre las cabezas de quienes
parecían estatuas dada la inmovilidad provocada por tamaña sorpresa; a medida
que él avanzaba en su vuelo de grafías ondeantes, armoniosas, podía observarse
también el movimiento de las cabezas que seguían con la mirada el sentido de su
trayecto y ese meneo de cabezas era una sinrazón dada la rigidez de los cuerpos.
Él, con una sonrisa imperceptible, disfrutaba como pocos pueden llegar a
disfrutar de esa manera en todo el planeta.
De repente, se
escucha en un grito, una voz de tono metálico, una voz excitada: -¡Eso lo hace
cualquiera! Y el cuerpo del dueño de la voz sale disparado como saeta hacia el
techo del salón, se estrella en el cielorraso y cae con el cráneo destrozado,
quedando inmóvil en el piso.
Es el momento en que
los invitados abruptamente salen de su quietud y comienzan entre gritos,
llantos, desesperación, a correr por todo el salón, buscando puertas de salida,
huyendo, tropezando unos con otros, golpeándose contra columnas, sillas, mesas y
todo se transforma en un caos indescriptible.
Mientras, Él, con
absoluta serenidad, sale por una de las ventanas y elevándose, se dedica a gozar
desde la altura, el espectáculo que ofrece Buenos Aires por las noches.
-----O-----
La trama del
revés
Quiero
imaginar al destino como si fuese un trozo de tela, un paño.
Uno puede recorrer libremente la trama, los distintos hilos de ese tejido, por donde le imponga en oportunidades, su soberano arbitrio: ir, venir, repetir el trayecto cuantas veces quiera. Lo que jamás podrá hacer, es salirse de la tela. La salida, significa el final. Establece que se cumplió el ciclo de permanencia en el paño.
Uno puede recorrer libremente la trama, los distintos hilos de ese tejido, por donde le imponga en oportunidades, su soberano arbitrio: ir, venir, repetir el trayecto cuantas veces quiera. Lo que jamás podrá hacer, es salirse de la tela. La salida, significa el final. Establece que se cumplió el ciclo de permanencia en el paño.
También imagino que esa tela dentro
de la cual andamos tiene diferentes formatos, como también, que su hechura se
corresponde con disímiles materiales, que la hacen suave, rugosa, áspera,
delicada, o tersa; pero también esas texturas pueden articularse de modo que la
trama adquiera un aspecto no uniforme semejante a un continente en el cual
sabemos que existen todas las cosas posibles, en todas las formas posibles,
desde la más bella flor hasta el más horrendo y asqueroso engendro que uno pueda imaginar. Diferente de un
jardín, cuidado, acomodado, donde uno elige un orden para mostrarlo dotado de
hermosura.
Quiero imaginar que las distintas
texturas de la trama, simbolizan la vida de las personas que transitan por los
incomparables ornatos de su resultado. Como cuando observo detenidamente el
dibujo de mis dígitos, esa huella que no es un argumento policíaco, sino que me
dice que esa línea interminable que me recorre, es el dibujo del alma; a la vez
que me diferencia, diciéndome que no se repite jamás, en ninguna otra persona
que habita en el planeta.
El hondo, complejo y misterioso
interrogante, es indagar para saber si esa tela, ese paño, se nos ofrece ya
creado, o lo vamos tejiendo en el acontecer de nuestra propia existencia.
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