Tomado de sus relatos radiales.
Cualquier parecido con la actualidad, no es mera coincidencia. Se trata de lo mismo de siempre, cuando hay un gobierno popular y creo que también ocurre en otros países de América del Sur.
¿Por qué hablás si no sabés? ¿De dónde sacaste esa noticia que echás a rodar desaprensivamente, sin pensar en lo irresponsable que sos y en el daño que podés hacer?
Estamos viviendo el tecnicolor de los días gloriosos y vos me lo querés cambiar por el rollo en negativo del pesimismo, el chisme, la suspicacia y la depresión. No, si yo a vos te conozco, ¡uf, si te conozco! Vos sos, mirá, vos sos el que no podés disponer de hechos y entonces usás los rumores, y te acercás a mí para tirarme la manea de unas palabras en el momento más inesperado. ¿Sabés qué palabras, por ejemplo?: «¡La que se va a armar!»
¡Explicáte! Que tu actividad capciosa no se detenga en el umbral de las palabras, sino que atraviese el zaguán del prólogo y me tienda la mesa en el comedor de los hechos… hechos y no palabras, hechos y no rumores.
Dale, servíme la cena. Poné sobre mi mesa eso que estás anunciando, pinchálo con el tenedor de una evidencia, cortáme el entrecote con el cuchillo de otra evidencia, ¡y hacé que yo trague el bocado evidentemente! Porque, hasta ahora, los rumores se fabrican aquí por quienes se alimentan de sus propias milanesas. Porque yo a vos no te entiendo. Vos me agarrás del brazo en la vereda, me anunciás que se va a venir una… se va venir una… y en vez de venir una, te vas vos, y yo me quedo en la vereda tratando de no impresionarme, porque si yo fuera impresionable entraría en mi casa agachado como vos, hablando al bies como vos, y cuando los míos vinieran a saludarme alegremente, también yo levantaría la medianera de esas palabras sibilinas que me dijiste: «Menos alegría y vayan preparándose… porque ¡se va a venir una!»
Pero yo vengo de vuelta, ¿sabés? Yo vengo de otras épocas llenas de palabras, superfluamente llenas de palabras; no había nada más que eso: barrios de palabras, tribunas de palabras, países de palabras, y por eso no creo en los rumores chiquitos y muchas veces miserables con que vos querés hacerle sombra a una realidad que está iluminándonos.
¿Por qué hablas si no sabés? ¡Entristece pensarlo! Claro, a vos vino uno y te dijo que ayer mataron a treinta. ¿Dónde están los que mataron? ¿Fuiste al entierro? ¿Tomaste café en el velorio? No, vos no viste nada, vos no sabés nada, pero como alguien te lo dijo, vos lo repetís, y ¿quién se lo dijo a ese alguien? ¿Quién?
Ahora me explico: será el mismo que anunció, por ejemplo, que Fulano y Mengano estaban presos. Y entonces, vos venís y me decís, siempre agachado, siempre haciéndote el misterioso: «¡Shhh… la cosa está brava! ¡Los metieron presos a Fulano y Zutano!» Y si te digo que anoche lo vi a Fulano con una rubia y que hoy almorcé casualmente con Mengano, vos me mirás con una lástima tremenda y me decís que es un truco. ¿Cómo un truco? ¿A mi me la vas a contar? ¡Yo estuve con Mengano! ¿Cómo que no? ¿Entonces, quién era? ¿Boris Karloff caracterizado? Pero, oíme, ¿no ves en qué época estás viviendo?, con kilos de realidades, toneladas de realidades, y entonces, ¿cómo podés mostrarte tan pequeño, tan chiquito, y ser un cómplice más en esta carrera de posta en la que los rumores más absurdos, cuando no cínicos, salen de la obscuridad y quieren meterse en el pensamiento de los crédulos? Ya sé, decís que vienen desde el exterior contando con la colaboración de sus personeros, de los que, desgraciadamente, muchos son argentinos.
Pero ¡no hablés tonterías! ¡Averiguá primero! Despreciá al malintencionado que te pasa un rumor como quien te entrega un billete falso… y no ves que si es falso, ¿cómo vas a comprar la verdad? ¿O vos no sabías que la verdad está en los hechos maravillosos que hoy nos rodean, y que la mentira está en esos rumores o calumnias que vos recogiste y amplificaste? ¿A mí me vas a contar que no sabés que son calumnias? ¿Que creés en los rumores? ¿Que pensás firmemente que… «se va a venir una»? ¡Fenómeno la que se va a venir! ¡Vamos, criatura, que somos pocos y nos conocemos mucho!
¡A mí no me la vas a contar!
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