CAPITULO PRIMERO
EL PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LA FILOSOFÍA
I. ¿COMO DEBEMOS COMENZAR EL ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA?
En nuestra introducción hemos dicho en varias ocasiones que la filosofía del materialismo dialéctico es la base del marxismo.
El fin que nos proponemos es el estudio de esta filosofía. Pero para llegar a ese fin, necesitamos avanzar por etapas.
Cuando hablamos del materialismo dialéctico, tenemos ante nosotros dos palabras: materialismo y dialéctico, lo que quiere decir que el materialismo es dialéctico. Sabemos que antes de Marx y Engels el materialismo ya existía, pero que son ellos los que, con ayuda de los descubrimientos del siglo XIX, han trasformado ese materialismo y han creado el materialismo “dialéctico”.
Luego examinaremos el sentido de la palabra “dialéctico”, que designa la forma moderna del materialismo.
Pero puesto que, antes de Marx y Engels, ha habido filósofos materialistas (por ejemplo, Diderot en el siglo XVIII), y puesto que hay puntos comunes a todos los materialistas, necesitamos por consiguiente, estudiar la historia del materialismo antes de abordar el materialismo dialéctico. Necesitamos conocer igualmente cuáles son las concepciones que se oponen al materialismo.
II. DOS MANERAS DE EXPLICAR EL MUNDO
Hemos visto que la filosofía es “el estudio de los problemas más generales” y que tiene por objetivo explicar el mundo, la naturaleza, el hombre.
Si abrimos un manual de filosofía burguesa, quedamos azorados por la cantidad de filosofías diversas que ahí se encuentran. Son designadas por múltiples palabras más o menos complicadas y que terminan en “ismo”: el criticismo, el evolucionismo, el intelectualismo, etc., y esta multitud crea la confusión. Por otra parte, la burguesía nada ha hecho para aclarar la situación, sino todo lo contrario. Pero nosotros ya podemos analizar todos esos sistemas y distinguir dos grandes corrientes, dos concepciones netamenteopuestas:
a) La concepción científica.
b) La concepción no científica del mundo.
III. LA MATERIA Y EL ESPÍRITU
Cuando los filósofos emprendieron la tarea de explicar las cosas del, mundo, de la naturaleza, del hombre, y en fin, todo lo que nos rodea, sintieron la necesidad de establecer distinciones. Nosotros mismos comprobamos que hay cosas, objetos, que son materiales, que vemos y tocamos. Además, otras cosas que no vemos y que no podemos tocar ni medir, como nuestras ideas.
Por consiguiente, clasificamos las cosas así: por una parte, olas que son materiales; por otra parte, las que no son materiales y que corresponden al dominio del espíritu, del pensamiento, de las ideas.
Es así que los filósofos se han encontrado en presencia de la materia y del espíritu.
IV. ¿QUÉ ES LA MATERIA? ¿QUÉ ES EL ESPÍRITU?
Acabamos de ver de manera general cómo el hombre ha sentido la necesidad de clasificar las cosas como materia o espíritu.
Pero debemos precisar que esta distinción se efectúa en diferentes formas y con palabras diferentes.
Es así que en lugar de hablar del espíritu hablamos igualmente del pensamiento, de nuestras ideas, de nuestra conciencia, del alma, del mismo modo que hablando de la naturaleza, del mundo, de la tierra, del ser, nos referimos a la materia.
De la misma manera, cuando Engels, en su libro Ludwig Feuerbach, habla del ser y del pensamiento, el ser es la materia; el pensamiento es el espíritu.
Para definir lo que es el pensamiento o el espíritu, y el ser o la materia, diremos:
El pensamiento es la idea que nos hacemos de las cosas; algunas de esas ideas nos llegan ordinariamente de nuestras sensaciones y corresponden a objetos materiales; otras ideas, como las de Dios, de la filosofía, del infinito, del mismo pensamiento, no corresponden a objetos materiales. Lo esencial que debemos retener aquí es que tenemos ideas, pensamientos, sentimientos, porque vemos y sentimos.
La materia o el ser es lo que nuestras sensaciones y nuestras percepciones nos muestran y nos presentan; es, de manera general, todo lo que nos rodea, lo que se llama “el mundo exterior”, Ejemplo: Mi hoja de papel es blanca. Saber que es blanca es una idea, y son mis sentidos los que me dan esta idea. Pero la materia es la misma hoja.
Por eso, cuando los filósofos hablan de las relaciones entre el ser y el pensamiento, o entre el espíritu y la materia, o entre la conciencia y el cerebro, etc., todo esto concierne a la misma cuestión y significa: entre materia o espíritu, ser o pensamiento, ¿cuál es el más importante, el que domina al otro, y en fin, el que apareció primero? Esto es lo que se llama:
V. LA CUESTIÓN O EL PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LA FILOSOFÍA
Cada uno de nosotros se ha preguntado en qué nos convertimos al morir, de dónde viene el mundo, cómo se ha formado la Tierra. Y no es difícil admitir que siempre ha existido algo. Se tiene tendencia a pensar que en cierto momento no había nada. Por eso es más fácil creer lo que enseña la religión: “El espíritu planeaba por encima de las tinieblas... después fue la materia.” Del mismo modo, uno se pregunta dónde están nuestros pensamientos, y así se nos plantea el problema de las relaciones que existen entre el espíritu y la materia, entre el cerebro y el pensamiento. Por otra parte, hay otras muchas maneras de plantear la cuestión. Por ejemplo, ¿cuáles son las relaciones entre la voluntad y el poder? La voluntad es, aquí, el espíritu, el pensamiento; y el poder es lo posible, es el ser, la materia. También encontramos con la misma frecuencia la cuestión de las relaciones entre la “conciencia social” y la “existencia social”.
La cuestión fundamental de la filosofía se presenta, pues, bajo diferentes aspectos, y puede verse qué importante es reconocer siempre la manera en que se plantea ese problema de las relaciones de la materia y del espíritu, porque sabemos que no puede haber más que dos respuestas para esta cuestión:
1. Una respuesta científica.
2. Una respuesta no científica.
VI. IDEALISMO O MATERIALISMO
De este modo, los filósofos se han visto en la necesidad de tomar posición en tan importante cuestión.
Los primeros hombres, completamente ignorantes, sin ningún conocimiento del hombre y de sí mismos y ningún medio técnico par actuar sobre el mundo, atribuían a seres sobrenaturales la responsabilidad de todo lo que los sorprendía. En su imaginación, excitada, por los sueños en los que veían vivir a sus amigos y a sí mismos, llegaron a la concepción de que cada uno tiene una existencia doble. Turbados por la idea de ese “doble”, llegaron a figurarse que sus pensamientos y sus sensaciones eran producidos no por su "propio cuerpo, sino por un alma particular que habitaba en ese cuerpo abandonándolo en el momento de la muerte.
3 A continuación nació la idea de la inmortalidad del alma y de una vida posible del espíritu fuera de la materia.
Del mismo modo, su debilidad, su inquietud ante las fuerzas de la naturaleza, ante todos esos fenómenos que no comprendían y que el estado de la técnica no les permitía dominar (germinación, tormentas, inundaciones, etcétera) los condujo a suponer que detrás de esas fuerzas hay seres todopoderosos, “espíritus” o “dioses”, benefactores o dañinos, pero en todo caso caprichosos.
Igualmente, creían en los dioses; en seres más poderosos que los hombres, pero los imaginaban bajo la forma de hombres o de animales, como cuerpos materiales. Sólo más tarde las almas y los dioses (y después el Dios único que reemplazó a los dioses) fueron concebidos como puros espíritus.
Se llegó entonces a la idea de que en la realidad hay espíritus que tienen una vida completamente específica, completamente independiente de la del cuerpo y que no necesitan cuerpos para existir.
Posteriormente, esta cuestión se planteó de manera más precisa en función de la religión bajo esta forma:
¿El mundo ha sido creado por Dios o existe desde toda la eternidad?
Según respondieran de talo cual manera a esta cuestión, los filósofos se dividían en dos grandes campos.
4 Aquellos que, adoptando la explicación no científica, admitían la creación del mundo por Dios, es decir, afirmaban que, el espíritu había creado la materia, formaban el campo del idealismo.
Los otros, aquellos que trataban de dar una explicación científica del mundo y pensaban que la naturaleza, la materia, era el elemento principal, pertenecían a las diferentes escuelas del materialismo.
Originariamente, esas dos expresiones, idealismo y materialismo, no significaban más que eso.
El idealismo y el materialismo son, por lo tanto, dos respuestas opuestas y contradictorias al problema fundamental de la filosofía.
El idealismo es la concepción no científica. El materialismo es la concepción científica del mundo.
Más adelante se verán las pruebas de esta afirmación, pero podemos decir desde ya que si bien se comprueba en la experiencia que hay cuerpos sin pensamiento, como las piedras, los metales, la tierra, no se comprueba nunca, por el contrario, la existencia de espíritu sin cuerpo.
Para terminar este capítulo por una conclusión, sin equívocos, vemos que para responder a esta cuestión:
¿por qué piensa el hombre?, no puede haber más que dos respuestas completamente diferentes y totalmente opuestas:
1ª respuesta: El hombre piensa porque tiene un alma.
2ª respuesta: El hombre piensa porque tiene un cerebro.
Según demos una u otra respuesta, tendremos qué aportar soluciones diferentes a los problemas que
derivan de esta cuestión.
De acuerdo a nuestra respuesta, seremos idealistas o materialistas.
LECTURA
F. Engels, Ludwigh Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, capítulo II, “idealismo y
materialismo”.
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