Por Pablo Mascareño
Autora: Graciela Holfeltz (sobre un cuento de Laura Bonaparte) / Intérpretes:Stella Maris Closas, Ruby Gattari y Amancay Espindola / Escenografía y vestuario:Lucía Trebisacce, Carlos Bustamante / Música original: Malena Graciosi, José Luis Teixido /Fotografía: Ramiro Gómez / Producción ejecutiva, Asistente de dirección: Rubén Sibilia /Puesta en escena y dirección: Jorge Graciosi / / Duración: 70 Minutos
Sala: La Máscara (Piedras 736) / Funciones: viernes, a las 21
Nuestra opinión: muy buena
Cuando quien se sienta en la platea se encuentra con una obra como Tres buenas mujeres , la expectación trasciende las meras cuestiones del análisis escénico para adentrarse en razones de otra dimensión, sin por ello dejar de lado la decodificación del hecho artístico. Esta versión teatral de Graciela Holfeltz, basada en un cuento de Laura Bonaparte -integrante de Madres de Plaza de Mayo-, retoma temas que, por transitados, jamás se despojan de su valor urgente e imperioso.
En Tres buenas mujeres (estrenada en 2001 en el Teatro del Pueblo) entra en juego la categoría de mímesis de la que hablaba Aristóteles en su poética. La pieza nos sitúa en un espacio de posibilidad, probabilidad y verosimilitud aunque no necesariamente estipulada en la concordancia con una realidad eventual dada. Esta claro que el material transporta a un universo ficcional a partir de un teatro de militancia que deja la puerta abierta para el "¿y si hubiese sucedido?"
Ese "hubiese sucedido" es el deseo de justicia por mano propia de tres mujeres que perdieron a sus hijos en manos del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar en la Argentina. En días posteriores al indulto de los genocidas, estas madres con las heridas de las almas abiertas y sangrantes preparan un ritual fogoneado por el arrebato del dolor inconmensurable. El relato transcurre en una cocina, en medio de la elaboración de una receta que se convierte en metáfora. Cuchillos en mano, estas mujeres de diferentes clases sociales, unidas y marcadas en la tragedia, ejercen el poder desde un espacio que la historia social, los mandatos, y las arbitrariedades de género les asignó como propio. Sitio que es reelaborado como lugar de resistencia y exorcismo.
La puesta y dirección de Jorge Graciosi busca, desde la sobriedad, potenciar el valor de cada una de las palabras dichas en boca de tres actrices de larga y eficiente pisada sobre los escenarios, puestas al servicio de una narración que concentra un pasado atroz y un presente sin justicia que no es otra cosa que la llave para abrir las puertas del abismo. En Tres buenas mujeres, el espectador se topa con un texto necesario. Y un teatro imprescindible.
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