Es con alegría y buen recuerdo, que publico esta información.
Una muestra que propone que también el espectador sea artista
Reúne 30 años de producción de la artista, quien define como núbico el arte participativo que incluye al público desde lo sensible y no desde lo racional. Espejos y telas colgadas rompen el esquema clásico de tiempo y espacio.
Tomado del diario Tiempo Argentino
Algo respira. Se escucha un sonido suave, profundo, acompasado. Y quien se acerca es recibido por unas formas cónicas –anaranjadas, ocres, luminosas en algunas zonas– que se hinchan y se alivianan como un pulmón, un monstruo dormido, como un ser que no es de este mundo. La obra se llama Pulsantes y forma parte de una serie de trabajos hechos desde 2004 hasta ahora, que comenzaron como un homenaje a las víctimas de la Amia. Ese es el inicio de Miradas núbicas, una muestra antológica de Mireya Baglietto, que recorre su obra desde 1980 hasta la fecha. Se exhibe en el Palais de Glace (Posadas 1725) con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Esta muestra resume más de tres décadas donde la artista ha venido investigando lo que denomina "arte núbico". Según la definición de catálogo, se trata de "una propuesta de arte participativo donde, con telas y espejos, se provocan experiencias virtuales de ingravidez que amplían exponencialmente la percepción y el pluralismo creativo". En palabras de la propia Mireya, "la idea es crear obra que rompa con los esquemas clásicos de tiempo y espacio y que involucre al espectador desde lo sensible más que desde lo racional".
Al entrar, cada persona recibe un espejo rectangular que debe poner en línea recta, a la altura de los ojos. A partir de allí, las cientos de telas colgadas, cosidas, teñidas, tensadas, crean paisajes singulares según quien las observe. "Mediante la simple participación, los parámetros del tiempo y el espacio se licuan (…) el Cielo se trasforma en Tierra y los movimientos pulsantes, en caleidoscopios. El juego del espejo nos ha vuelto niños, la inocencia nos dio permiso para predisponernos a crear nuevos circuitos de comprensión de la realidad", se indica en el catálogo en relación con la magia que crea la combinación de telas, espejos y sonidos.
Miradas núbicas, con curaduría de Héctor Medici, se distribuye en los 1000 metros cuadrados que ocupa la planta baja del Palais de Glace. La muestra, que es netamente participativa, está organizada en tres sectores: "Obras", "Información" y "Reflexión". En el primer sector se encuentran varias versiones de los Espacio núbicos, que fueron realizados, por ejemplo, en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, en la Bienal Internacional de São Paulo y en varias ciudades argentinas. Allí también se encuentran las obras neumocinéticas –es decir, "Los pulsantes"– que respiran y se elevan, creadas junto a Alex Fernández. En el caso de los Espacios, el espejo se enfoca hacia arriba provocando una sensación de ingravidez; en las obras pulsantes, el espejo enfoca los volúmenes para que el ojo multiplique, fragmente y reconstruya las formas a su antojo. En el sector "Información", un conjunto secuencial de paneles muestra los fundamentos teóricos del arte núbico –que tiene doce "principios generales" casi al modo de las vanguardias históricas– y el proceso creativo de Mireya. Se incluyen fotografías de Milos Deretich y videos de Luciana Zothner y Germán Chiodi. El recorrido se completa con un espacio lateral para que el público trascriba en un texto su experiencia reflexiva.
Mireya cuenta que cuando terminó su muestra de cerámicas Aspirantes al bronce a finales de los setenta, decidió que su obra no debería quedarse ni quieta ni tiesa como esas estatuitas que había exhibido. El concepto de "arte núbico" surgió al tiempo, de casualidad: "Hace muchos, muchos años, cuando recién nos habíamos casado, con mi marido fuimos a la laguna de Yala, en Jujuy. Mientras subíamos, iba aumentando la nubosidad. Cuando llegamos arriba no se veía nada. Pero estábamos todos adentro de la nube, respirábamos nube, sentíamos nube. En un momento quisimos saber dónde estaba la laguna, arrojamos una piedra y escuchamos el sonido del agua. Algo nos atravesaba desde lo invisible. Y eso es lo que quiero: que la gente quede inmersa en un espacio. Y que el espacio le proponga una nueva mirada sobre el mundo."
Las telas que usa para sus instalaciones, dice, son muy mandonas. Hacen lo que quieren. "Yo empiezo a coser pero cuando una forma no les gusta, no hay caso, hay que hay para otro lado", cuenta sobre su modo de trabajo en un taller de la calle Estados Unidos. Pero ese soporte (ella prefiere hablar de "materia") es justamente lo que le permite dar forma los entornos núbicos .
"Me di cuenta de que tenía que modificar las referencias tempo-espaciales para desarmar los sistemas establecidos de pensamiento", cuenta. Y amplía: "Cada ciclo histórico y cada cultura tienen sus propias referencias de tiempo y espacio. Esas referencias no son iguales ahora que hace miles de años pero aun así, resultan antiguas… De hecho, desde el Renacimiento venimos representando el espacio con un cubo. Para mí es necesario darle libertad a la mirada para que la persona pueda percibir el espacio con menos limitaciones."
¿Cómo resolvió Mireya el desafío de construir una nueva forma de percepción? "Agarré el cubo y lo desarmé en planos, a los planos los desarmé en líneas, a las líneas las desarmé en puntos. Pero no en puntos geométricos, rígidos sino que el punto era yo. Entonces me acosté, me levanté, di vueltas y con el cuerpo fui trazando líneas orgánicas. Esas líneas se transformaron en hilos y los hilos, en telas", cuenta como quien se ha tomado siete días y siete noches para concebir un mundo donde cada elemento está vinculado con el otro. "Y sí –concede– si tuviera que hacer una síntesis diría que persigo la unidad que sostiene el universo."
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