Poeta, periodista y cineasta francés, nacido en París en 1900, y fallecido en el campo de concentración de Terezin (Checoslovaquia) en 1945. Por el conjunto de su producción poética, que partió desde el surrealismo y la escritura automática para evolucionar hacia unas formas de corte clásico, está considerado como una de los grandes renovadores de la lírica francesa contemporánea y, sin duda, uno de los poetas mayores del siglo XX.
Irrumpió en el panorama literario francés a los diecinueve años de edad, cuando dio a la imprenta su primer poemario, titulado Prospectus (1919), opera prima que, anclada en los postulados dadaístas y bajo la clara influencia de Apollinaire, mostraba el buen hacer de un joven poeta que, desde el principio, se presentaba como un gran dominador del ritmo y de la forma. Sin embargo, su nombre no empezó a sonar con fuerza en los cenáculos literarios franceses (a la sazón, dominados por el surrealismo) hasta su regreso del servicio militar, cuando Robert Desnos comenzó a publicar sus primeras composiciones en la revista Littérature. Fue entonces cuando empezó a descollar por su extraordinaria capacidad simbiótica, versada en combinar, desde la escritura automática y los relatos oníricos, los temas y motivos más sugerentes de la antigüedad (como los de la mitología clásica) con otros ingredientes rigurosamente novedosos (como las técnicas y los personajes de los dibujos animados).
Interesado en la experimentación onírica propuesta por René Crevel (la inducción del sueño por hipnosis) y, en general, en los postulados estéticos de Marcel Duchamp (a quien consideraba su guía y mentor durante los primeros pasos de su andadura creativa), enseguida descolló como uno de los "durmientes" más inspirados, sobre todo cuando centró sus ensayos experimentales en la figura de la paronomasia (así, verbigracia, en su famosa obra titulada "Rose Sélavy", escrita entre 1922 y 1923). Así, pronto se convirtió Desnos en uno de los mejores exponentes de la estética surrealista, y uno de sus poemas (el titulado "A la misteriosa") se constituyó en modelo y paradigma del tratamiento de la imagen poética propuesto por esta corriente.
Por aquellos años, Robert Desnos pasó del cultivo del relato onírico a ampliar el alcance de su prosa con algunas obras como Duelo por duelo (1924) y La libertad o el amor (1927), en las que la prosa poética se pone al servicio del dictado psíquico procedente del mundo de los sueños. No obstante, en la última obra citada puede apreciarse ya un cierto alejamiento del surrealismo -manifiesto en una clara exaltación del cubismo- que preludia el rechazo que Desnos iba a empezar a mostrar hacia aquella estética a partir de los años treinta.
En efecto, aunque en 1930 recogió en una recopilación poética, titulada Corps et biens (Cuerpos y bienes), todas sus composiciones del período anterior, al mismo tiempo se dejó llevar por su talante individualista y libertario para escapar de los férreos dictados proclamados por los grandes santones del surrealismo y, no contento con ello, para llegar a encabezar un manifiesto colectivo publicado contra André Breton. A partir de entonces, dejó durante algún tiempo el cultivo tradicional de la literatura para acercarse al mundo del cine (en el que ya había entrado en 1927, en calidad de productor -junto con el fotógrafo estadounidense Man Ray- de la película L'etoile de mer) y del periodismo (sobre todo, el radiofónico, para el que escribió algunos poemas como "La endecha de los fantasmas", de 1933). Publicó entonces numerosos artículos y trabajos centrados en el cine, textos que le llevaron a convertirse en una de las grandes autoridades de esta disciplina artística entre los intelectuales de su tiempo. En 1966, la revista Cinéma reunió en una misma publicación todos los escritos dedicados por Robert Desnos al Séptimo Arte.
A mediados de la década de los años treinta, el poeta parisino se implicó directamente en la lucha contra los movimientos fascistas que se habían implantado en diferentes zonas del continente europeo. Militó primero en el Frente Popular Antifascista (militancia que quedó plasmada en Las puertas batientes, de 1936), y posteriormente en la Resistencia francesa contra el dominio nazi, que le inspiró un nuevo tono poético manifiesto en Le veilleur du Pont-au-Change (1944) y Choix de poèmes (1946). Unos años antes había vuelto a los anaqueles de las librerías con un novedoso poemario, Fortunes (1942), en el que, desde un clasicismo formal extremo, desdeñaba las exageraciones vanguardistas comparándolas con los balbuceos propios de cualquier proceso de aprendizaje, teoría que salía a relucir constantemente en sus conversaciones con Éluard: "Creo cada vez más que la escritura y el lenguaje automáticos no son más que los estados elementales de la iniciación poética”. Por aquellos años, su referente estético más inmediato estaba en el estilo de Louis-Ferdinand Céline.
Movilizado desde 1939, durante la mencionada ocupación nazi escribió bajo distintos pseudónimos en las revistas clandestinas de su amigo Paul Éluard (Europa y El honor de los poetas), y se sirvió del argot usado entre los miembros secretos de la Resistencia para componer algunas piezas en las que tomaba parte en contra del régimen colaboracionista de Vichy. En 1944 fue hecho prisionero y deportado al campo de concentración de Terezin, en Checoslovaquia, donde perdió la vida un día antes de que las tropas norteamericanas llegaran al recinto y dieran libertad a todos los apresados.
Al margen de la veta surrealista ya aludida a la hora de hacer referencia a sus primeros escritos, el resto de la producción poética de Robert Desnos se caracteriza por recuperar, por un lado, ese filón modernista que dejara abierto Guillaume Apollinaire; y, por otro lado, por la presencia de grandes dosis de humor, frescura e imaginación que vienen a poner un contrapunto de esperanza dentro del desasosiego causado por las miserias de la condición humana y las tragedias derivadas de la confrontación bélica.
Tomado de mcnbiografias.com
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La Idea Fija
Te traigo una pequeña alga que se revolvía
en la espuma del mar, y este peine.
Pero tus cabellos están mejor trenzados
que las nubes con el viento con los rubores celestes
y están de tal manera estremecidos de vida y de sollozos
que al retorcerse a veces entre mis manos
mueren junto a las olas y los arrecifes de la orilla
con tanta abundancia que hará falta mucho tiempo
para ya no esperar los perfumes y su huida
con la noche durante la que este peine marca sin moverse
las estrellas sepultadas en su rápido y sedoso curso
atravesado por mis dedos que solicitan aún a su raíz
la caricia húmeda de un mar más peligroso
que aquél donde esta alga fue recogida
entre la espuma dispersa de una tempestad.
Una estrella que muere se parece a tus labios
que azulean como el vino derramado sobre el mantel
Transcurre un instante con hondura de mina
La antracita se queja sordamente
y cae en copos sobre la ciudad
Hace frío en el callejón sin salida donde te conocí
Un número olvidado en una casa en ruinas
creo que el número 4
Te reencontraré dentro de pocos días
cerca de esa maceta de flores estrelladas
Las minas roncan sordamente
Los techos están cubiertos de antracita
Este peine en tus cabellos parece el fin del mundo
El humo el ave ancestral y al arrendajo
allá se acabaron las rosas y las esmeraldas
las piedras preciosas y las flores
La tierra se desmorona y se estrella
con el ruido de una plancha sobre el nácar
pero tus cabellos tan bien trenzados
tienen la forma de una mano
Versión de Jorge Fernández
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Como Una Mano
Como una mano que en el instante de la muerte y del naufragio
se levanta al modo de los rayos del sol poniente, así surgen
por todas partes tus miradas.
Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero la hoja que cae y la rueda que gira te dirán que nada
perdura en la tierra,
Salvo el amor,
Y de esto quiero convencerme.
Botes de salvamento de colores rojizos,
Tempestades en fuga,
Un vals anticuado que se llevan el tiempo y el viento por los
largos caminos del cielo.
Paisajes.
No quiero más abrazos que aquel al que aspiro,
Y muera el canto del gallo.
Como una mano que en el instante de la muerte se crispa, así
se oprime mi corazón.
Nunca he llorado desde que te conocí.
Quiero demasiado a mi amor para llorar.
Tú llorarás sobre mi tumba,
o yo sobre la tuya.
No será demasiado tarde.
Hasta mentiré. Diré que fuiste mi amante,
Y al final todo es tan absolutamente inútil,
A ti ya mí muy cerca nos espera la muerte.
A la mystérieuse (Corps et Biens)
Versión de Aldo Pellegrini
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Desnúdate
Desnúdate
báñate en esta agua negra
nada puedes temer
tú lo has hecho ya
el cuerpo humano impermeable no se empapa
como una esponja
el Sol secará el barro
que caerá hecho polvo
ve
la Tierra es vasta y así tu corazón
que a fin de cuentas hechas y bien hechas
no contiene aún ningún error
y jamás ha contenido lodo.
Versión de Hernán Valdés
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Tanto soñé contigo
Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar
sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre
mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían
adaptarse al contorno de tu cuerpo.
Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y
me gobierna desde hace días y años,
seguramente me transformaré en sombra.
Oh balances sentimentales.
Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las
apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta
ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios que los primeros labios y la primera frente
que encuentre.
Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de
tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre
los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que
siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.
A la mystérieuse ( Corps et Biens )
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